En los 90 yo hacía un programa de toros en RNE R5. Se llamaba Contrabarrera. Me lo pasé bien haciéndolo porque tenía completa libertad de realización. Yo escribía el guión, decidía la escaleta, la música, lo presentaba, hacía las entrevistas, lo dirigía?en fin Juan Palomo. Me gustaba especialmente la música y metía en el programa la música que me gustaba: copla, flamenco?aunque no pegara nada con lo taurino, que era la esencia y el espíritu del programa.
Un día vino al estudio desde Madrid a grabar una crónica de toros de la Feria de Salamanca, el prestigiosos y popular cronista taurino José Luis Carabias. Al escuchar mi programa dijo sobre la música: "parece un programa de crónica sentimental y rosa".
En principio no le di importancia al comentario, pero luego, dándole vueltas, llegué a la conclusión de que tenía razón. La música de un programa de toros tiene que ser el pasodoble, que para eso está, para decorar la fiesta de los toros. ¡Y a ley que lo hace bien!. El oyente identifica rápido una emisión taurina al escuchar la música de pasodoble. Aprendí la lección.
Viene este comentario a cuento de cómo comunican los últimos años la Feria de Septiembre de nuestra tierra. Con unas imágenes cuanto menos extrañas, que le dejan a uno perplejo. Que no digo yo que tengan su originalidad, incluso algunas, como la de este año de la cabeza de toro a partir de una concha de la archifamosa Casa de las Conchas, tenga el don del talento creativo, que lo tiene. Pero ese cartel no es el adecuado para anunciar un festejo taurino. Como no lo era poner a Bambino en mi programa, por mucha querencia que tuviera yo por el artista de Utrera.
Puede que sea muy moderno, pero no es taurino. No encaja, chirría. El toreo es comunicación, lo dejó dicho el gran teórico del asunto Guillermo Sureda, y la afición, cualquier tipo de afición: el veterano y el advenedizo, tiene interiorizado visualmente la imagen clásica del cartel de toros, que por otra parte, tantos y tan buenos artistas han trabajado. Recuerdo ahora a Saavedra, Ruano LLopis o al recordado pintor y extraordinario cartelista taurino vasco Luis García Campos.
Al final son lentejas, pero no es eso, no es eso?
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