Del mismo modo, el coste de los alimentos, no logra compensar la contención del precio de los carburantes ni el abaratamiento de los automóviles
En el mes de agosto el IPC ni subió ni bajó: su tasa interanual se mantuvo en el 2,2%, la misma de julio, según los datos publicados hoy por el INE. Suma ya 24 meses consecutivos en positivo y lleva cuatro meses seguidos por encima del 2%, algo que no ocurría desde abril del pasado año. La culpa de que los precios no hayan logrado una rebaja en el octavo mes del año la tiene la electricidad, que en el mes pasado marcó máximos, algo que se sigue repitiendo en septiembre.
Este encarecimiento de la factura de la luz disparó seis décimas los gastos derivados de la vivienda, con lo que su tasa se elevó hasta el 4,3%, frente a la estabilidad registrada el pasado año. Y eso que, por contra, los precios del gasóleo para calefacción bajaron, frente al aumento experimentado en 2017.
También influyó en que no hubiera este mes una rebaja de precios el hecho de que los alimentos y bebidas no alcohólicas se elevaran dos décimas hasta una variación anual del 2%. Destaca en esta evolución que los precios de las frutas descendieron menos este mes de lo que lo hicieron en agosto del año pasado.
De hecho, la importancia de ambas partidas (luz y alimentos) ha sido tan relevante que la tasa anual de la inflación subyacente (índice que excluye los alimentos no elaborados ni los productos energéticos) disminuyó una décima hasta el 0,8%, lo que supone que se sitúa casi un punto y medio por debajo del IPC general.
También ha contribuido a contener la inflación que los paquetes turísticos y los servicios de alojamiento no se hayan encarecido tanto como hace un año, con lo que la tasa del grupo ocio y cultura se redujo cinco décimas hasta el -1,1% y la partida de hoteles, cafés y restaurantes descendió dos décimas hasta el 1,8%.