En un mundo en el que abunda la ignorancia (la mayoría adolecemos de sabiduría) tener la oportunidad de escuchar a quienes saben, es un privilegio.
La mayoría de las cosas que nos rodean, la mayoría de las noticias que oímos o leemos, los comentarios que gratuitamente hacemos, suelen ser fruto de la mera casualidad. Y en ocasiones, llegan impregnados de falta de rigor, de cotilleo del que tanto se lleva en tantos canales de televisión como existen? y en la vida cotidiana.
Las verdades, oficiales o no, llevan tiempo siéndolo sólo a medias, las cifras son maquilladas y valoradas desde el ángulo que más interesa, y si vas haciendo záping, te encuentras cómo se retransmiten los ligoteos, cómo captar espectadores con las noticias más sensacionalistas, quizá cómo hacer ochocientas mil reformas de casas imposibles de habitar para el común de los mortales, contemplar cómo vive tal o cuál persona que la mayoría de las veces no sabes ni quién es ni a qué se dedica en esta vida, o qué trapos sucios ir contando de unos y de otros personajes ignotos para ganar cifras impensables, -y mucho más inimaginables para los sueldos que proliferan-. Series repetidas mil veces, seriales que no entran ni con vaselina, ver confrontaciones políticas que no vienen a cuento, que no llevan a ningún puerto, y la tan empachosa historia del y tu más de la que ya estamos todos saturados. La mayoría de los medios, casi ni me informan, ni me entretienen, ni siquiera me divierten, y poco hay que se salve para no ser considerado una absoluta pérdida de tiempo. Así que, me hacen un favor: entretenimiento que evito y dedico a otras cosas.
Cuando uno se sienta a ver qué tienen que decir los galardonados en la XXXVIII edición de los Premios Princesa de Asturias, se muere de gusto. Independientemente de cuáles sean las aficiones de cada uno de nosotros, siempre es un placer poder escuchar con atención un mensaje que nos regalan personas que dedican su vida a algo: a formarse, a prepararse, a desempeñar su oficio con rigor, con honestidad, con tiempo de dedicación, con una mente que sabe qué se hace y por qué se hace. Es decir, con una cabeza amueblada que dirige los pasos de una vida entregada a algo con verdadera pasión.
Y así, de cada uno me llevo vidas, reflexiones, mensajes, frases cogidas a vuela pluma por mi cerebro.
Cómo arriesgar cada vez más (R. Messner y K. Wielicki, Deportes) combatiendo las dificultades, cómo minimizar los problemas y las situaciones que se tuercen en las alturas, cómo hacer llanas esas montañas, esas elevadas cumbres, cómo plantearse, siquiera, cómo llegar a donde y cuando nadie antes ha pisado. Y todo, por intentar tocar la parte más alta de la cresta de la tierra, o rozar la parte más cercana al cielo que haya pisado nunca antes un humano.
Cómo bucear los amados océanos durante tantos de sus 83 años mientras se llora su pérdida, para poder levantar la voz, una voz calmada, pausada, de señora, (Sylvia A. Earle, Concordia), tono de persona para dar el gran, el enorme grito de qué pasa con los mares, qué hacemos con los mares, con el equilibrio de la vida, con el océano, el alma que nos permite vivir. Hay que "hacer las paces con la naturaleza, una clave fundamental para hacer las paces con nosotros mismos". "El conocimiento es la clave de la continuidad de nuestra prosperidad y de nuestra existencia".
Qué hacer con el arte, se pregunta M. Scorsese, (Artes), ese niño que enfermo de asma no podía jugar y empezó a visitar el cine y a quedarse cautivado con su esencia. Humildad y sobrecogimiento, dice al recoger el premio. "El arte es siempre tan frágil. Se critica, se margina y a menudo se trata como si no fuera esencial para la vida". Pero el contexto no acompaña? Se trata de "la lucha por el espíritu". Y hoy día, que hay más medios tecnológicos, ¿qué tipo de inspiración reciben los jóvenes? ¿Qué valores?, se pregunta. "Es de vital importancia mantener el arte en un lugar de honor y estima en nuestra cultura", y "Es aún más importante respetar la libertad de elección, pensamiento y acción que conduce su propia luz interior".
"Lo que me atrajo de la filosofía, (dice Michael J. Sandel, Ciencias Sociales), no fue su abstracción, sino su carácter ineludible y la luz que arroja sobre nuestra vida cotidiana", pertenece "a la plaza pública, donde los ciudadanos deliberan sobre el bien común". Se trata de hacerse "preguntas difíciles sobre cómo debemos convivir", que "es nuestra mayor esperanza para arreglar el mundo en que vivimos".
Alma Guillermoprieto (Comunicación y Humanidades) con tono claro transmite como nadie la necesidad del periodismo, de la información veraz y contrastada desde el punto mismo en el que se produce la noticia por más peligroso y dura que ambos sean. Un oficio de sueños y riesgos, que es indispensable en una sociedad confusa, "para que quede constancia de estos horrores", en un mundo en el que hay que estar preparados "para tomar decisiones éticas terribles". Su mensaje, que va desde los más abyectos sucesos hasta las más bellas orquídeas, está lleno de pasión por la fidelidad a la verdad y a la profesión que ama. Llena la escena con la sencillez de sus gestos, de su presencia, de su mirada que tanto ha visto y de su sabiduría.
Saber o no saber? Aprendo infinitamente de todos ellos, de su sencilla grandeza, de sus recorridos vitales dejando vida en sus profesiones, poniendo alma en lo que hacen, dejando un grano de arena en una sociedad mejor. Como dice Sylvia A. Earle: "Con el saber, viene el cuidado y con el cuidado, hay esperanza de que lo podamos hacer".
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