Béjar se viste de fiesta pero junto a la plaza hay un rincón que siempre lo está: el de la imprenta del poeta Luis Felipe Comendador donde no se compra ni se vende: se vive
En ese casco antiguo de Béjar, nunca lo suficientemente apreciado y visitado, hay un rincón que se ha convertido en punto de encuentro de artistas, escritores, músicos y todo aquel convencido de que otra forma de vivir es posible. Es la imprenta del poeta Luis Felipe Comendador, convertido en un mercadillo solidario, en un cajón de sastre donde no solo se da y se recibe, sino que se aprende a vivir de otra manera. Pocas veces un mercadillo solidario es una experiencia de afecto y de cercanía tan impresionante, porque todos los que aquí recalamos no solo le traemos a Luis Felipe un objeto que nos sobra, un puñado de libros, porque no solo nos llevamos aquello que nos llama la atención, la antigüedad sorprendente? sino que intercambiamos mucho más, estrechamos lazos, renovamos afectos y, sobre todo, aprendemos la fuerza de lo pequeño.
Porque Luis Felipe nos enseña a dresprendernos de lo que nos sobra para darle a los otros lo que más les falta. Así funcionan las leyes de mercado de este espacio de solidaridad: tu traes lo que te sobra, encuentras lo que buscas, hablas, abrazas? y en ese momento, aportas ese poco que es tanto, un dinero que a través de la ONG de Luis Felipe se convierte en los Cerros pobres de la ciudad peruana de Trujillo en un negocio que permita vivir a familias sin recursos. Es el humanismo pequeñito, es la justicia que nos permite, en este rincón bejarano, de sentirnos partícipes de algo grande: la posibilidad de salir adelante, de tener una biblioteca, de vivir con dignidad. Y todo con la fuerza, la valentía y el empuje de un hombre, de este Luis Felipe a quien todos buscamos mientras él viene, va, recibe, entrega, abraza, bromea y luego? cuando todos nos hemos ido con la conciencia tranquila, se mete en su despacho a pintar sus bolilidigitografías, dibujos y cuadros realizados con el bolígrafo digital en la misma mesa donde diseña su trabajo de impresor y escribe sus versos de poeta.
Hay algo monumental en la labor de estos hombres de la piedra. La virtud de la grandeza. Mateo Hernández talló en Paris su zoológico magistral, los fabricantes y obreros de la industria textil levantaron el progreso de la Villa, Luis García Jambrina se asomó a Béjar y escribió en piedra su último manuscrito, Luis Felipe Comendador se echó a cuestas el dolor del mundo y dejó a un lado sus versos y sus talentos. La suya es la virtud de la constancia, de ahí esa sonrisa siempre puesta para recibir lo que a unos les sobra, para entregar a los más cercanos lo que les falta ?cuánta gente toca la puerta del poeta para solicitar ayuda, apoyo, medios para subsistir- y a los más lejanos lo que les permite disfrutar no de caridad, sino de justicia y no solo poética. A través de SBQ Solidario, Luis Felipe reparte retales de vida, jirones de sabiduría, actos culturales y ayuda a mucha, a mucha gente, aquellos que reciben no solo su atención y su cariño, sino los fondos de su Sonarbique Solidario, la palabra terruñera, "golpe" que usa para la ONG, la palabra que no sabía pronunciar aquella niña de los cerros de Trujillo que se agarraba a la pierna del poeta y que, después de recibir una bicicleta le envió un vídeo en el que le decía "Te quiero Cucú", una frase que le caló tan hondo a Luis Felipe que dibujó a la pequeña para hacer el segundo logo de su proyecto: Cucú.
Este es un rincón de Béjar dónde creer en otra forma de vida. Una imprenta convertida en la cueva de los tesoros donde el único debe y haber es el de los proyectos solidarios de la cabeza y del corazón. Un lugar donde los amigos del poeta hacen posible la utopía, esa, tan necesaria, a la que no le hace falta ponerse de fiesta, porque cada día, para Luis Felipe Comendador, es un regalo. El regalo de su trabajo, de su persona, de su entrega y de su alegría.
Charo Alonso.
Fotografía: Carmen Borrego.