Hoy, los calendarios por los que se ha regido el mundo europeo y español, desde la Edad Media hasta el presente, hasta ayer mismo, ya no nos dicen nada; se ha perdido, en buena parte, su significado, en una sociedad urbana, desarrollada, de primer mundo, como en el que vivimos. Si acaso, solo las fechas vacacionales, o en las que llegan los anhelados puentes nos dicen algo.
El calendario tradicional ?de toda la vida, digamos? ha marcado, sin embargo, las pautas existenciales de nuestra sociedad, cuando trabajar y celebrar tenían otro sentido. San Miguel se septiembre ha sido, en nuestras sociedades rurales, una fecha muy tradicional y conocida por todo el mundo rural y campesino.
Era, y es, la época de la recogida de los frutos, que empieza y se desarrolla a lo largo de todo el mes. Era, y es, el inicio ritual de las vendimias. En la provincia de Salamanca, en áreas como Las Arribes o la Sierra de Francia, fundamentalmente. Marcaba, y marca, el inicio, ya en octubre, de la siembra del cereal, marcada por los temperos otoñales.
Incluso, en el ámbito ganadero y pastoril, en determinadas áreas comarcales y poblaciones, era fecha (como San Pedro de finales de junio, también 29, como San Miguel) de inicio o finalización de contratos de pastores, rabadanes y otros diversos oficios pastoriles.
En fin, que San Miguel marcaba en nuestro calendario tradicional campesino, y en el de toda España, un eje temporal significativo, correspondiente, en realidad, al equinoccio de otoño.
Además, en la cultura religiosa ?algo también olvidado y desconocido en una sociedad urbana como la nuestra; un conocimiento, por desgracia, ya perdido?, bien conocida, a su modo, por los campesinos, San Miguel forma parte de una de las "tres trinidades" cristianas.
¿Cuáles son tales trinidades? La trinidad celeste: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La trinidad terrestre: San José, la Virgen María y el Niño Jesús; y, en fin, la trinidad arcangélica, formada por los tres arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. ¿Quién sabe todo esto ya hoy?
Es curioso que, por ejemplo, un poeta tan poderoso, genial e importante como Federico García Lorca, cuando, en su obra 'Romancero gitano'(1928), dedica un poema a cada una de las tres grandes capitales andaluzas: Sevilla, Córdoba y Granada, a cada una de ellas la asocia con uno de los tres arcángeles indicados: Sevilla con San Gabriel, Córdoba con San Rafael y, en fin, Granada con San Miguel. Pero ¿quién sabe todo esto ya hoy?
Son, como los del calendario tradicional, conocimientos perdidos, de los que solo podemos enterarnos si, al amar tanto la vida tradicional de nuestro mundo campesino, hurgamos en lo rural ?concepto hoy, y ya desde hace años, tan despreciado y vilipendiado? y percibimos cómo en el mundo campesino hay todo un sustrato cultural, verdadero patrimonio español y europeo, que hunde sus raíces en el mundo antiguo y, sobre todo medieval, y que ha ido transitando por la época moderna, hasta terminar muriendo en un presente tan olvidadizo.
San Miguel de septiembre es el pórtico del otoño, un tiempo muy hermoso, de cuya mano llegaremos hasta el tiempo navideño.
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