Viernes, 10 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
“Este pregón es una gran oportunidad para agradecer el esfuerzo a aquellas generaciones que nos...
X
FIESTAS TRANSVERBERACIÓN

“Este pregón es una gran oportunidad para agradecer el esfuerzo a aquellas generaciones que nos...

Actualizado 26/08/2018

ALBA DE TORMES | Pregón integro de Jesús Pérez Losada

Alba de Tormes celebra sus fiestas patronales en honor a Santa Teresa y este año el encargado de dar el pregón ha sido el albense Jesús Pérez Losada, doctor en medicina y cirugía en el Instituto Molecular y Celular del Cáncer de Salamanca.

Pregón de Fiestas Alba de Tomes agosto 2018. Fiestas de la Transverberación de Santa Teresa.

Queridos paisanos de Alba de Tormes, es un honor y un orgullo dirigirme a vosotros en el pregón de las fiestas de la Transverberación de Santa Teresa. Cuando nuestra concejala de cultura, Sonia, el pasado mes de julio me ofreció esta posibilidad, inicialmente me quedé sorprendido, y le comenté algo así como "¿pero qué les voy yo decir a mis paisanos?" e inmediatamente pensé que ésta sería una excelente oportunidad para mostrar mi agradecimiento. En primer lugar, por haberme dado la oportunidad de dirigirme a vosotros en este pregón; por lo que os doy las gracias. Agradecimiento que personifico en el alcalde, Jesús Blázquez, en la concejala de cultura, Sonia Sánchez, en el concejal Manuel Iglesias "Malé" y en el resto de la corporación municipal.

Mis méritos son pequeños para el honor que me hacéis. Independientemente de lo grandes o pequeños que éstos puedan ser, su origen está en la educación recibida. Como escribió Gabriel y Galán en uno de sus poemas, "yo aprendí en el hogar en qué se funda la dicha más perfecta, y para hacerla mía, quise yo ser como mi padre era?". Aquí, permitidme la licencia, diré "como mis padres eran?" pues en el hogar, en la infancia y desde el ejemplo, es donde recibimos las primeras lecciones de vida. "Fray Ejemplo es el mejor de los predicadores", apunta el dicho y, en este sentido, primero tengo que dar las gracias a mis padres, Jesús y Ana María, gente trabajadora, humilde y honrada, que han sido mis guías y modelos. Lo poco o mucho conseguido o por lograr, a ellos se lo debo. Quiero también recordar aquí a mi hermana, Elena, de la que tanto aprendo cada día y, en especial, a mi mujer Asun y a mis dos hijos, Míriam y David, los tres son mi inspiración y un estímulo constante para seguir trabajando, mejorando y esforzándome.

Pero, como cita con frecuencia el filósofo y escritor José Antonio Marina, hay un aforismo africano que dice que "para educar a un niño hace falta la tribu entera". Por ello, tenemos que dar las gracias a las generaciones que nos acompañaron en nuestra infancia y juventud en Alba de Tormes. Agradecimiento que me permito hacer en nombre de toda mi generación (y felicito aquí a los "quintos del 68"). Ahora, desde la distancia en el tiempo, tengo la certeza de que estuvimos rodeados de "gigantes", de héroes, que en el día a día transformaron su mundo que hoy es el nuestro. Estos héroes, nuestros padres y abuelos, crecieron y se forjaron décadas antes, en épocas de dureza y carestía, y aprendieron a sufrir y a trabajar, en muchos casos, desde su infancia.

Sólo en la calle Sánchez Llevot donde viví (después, Álamo Salazar), recuerdo a muchos de aquellos "héroes de lo cotidiano" que cada mañana se levantaban a trabajar y abrían sus negocios para sacar adelante a sus familias, sin quejarse, día tras día, mes tras mes, año tras año. Me vienen a la memoria muchos de ellos y sus lugares de trabajo?, las fruterías de la señora Nati, del señor Severique y del señor Poli, las carnicerías de Rafa y del "Carlista", la peluquería de la señora Concha, la barbería de Lorenzo, las ferreterías de la señora Rosi y del señor Paco Jiménez "Florentín", la droguería del señor Bayo, el señor Marce el sastre, el bar de Fausti, y tantos y tantos otros... En la misma calle, se podía ver venir, siempre deprisa, al señor Paciano, el cartero, repartiendo la correspondencia; o a los "Jergones" dejando material de construcción a un lado de la calle para alguna obra realizada por albañiles excelentes (como los "Terios", los "Melas" y tantos otros). Rememoro a tantos héroes cotidianos: mecánicos, como "Garsán"; chapistas, como Leví y Jose; pasteleros, electricistas, fontaneros, carpinteros, como Sr. Manolo, Sr. José o los hermanos Cotobal; alfareros, camioneros y hosteleros; obreros unos, emprendedores y empresarios otros, en fin? ¡héroes todos! Algunos de ellos, todavía sacaban unas cuantas horas para "echarlas" en el huerto, como el señor Tito, Claudino el guardia, el señor Joaquín, el señor Florencio Criado o el señor Diego "Maruso", entre otros muchos.

