Domingo López Chaves se impone y abre la puerta grande de La Glorieta; Padilla una oreja sin peso y Luis David vuelve a pasar de puntillas
Siempre escuché que la palabra madurez es algo abstracto, un concepto común que oímos casi a diario y que describe la seguridad que una persona tiene a la hora de enfrentarse a las situaciones. Y es que la persona madura siente, padece, sufre, pero nada lo exagera, nada lo vende como extraordinario, sea bueno, malo o regular. El maduro asume las pautas que sella el destino, un destino que quiso que Domingo López Chaves celebrara sus 20 años de alternativa enfundándose el traje de luces y volviendo a hacer el paseíllo en su plaza.
Y vino el de Ledesma con la madurez entendida, sin adornos ni decoros, vino a justificar su inclusión sin alardes de nada, sólo con la honradez del que le avala una vida entera de fidelidad a una profesión, a un concepto, el suyo, pero más pausado y menos enrazado para ser capaz de imponerse a 'Cartuchero' sin exigencias, entre algodonales para lograr así que las series fluyeran, necesariamente cortas. El pulso y el tacto conducían con largura la calidad dormida del animal. Le exigió para llegar arriba y le quiso bajar la mano al noble del Puerto, parado y descastado, y apostó Domingo por la verdad en las toques para lograr arrebatar también con la zurda naturales a media altura del pozo seco, un esfuerzo visto arriba para premiar la obra, como premio llevó tras cuajar a su segundo, 'Billetito', que le permitió sellar una veintena de muletazos más en un mismo acto de fe y de querer como el anterior. Porque también le faltó raza a este del Puerto de San Lorenzo y volvió a apostar Domingo por ir marcando el camino, alternando mano bajo y media altura, siempre llevándole hacia adelante, ganando terrenos, sin pasajes técnicamente perfectos, pero dando todo lo que dentro llevaba para acabar hilvanando por ambos pitones, no más de lo que el oponente le permitía. Logró el objetivo, y salió Domingo de La Glorieta como quien vuelve al origen de todo con la madurez interiorizada, con la raza ya un lado pero con la afición de siempre para llegar al hotel sabiendo que había cumplido.
Es lo que tiene la madurez sincera, que no necesita más que unos instantes de felicidad para seguir viviendo con fe. La madurez de Padilla en la que fue su despedida de esta plaza empieza ya a pesar, no sé si en él o en lo que desde arriba lo vivimos, pero verlo en todas las Ferias le pesa ya a cualquiera, más si cabe cuando el azar quiso que en sus manos cayera el mejor toro de los que la familia Fraile trajo a La Glorieta. Ese 'Malaguito' lo tuvo todo para firmar el toreo bueno: la emotividad en su tranco, empuje en el caballo, nobleza para no atragantarse en los embroques y la emoción con un punto de clase, pero no fue capaz Padilla de acoplarse con una sucesión de series por ambos pitones sin ajuste y sin colocación, aunque el estocadón final revolucionara a los tendidos que no se conformaban con la oreja, sino que querían más. Cosas de esta plaza sin rumbo, supongo.
Sin rumbo el affaire de Luis David Adame con La Glorieta. No entendíamos su inclusión en este serial ayer, y hoy menos. No fue capaz de estructurar una obra, no dejó sensación de conjunto, y por supuesto no fue capaz de ofrecer nada de emoción. Ni en el tercero, ni en el sexto. En ambos corrió la mano con largo trazo, en el conjunto un par de tandas diestras y más ligadas y poco más entre las sosas embestidas de su lote y la escasa actitud del mexicano. Sin pena ni gloria, otra vez.
Y mientras, desde el callejón, un hombre sonreía, un López Chaves feliz y satisfecho que siguió escribiendo su historia 20 años después de aquella tarde. Un soplo a la vida.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Glorieta, Salamanca. Cuarta de abono. Corrida de toros.
Toros de Puerto de San Lorenzo. El quinto, devuelto por inválido. Sosos y justos de fuerza a excepción del 4º
Juan José Padilla: leves pitos y oreja tras aviso con petición de la segunda
López Chaves: oreja y oreja
Luis David Adame: silencio y silencio
Fotografías: Miguel Hernández