Dos concursos de altura

De altura son todos los concursos que organiza el Setter Club de España si por altura valoramos la dimensión que tienen en cuanto a organización, participación y desarrollo de los mismos. Estos, además, han tenido otra altura añadida, o más bien altitud, la que tienen los terrenos donde se han celebrado, las montañas leonesas de la localidad de Isoba, en pleno corazón del macizo del Mampodre, en la Reserva Regional de Picos de Europa, en las dos primeras de las 14 pruebas de Caza Práctica de montaña programadas para este verano-otoño, selectivas para el Campeonato de Europa de montaña.

Después de unas semanas veraniegas de máximo esfuerzo y estrés por diversos y variados asuntos, pensé al recibir la invitación para ir a juzgar las pruebas, que dos días en la alta montaña podría ser la medicina idónea para recuperar las mejores sensaciones, con el añadido de hacerlo juzgando un concurso de estas características; nada mejor para quienes gustamos de ver las evoluciones de pointers y setters en las cumbres montañosas.

En el apartado negativo (si se puede decir así) hay que tener en cuenta el sobreesfuerzo físico que hay que hacer para seguir montaña arriba el ritmo frenético y endiablado que estos peludos de rabo largo imponen a su búsqueda en su desmesurada ambición de hallar las emanaciones de perdices, faisanes, gallos lira, urogallos o cualquier otra especie que pueda poblar las cumbres montañosas y tenga la osadía de esperar lo suficiente hasta caer en el radio olfativo de estos gigantes de la caza. Sin pensar en esto, allí hemos estado, presentadores, organizadores, aficionados y jueces dispuestos a reventarnos en las laderas de la montaña sabedores de que una toma de punto, el ruido de una detonadora y el aleteo de la presa ladera abajo compensan el mayor de los esfuerzos y nos colman de felicidad a todos en semejante momento y entorno.

Por algún motivo, casi misterioso, estas pruebas concitan una expectación inusitada en todo este mundillo y, en consecuencia, las inscripciones suelen cubrir con prontitud el límite máximo puesto por el Setter Club de 50 perros, aunque esta vez por celebrarse en días laborables no se ha llegado a dicha cifra. Allí han estado como presentadores los franceses Barquez y Salletis o el valenciano Vicente Lisarde llegados de más lejos, o los vecinos del norte, Kuba Barahona, José Baldó, José Miguel Flores, Senen Nava, Oscar Iglesias, Mariano González, Javier López y Rodrigo Moratón que sin haber comenzado la prueba le llovieron las felicitaciones, no en vano ha sido papá por segunda vez hace una semana, y eso sí que merecía la felicitación de todos; la continuidad de la saga tras los setters está asegurada con el nuevo retoño.

El lugar de concentración donde el Setter Club nos ha alojado ha sido el Hostal Madrid de Puebla de Lillo desde el cual la mañana del jueves a las ocho partió la caravana cinófila hacia la localidad de Isoba para dar comienzo a la prueba, bien pertrechados, todos, de ropa, bebidas isotónicas, barritas energéticas y sobre todo calzado, pues la montaña, a pesar del idilio que algunos dicen tener con ella, siempre se muestra hostil con quien trata de asaltarla; cuanto más asciendes mayor hostilidad presenta, y solo si vas bien equipado y eres prudente regresas de ella ileso, pero si te falta algo de esto, quedas en manos de la suerte y esto no es, precisamente, lo más seguro.

En Isoba cada una de las dos baterías en las que se dividió la prueba se marchó a su terreno y a las 8,30 ya estábamos escalando hacia las cumbres tratando de buscar las perdices pardillas. Los perros concursan con un pequeño cencerro al cuello y un beeper que solo emite sonidos si estos se ponen en muestra. Si los perros se meten en zonas de maleza no se les ve y hay que juzgar de oído, si suena el cencerro el perro está buscando, pero si el cencerro calla pronto comienza a sonar el beeper y el perro estará en muestra con su pieza, entonces toca correr casi siempre ladera arriba y sufrir con el esfuerzo por hallar al perro y ver el lance para comprobar que la resolución de la situación es la que marca el reglamento. A unos 1.800 metros de altitud y sin apenas vegetación es difícil mirar las evoluciones de los perros y a la vez mirar donde debes poner los pies para no despeñarte ladera abajo; nunca las botas han desempeñado tan bien su cometido.

Después de cuatro turnos y sin ver una sola pardilla, siguiendo los consejos de nuestro guía Miguel ?afijo Arco Iris?, cambiamos de zona y bajamos buscando perdices rojas a zonas de vegetación y humedad, pero cuando las vimos los perros no supieron aprovecharlas y la jornada terminó sin clasificados. En la otra batería hubo más suerte o más pericia, y el cántabro Oscar Iglesias clasificó a dos de sus setters, con el CACT-CACIT Lucas de Fuente la Plata y con la Reserva clasificó a Rodrigo de Fuente la Plata , mientras que con el 3º Excelente Rodrigo Moratón clasificó a su pupilo, Rentsetter Ferrari.

La segunda jornada ha terminado sin perros clasificados aunque algunas oportunidades ha habido, no muchas, las pocas que las perdices y ese entorno conceden con lo cual Lucas de Fuente la Plata gana en trofeo Mampodre que estaba reservado para el mejor perro de los dos días de concurso y se convierte ya en serio aspirante a formar parte del equipo que represente al Setter Club de España en el Campeonato de Europa de montaña.

He visto otros setters importantes por el palmarés que ya atesoran habiendo estado todos a gran nivel y cuatro pointers importantes, una hembra del asturiano Senen y tres de Oscar Iglesias con un Landa Gori que pudo ganar la batería de ayer viernes si las perdices le aguantan unos segundos, pero le volaron cuando ya las tenía enfiladas, una pena.

Esta prueba ha dado inicio al circuito de otoño, otros jueces y otros lugares verán a los mismos presentadores y a los mismos perros siempre con esfuerzo, con ilusión, con rivalidad y en amistad, y siempre tras las perdices, la reina de nuestros campos.