Recuerdo como muchos de aquellos héroes todas las mañanas, a las seis y media, iban en el "coche de línea" a trabajar a Salamanca. Y como no evocar a los trabajadores de las pocas fábricas que habían en el pueblo. Como los trabajadores de la fábrica de harinas, compañeros de mi padre, al señor Faustino, a los señores Rafa y Cesáreo, y a mi tío Julián; y también a los de la Fábrica "de lanas", como el señor Damián Bueno, Antolín Rubio, el señor Rogelio, el señor Paco Pérez o mi tío Félix, entre otros...En fin, tantos héroes silenciosos, que en lo cotidiano, con su ejemplo y constancia en el trabajo duro, el esfuerzo y la honradez fueron nuestro ejemplo. No hay aquí espacio para nombrar a tantos héroes, ojalá cupieran, me gustaría que este pregón fuera su pequeño homenaje.

Verdaderamente, si nuestras generaciones "vieron más allá" que las que nos precedieron, fue, como apunta el dicho, porque nuestros padres y abuelos fueron "gigantes" a cuyos hombros nos aupamos nosotros. Gracias a su esfuerzo las siguientes generaciones tuvimos más oportunidades, más medios materiales y más libertad. Fue posible, por ejemplo, para muchos de nosotros estudiar en la Universidad, algo que, para nuestros padres y abuelos, en la mayoría de los casos, no fue asequible; a pesar de la valía de muchos ellos, que demostraron tener un talento natural. Decía Gaspar Melchor de Jovellanos que "España nunca será grande mientras las aguas de nuestros ríos se pierdan en el mar y las inteligencias de los niños de nuestros pueblos se desperdicien por no cultivarlas". Nuestros padres y abuelos fueron las últimas generaciones en que, por desgracia, se desperdiciaron gran cantidad de inteligencias por no cultivarlas, esto es, por falta de oportunidades.

Este pregón es una gran oportunidad para agradecer el esfuerzo a aquellas generaciones que nos precedieron; que si algo somos se lo debemos a su trabajo, a sus desvelos y a su ejemplo; y para que, al mismo tiempo, nosotros, nuestras generaciones, no olvidemos de dónde venimos.

Nadie puede dudar que los profundos cambios económicos, políticos y sociales se iniciaron y potenciaron desde leyes promulgadas desde el Estado por los sucesivos gobiernos. Pero hay que reconocer que todo cambio social se ejerce sobre el pueblo y, a la vez, es el propio pueblo quien lo ejecuta sobre sí mismo. Es el pueblo y los ciudadanos, los pequeños héroes anónimos de cada día, los que asimilan el cambio, lo llevan a cabo y cambian la sociedad en que viven y conviven.

Por todo ello, me ha parecido muy justo recordar aquí a aquellos que nos precedieron, muchos de ellos ya no están con nosotros, que con su esfuerzo de cada día contribuyeron a hacer nuestro pueblo y nuestra sociedad mejores, y nuestras vidas más completas.

Por extensión y justicia, quiero recordar también aquí a aquellos paisanos y amigos que se nos fueron prematuramente, en su juventud o en una etapa temprana de la vida, y que, siempre injustamente, no pudieron completar su proyecto vital porque el destino les arrebató su futuro. Como escribió el poeta Laurence Binyon:

"No envejecerán?

No les pesará la edad?

Al ponerse el sol y por la mañana

los recordaremos."

Es obligatorio también dar las gracias a nuestros maestros. Recuerdo nuestras primeras letras en las escuelas públicas del colegio Santa Teresa de Jesús. Después de sonar el timbre, corríamos por la "Cuesta del Castillo" abajo. Al final de la calle, al lado de su casa, estaba "Jandri" al que saludábamos y nos devolvía el saludo como él podía, con una sonrisa; de paso, con nuestro griterío, molestábamos a su hermana, la buena de la señora Antonia, que con frecuencia nos lanzaba alguna reprimenda, más que probablemente merecida. Al dar la vuelta a la esquina, un olor inconfundible a pan reciente salía del obrador de la panadería del Señor Chencho y su hermano Manolo; y, un poco más allá, en la Plazuela, de nuevo olor a pan, esta vez de la "panadería de Cubinos"; con lo que, "muertos de hambre", acelerábamos el paso para llegar a casa, comer y volver por la tarde a la escuela. Siempre hubo excelentes panaderos en Alba, aquí tenemos que recordar también, dentro de los de aquel tiempo, al "Quini" y al "Pesque".

