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Muy, pero que muy sobrevaloradas
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Muy, pero que muy sobrevaloradas

Actualizado 07/09/2018
Mercedes Sánchez

Este año estás de un contento subido porque vienen tus hijos a pasar unos días a tu casa de vacaciones de la sierra. Tus hijos y tus nietos. Y? ¡ay qué ilusión!, poder estar todos juntos esos días, poder disfrutar unos de otros. Así que te dispones a preparar la casa en cuanto tienes tu primer día libre (porque tú también trabajas, te cansas de trabajar y necesitas relax).

La casa, que quedó limpia y pulcra el verano anterior, está llena de telarañas, los cristales tienen vaho, el suelo y los muebles tienen una capa terrosa cuando pasas el dedo (cómo se puede hacer tanto polvo si está todo cerrado, te preguntas), las boutís esparcen motas por doquier que se vuelven visibles vagando entre los rayos de sol que entran por las ventanas, las puertas chirrían como las de un castillo en una peli de miedo, y te ha salido una humedad (una a ti, y otra a la casa).

Con un par de arrestos, cepillo mopa spray gamuza y bayetas ecológicas en ristre, que parece que eres de una ONG haciendo una labor humanitaria en un país lejano, te preparas a hacer las mismas funciones que la Real Academia de la Lengua: ¡limpiar, pulir, y dar esplendor!

Tras unos días de mucho ahínco, ya has adelantado hasta comidas y cenas para que luego no te pille el toro y así poder estar juntitos. Por fin te quedas tan a gusto, en tu sillón, con las piernas en alto, al verlo todo perfecto (menos la humedad que te salió a ti, que sigue fastidiando).

Todo listo para que también sean perfectos esos días en familia. ¡Hasta que la tropa aparece por la puerta! Los niños entran dando gritos y discutiendo, los mayores discutiendo solo, cada uno deja unos cuantos bultos en medio del pasillo, que no puedes ir corriendo a darles besos porque parece la pista de una carrera de obstáculos y tú nunca has entrenado para un decatlón, algún nieto te da un beso de respabilón (desde que se ha ido a vivir a la capi este niño no es el mismo), y tus hijos te dicen que si tienes birritas frías que tienen mucha sed. Así te das de bruces con la realidad y empiezan tus ansiadas vacaciones en familia: tus hijos están todo el día con el móvil, con la Tablet, con la bici (es que allí no tengo tiempo de hacer ejercicio), se van a yoga (es que allí se vive muy "estresao"), a esfoliarse (es que tengo unos puntos negros), a darse un masaje (es que me viene muy bien un masaje linfático para drenar tanto líquido), y cuando vuelven, comen como cosacos y se sientan a mandar los selfies que se han hecho durante el día: yo con la bici, yo en el masaje, yo en el yoga, yo esfoliándome, yo comiéndome mi plato preferido en casa de mis padres? todos, eso sí, con el signo de la victoria casi delante de la cara.

Mientras tanto los niños han dejado los bañadores mojados encima de las sillas que comprasteis con tanta ilusión el verano pasado, habéis puesto cuatro lavadoras (no, no tenéis tantas lavadoras en casa, quiero decir que habéis puesto la lavadora cuatro veces, menos mal que es verano y todo se seca prontito), y mientras los demás están haciendo planes tú ya sabes lo que te toca: surfing. O sea: plancha, que el resto se esfuma como si hubiera aparecido una plaga cósmica para planchar un ratito cada quien su respectiva oreja antes de ir a todos esos planes que tienen tanta urgencia.

Y, mientras planchas, comienzas a desear esos días de final de verano cuando empiezan a llenarse los buzones de propaganda de las grandes superficies, cuando aparecen las ofertas de tres cuadernos cuadriculados con microperforado, 25 % de descuento en diccionarios de inglés, gran surtido en carteras y mochilas con ruedas, zapatos de colegial hasta el número 39? (Será que los niños abandonan el colegio cuando les crece el pie, te preguntas).

Cuando brotan a diario en la tele los anuncios de colecciones por entregas? El punto y sus secretos: Cómo tejer paso a paso. Tanques de la segunda guerra mundial. Cómo pintar en 20 entregas, de regalo Cómo dibujar en cinco semanas, con DVD demostrativo. La cocina paso a paso: Descubre los secretos de los mejores chefs y cocina como ellos (de regalo una manopla). Utilitarios de los 60: Primera entrega, con el kit de montaje del primer vehículo, con instrucciones detalladas en el primer fascículo. Grandes pensadores (como vuelvan a empezar con Descartes, la chafamos? ¡Lo tienes tres veces!).

Menos mal que suena en la radio Maroon 5, y parece que Adam Levine, con su característica voz de contratenor, te comprende? Y mientras sigues mirando de reojo, cada atardecer, el montón que te falta por planchar, deseas fervientemente que quede libre tu sillón y poder despanzurrarte un rato para coger fuerzas y hacer limpieza en cuanto la tropa salga por la puerta, porque ya tienes que cerrar la casa e incorporarte, ¡por fin!, a tu trabajo diario.

Eso sí, sin dejar de soñar que el verano próximo, cuando vayan a venir, ¡te vas unos días a Benidorm! (a enviarles selfies: yo con la bici, yo en el masaje, yo en el yoga, yo esfoliándome, yo comiéndome mi plato preferido en el restaurante de la esquina?).

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