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El mamífero agraciado por Dios. Ciencia y Fe.
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El mamífero agraciado por Dios. Ciencia y Fe.

Actualizado 27/08/2018
Antonio Matilla

El mamífero agraciado por Dios. Ciencia y Fe. | Imagen 1

Ediciones "Sígueme" se está empeñando en mantenernos al día por medio de iniciativas intelectuales un tanto arriesgadas que son de agradecer para mejor sacudirnos la mormera del pensamiento único dominante. Mi problema es la falta de tiempo, que no me permite seguir toda esta aventura intelectual, pero sí hacer excursiones de vez en cuando. Y así, un título atrae mi conciencia y mi bolsillo desde el escaparate de la Librería "Ars": 'El mamífero agraciado por Dios. Evolución. Conciencia. Libertad', cuyo autor es Ulrich Lüke, nacido en 1951 en Münster (Alemania), biólogo, filósofo, teólogo, catedrático de Teología sistemática en la Universidad técnica de Aquisgrán hasta 2017. No sé si es feo y sentimental, pero sí sé que es católico. Claro que, al no ser español, no tiene necesidad de cumplir los requisitos marcados para ser español por D. Ramón María del Valle-Inclán, pero me suscita envidia el comprobar cómo en una Universidad técnica se puede regentar, con toda normalidad, una cátedra de Teología sistemática, mientras aquí, en La Pell de Brau, o sea, en España ?vaya por delante el catalán para que no se enfade ningún indepe- asistimos al enésimo intento de erradicar la Teología Sistemática de la Enseñanza Primaria y Secundaria por parte del Gobierno diz que progresista del Sr. Sánchez Pérez-Castejón, que también tiene madre y no es plan de olvidarla en estos tiempos de igualdad de obligado cumplimiento.

El Libro de Ulrich Lüke me reconcilia con mi experiencia reciente de diálogo a ganglio partido entre la Ciencia y la Fe, la Fe y la Ciencia, llevado a cabo en el Auditorio de mi Sistema Linfático considerado en toda su amplitud. Y por darle un leve toque de autoridad tanto a su libro como a mi reciente experiencia biológica, médica y espiritual, transcribo un famoso aforismo de Albert Einstein: "?la ciencia solo pueden crearla los que están profundamente imbuidos de un profundo deseo de alcanzar la verdad y comprender las cosas. Y este sentimiento ?el deseo de alcanzar la verdad y comprender: el subrayado es mío- brota, precisamente, de la esfera de la religión?La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia, ciega."

Estoy contento por haber encontrado un alma gemela, digo la de Ulrich Lüke. Estoy convencido de que él suscribiría lo que yo dejé plasmado negro sobre blanco en mis memorias sobre la experiencia de la enfermedad redactadas hace ahora cuatro años y que saco en este momento, parcialmente, a la luz:

...Esta sobreabundancia de cariño amagaba con hacerme brotar alguna que otra lágrima en público y lo conseguía plenamente en privado. Los hombres también lloran, me dije, sobre todo cuando entran en contacto con el Misterio. Y dos eran los misterios que habían elegido mi sistema linfático como campo de batalla en el que seguir librando su guerra, antigua como el mundo.

Me refiero, en primer lugar al misterio del Amor, del Cosmos, del orden y la belleza, del bien y la verdad, de la misericordia y el perdón, de la alegría y la paz. Dios ha hecho bien todas las cosas y las ha hecho para mí; mis células recogen en las cadenas de su ADN toda la información que ha acumulado el Universo desde el Big-Bang hasta el día de mi concepción y posterior nacimiento; soy un microcosmos, una encarnación diminutiva del trabajo del Espíritu de Dios creando y modelando la materia desde hace un tiempito, digamos, aproximadamente, 13.500 millones de años, o sea, doscientas siete millones seiscientas noventa y dos mil trescientas ocho veces más del tiempo que llevo vivido desde mi nacimiento hasta hoy, con un margen de error de más menos 3,4%.

El segundo contendiente es el misterio del Mal, más misterio y más mal cuanto que yo no soy responsable de su existencia. O, al menos, no me consta: ¿mi linfoma es consecuencia de haber fumado? ¿Es fruto de no haber sabido evitar o embridar el estrés? ¿Será que mi sistema inmunitario, cansado de luchar contra enemigos exteriores, se ha despistado y ahora me ataca a mí y a mi sistema linfático? ¿Tengo algún gen torcido desde antes de mi concepción o se me ha torcido como consecuencia del contacto con algún tóxico externo? No están claros los orígenes del linfoma, lo que es patente es que lo padezco.

El Mal es artero, poderoso y traidor, pero es el segundo misterio, no el primero; el primero es el misterio del amor y de la misericordia de Dios. Pero Dios, desde que decidió salir de sí mismo creando el mundo y concediéndole autonomía, todo lo ha hecho para nuestro bien y, antes que después vencerá y ya está venciendo al mal, que va de vencida, lo cual no obsta para que pueda producir daños colaterales importantes. Estoy en manos de Dios, esa es mi convicción no demostrable; pero poco importan las "demostraciones" cuando he recibido "mostraciones" suficientes. Y es que esto de la confianza como actitud radical no es una idea que se me haya "escurrido" así, por las buenas?

Vivo la experiencia de que estoy en las manos de Dios?y de sus colaboradores. Y es que Dios necesita colaboradores porque ha querido necesitarlos. Y por eso puedo fiarme. Y como me fio, me abandono. En la vida es bueno fiarse. Es necesario fiarse. La confianza es esencial para vivir sin miedo y con serenidad, disfrutar del presente con alegría y atreverse a afrontar el futuro con esperanza.

Entre los scouts aprendí un juego que consiste en tapar los ojos al protagonista, rodearle completamente con un círculo de amigos e irle empujando aleatoriamente en una dirección o en la contraria, para ser recogido y acogido por manos amigas y no caer al suelo. Cuanto más se fíe el que está en el centro, zarandeado, más disfrutará del juego. Y, entonces, ¿cuáles son las manos amigas ?sacramento de las manos de Dios- en las que me he dejado y me dejo caer con confianza? Las de mi familia. Las de María, que cuidó muy bien a mi madre María Cruz, a mi tía y madrina Amparo y ahora me cuida a mí. Las de la Dra. Belén Vidriales, que es la hematóloga que, nunca mejor dicho, me ha tocado en suerte. Es un gran contratiempo padecer un linfoma ?y más contratiempo aún padecer otros tipos de cáncer?¡hay tantos?!-, pero es una suerte ser tratado por el Servicio de Hematología del Hospital Clínico de Salamanca; en otra galaxia puede que haya un equipo médico mejor; en este planeta tal vez haya uno igual, que lo haya mejor es difícil: trabajo en equipo, todos los médicos están al tanto de la evolución de todos los pacientes en sesiones clínicas periódicas, de modo que es indiferente qué médico te caiga en suerte; unión indisoluble entre investigación y atención clínica; acceso a los últimos tratamientos y Ensayos Clínicos que puedan ir apareciendo en el mundo; preocupación por la persona del paciente y sus circunstancias; trato amable? Las de mis amigos, viejos y nuevos, sacerdotes y laicos, mujeres y hombres, ancianos, adultos, jóvenes y niños?¡Cuántas veces me ha llamado mi obispo D. Carlos! Las de mis feligreses. Las de los jóvenes scouts y los antiguos alumnos que se han ido enterando. Las mías propias que, según dicen, algo estoy poniendo de mi parte?

Ciencia y Fe. Fe y Ciencia. Indisolublemente unidas.

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