Recuerdo que en cuarto de EGB (hoy de primaria) nos esperaban Don Antonio o Don Esteban. El bueno de Don Antonio nos leía todos los viernes por la tarde el evangelio del domingo siguiente, para ver si así "nos sonaba" y mostrábamos algo más de interés y atención en misa. Cómo no recordar aquí también a algunos de aquellos maestros que nos marcaron, a Doña Rosario, Doña Ascensión o Don Paco; y, fuera de la escuela, a Don Vicente, el "Portus", que entonces nos daba clases "de paso" (hoy extraescolares).

Más tarde, empezamos la enseñanza secundaria. Me gustaría recordar el Instituto de Alba de Tormes donde estudiamos, entonces llamado "Gran Duque de Alba", con unos profesores de primerísimo nivel. Para muchos de nosotros fue como un despertar y descubrir un mundo nuevo de interés por el conocimiento. Me gustaría recordar a mis muy queridos Dionisio Guadilla, Miguel Cobaleda y Maximino Nogueira, entre otros; así como a mis muy queridos también Don Germán y Don Francisco Delgado.

Me ha parecido oportuno recordar aquí, a modo de pequeño homenaje, a algunos de nuestros maestros. Como opina José Antonio Marina, toda reforma educativa tiene que apoyarse en el maestro. El maestro es la clave de la educación; sin él todo se derrumba. Ya decía Francisco Giner de los Ríos, nuestro mejor educador, "El maestro es lo más importante, y todo lo demás se evapora en la inutilidad si falta él. Dadme el maestro y os abandono el edificio, las instalaciones, la organización, los programas..., y todo lo demás." Nosotros tuvimos la suerte de tener algunos de esos maestros.

Tengo también que dar las gracias por todo lo que nos ofreció Alba de Tormes en nuestra infancia. Por la excelente biblioteca municipal, muy bien dotada para la época. Por el estupendo grupo de teatro "Talía", con actores de la Villa, aficionados pero muy brillantes. Por la Banda de Música. Por el cine, hasta con unos ciclos de cine fórum que se hicieron por entonces, incluso con invitados a un debate al terminar la película, recordando al programa "la Clave". El cine nos acercó de niños a un mundo especial; aunque, a veces, al inicio de la película, molestábamos al acomodador, el bueno de Álvaro Pérez, "Alvarito", que nos alumbraba con la linterna con rapidez para demandar silencio.

Decía María Zambrano que "una cultura depende de la calidad de sus dioses". No podemos ni debemos olvidar la cultura de la que venimos. De justicia es aquí mostrar nuestro agradecimiento a aquellos que contribuyeron a nuestra formación espiritual: a nuestra Parroquia, en aquella época tutelada por Don Florentino, a los Padres Reparadores, a los conventos de las Madres Isabeles, de las Benedictinas, de las Monjas de la Caridad y a los conventos de los Padres y Madres Carmelitas.

De niños, el domingo, íbamos a misa a la Parroquia o a "los Padres Carmelitas"; recuerdo que, en ocasiones, la misa la celebraba nuestro querido Padre Raimundo, que entonces era famoso por sus largos y prolijos sermones. A veces, era salir el Padre Raimundo de la sacristía y los niños ya estábamos murmurando "¡vaya, le toca al Padre Raimundo, le toca al Padre Raimundo!" y, sin embargo, qué no daríamos hoy por escuchar otra vez al padre Raimundo en una de sus homilías.

Nuestro presente se sustenta en lo que hicieron nuestros mayores. Por ello, nuestra generación tiene un reto muy importante, ser dignos de los que nos precedieron, y seguir facilitando y señalando el camino a los que vienen detrás de nosotros. Nuestra sociedad ha avanzado mucho, pero queda mucho por hacer. Tenemos la obligación de seguir mejorando como pueblo y como sociedad.

Para ello, tenemos una maestra de excepción en Santa Teresa de Jesús, en cuya vida y obra tenemos ejemplos y consejos que nos pueden ayudar a trabajar por un mundo y una sociedad mejores. Me atrevo aquí a señalar algunos:

En primer lugar, Santa Teresa unía a su creencia en Dios un profundo pragmatismo. El pensamiento y la vida de Santa Teresa no se entienden sin su creencia en Dios; recordemos su famoso "sólo Dios basta". Esa fe le daba fuerzas renovadas para sus empresas. Pero esa fe se acompañó de un hondo pragmatismo y, con ello, de trabajo duro cada día, porque la Santa entendía que la realidad no se cambiaba sola. Siguió el precepto de San Agustín: "ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti".

