Monjas y maduras

Inagotable parece el grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes', en su empeño de responder al compromiso adquirido con la Diputación de Salamanca para cumplir con el calendario que los pueblos interesados en ver su obra "Teresa, la jardinera de la luz", han establecido en este año 2018, aprovechando la oportunidad que la institución salmantina brinda para que esto sea así. Siguiendo el espíritu de constancia y resolución a la hora de conseguir sus propósitos del que Teresa de Jesús fue claro ejemplo, estos actores que tan espléndidamente la están dando a conocer, desde enfoques distintos a los ya establecidos, transmiten en escena con su buen saber hacer, el profundo conocimiento que de nuestra universal santa han adquirido. El grado de madurez en todos los aspectos de su puesta en escena es sorprendente.

Este acabado trabajo que empezara con la involucración de todos los componentes del grupo, ha sido de tal calado que las cotas de profesionalidad que han alcanzado, en nada hace sospechar, vistos en escena, que se trate de un grupo de aficionados, que con toda gratuidad están ofreciendo un trabajo que no sólo ha conquistado al público, sino que sigue creciendo en su formato y contenido. Morasverdes es la localidad que asiste en el teatro en que se convierte su iglesia, a lo que en opinión de 'Lazarillo de Tormes' sigue siendo un estreno, por la exclusividad con la que trabajan para cada uno de los espectadores que asisten a su montaje. No importa la categoría del espacio, pues cada uno de ellos acaba convirtiéndose siempre en la iglesia del convento de Alba de Tormes donde Teresa agoniza. Los vecinos de Morasverdes lo han sabido esta tarde, y se han trasladado con un grupo de hermanas carmelitas al siglo XVI para asistir al más importante de los bautizos de Teresa, el que la acogerá en el mejor de los destinos por ella soñado. Si un inoportuno dominico, enviado de la Inquisición tuviera a bien no intervenir en unos planes a los que no ha sido invitado.

Por toda la extensión del Campo Charro llegan polvorientas del tan largo camino a la comarca del Yeltes, un grupo de monjas, en cuyos hábitos, pesados para la estación que los vecinos de Morasverdes están viviendo, y también en sus rostros, preocupados y nerviosos, se denotan las penurias con las que viajan en cuerpo y alma. Siguiendo el curso del río que lleva el nombre de esta localidad, pasan por huertos y prados con cultivos para gentes y ganados, y se cruzan con varios molinos harineros en torno a los cuales la población empezó a formar su vecinal convivencia. Cruzan el río por un puente de arenisca, bien compacto y venciendo la tentación de meter sus cansados pies en la corriente de agua fresca, se encaminan rápidamente a la iglesia del pueblo, donde se va a producir un fenómeno transformador en la gente que allí aguarda.

Hay un pequeño pórtico sostenido por columnas que no permite ver el arco de la puerta de entrada, pero al oír las notas del órgano que dentro suena a manos del maestro Salinas, estas mujeres, carmelitas descalzas, hermanas de Teresa de Jesús y libres por ella, saben que han llegado a un final de camino que no tiene retorno, pero donde empezará el devenir de los acontecimientos más importantes en la historia de su madre. Y ellas van a contar al resto de los hombres por qué esto va a ser así.

San Bartolomé, patrón de Morasverdes, ha dado nombre también a su parroquia, cuya nave alargada acoge el desfile de las hermanas que cantan al son de los acordes del órgano. Llegan a un altar más cuadrado y alto que el resto del templo y ante un precioso retablo barroco de madera policromada, un Cristo agonizante en su cruz único motor de su maestra, las recibe en silencio, mientras la voz estridente de un dominico, da paso al desbordamiento de emociones, palabras, gestos y contenciones. Serán las claves en las que se va a dar a conocer a la mujer, ser humano en su elección de vida, inteligente en sus decisiones, y santa ante la posteridad. Una pila bautismal de piedra, ovoide en su interior y bien decorada en su superficie, sintetiza todo lo dicho y hecho en escena. Es de la misma fecha en que muriera Teresa, y el punto de partida de un ser que empezó sus pasos, detrás de su enamorado Jesús en alguna parecida a esta, y no hubo Rey, cardenal, noble u hoguera que detuviera sus sandalias, pensamientos y pluma. Sólo al aplaudir emocionados, los vecinos de Morasverdes tuvieron conciencia del maduro fruto que los actores de 'Lazarillo de Tormes' les acababan de regalar, dulce, amargo, redondo y lleno de aristas, humanidad en estado puro.