Santa Teresa hizo una crítica constructiva de la sociedad en que le tocó vivir. Fue capaz de reconocer dónde había una realidad que mejorar y después trabajó para cambiarla; así fundó el Carmelo Reformado. Para ello, luchó con constancia contra la adversidad y la oposición que fue grande, sobre todo, entre los hombres (tengamos en cuenta que aquella era una sociedad muy machista). Como ella decía: "todos estaban espantados de tal atrevimiento, que una mujercilla, contra su voluntad, les hiciese un monasterio".

Otra característica de la madre Teresa es que dio ejemplo desde la humildad. Santa Teresa entendía que cuanto más alto era el puesto y la responsabilidad en la sociedad, mayor era el ejemplo que había que dar. Tenía un concepto moderno de liderazgo. Como ella apuntaba, "la tabla de barrer, que empiece por la priora". Era partidaria de la naturalidad y la "llaneza", de no aparentar delante de los otros; como ella decía, "es gran alivio andar con claridad".

Santa Teresa, además, cultivó las virtudes humanas que ayudan a la convivencia. Como señala el padre carmelita, Eduardo Sanz de Miguel, "antes de hablar de la oración o de las prácticas religiosas, (Teresa) considera que es necesario dejar claro que el verdadero fundamento de la consagración religiosa está en las virtudes humanas que favorecen la convivencia: (como son) la autenticidad, la afabilidad, la educación, el agradecimiento, la laboriosidad, (e incluso) la higiene..." (Inquieta y Andariega, p. 29).

Santa Teresa estuvo profundamente en contra de los prejuicios sociales. En una época donde la honra se entendía como reconocimiento social por los demás, como la "pureza" en los orígenes del linaje y de la hidalguía, la madre Teresa se rebeló. Ella escribió que la fama y la honra, así entendidas, son "postizos sociales" y añadió que "importa no hacer ningún caso al linaje las que de veras quieren ser hijas de Dios".

Santa Teresa fue una persona que irradiaba alegría y una actitud positiva y optimista ante la vida. Insistía en apartar la tristeza del camino, "tristeza y melancolía, no las quiero en casa mía" decía. Consideraba que la santidad y la tristeza eran incompatibles; como ella indicaba: "Dios nos libre de los santos encapotados" y "un santo triste es un triste santo". Santa Teresa era admirada por su amenísima conversación, su trato afable e inteligente, su paciencia y su alegría; fue una persona muy optimista. Sus enfermedades, los muchos trabajos y las humillaciones recibidas nunca consiguieron disipar su optimismo. La madre Teresa fue siempre optimista ante la realidad que quiso cambiar.

Es verdad que hoy vivimos en un mundo con muchos aspectos que mejorar; tiempos recios, diría la madre Teresa. Pero, al mismo tiempo, hemos progresado de forma patente; vivimos en un mundo mucho mejor que el de nuestros padres. Aquí, me gustaría recordar a todos nuestros paisanos que padecen alguna enfermedad grave y, en especial, a los enfermos de cáncer. Aunque el cáncer son muchas enfermedades distintas, cada una con su pronóstico y evolución, me gustaría hacer aquí una llamada al optimismo, porque los índices de supervivencia y de curación son cada vez mayores, y siguen mejorando de forma progresiva. Cada vez hay más avances en el diagnóstico, en el tratamiento, la prevención y en la investigación; ámbito, este último, al que yo me dedico. Es verdad que queda mucho por hacer y, en ese sentido, no podemos olvidar que la principal fuente de progreso es el conocimiento. Sólo el conocimiento puede transformar la realidad que nos rodea.

Santa Teresa también dio una enorme importancia a la educación y al conocimiento. La madre Teresa era partidaria de la cultura y de las letras, así como de la formación de sus monjas. La principal vía de adquisición de conocimiento es la lectura y Santa Teresa fue desde niña una gran lectora. Ello, a pesar de la época en que le tocó vivir, donde el analfabetismo era muy frecuente, más aún en la infancia y todavía más entre las niñas. La madre Teresa insistía en que las prioras cuidasen de que la biblioteca conventual tuviera buenos libros y de que las monjas tuvieran tiempo para la lectura espiritual y para su formación todos los días.

Seamos conscientes de que el conocimiento tiene su base en la educación y, sobre todo, avanza e incrementa a través de la investigación científica. Una sociedad que apuesta por la educación, el conocimiento y la investigación apuesta por su futuro. Por tanto, es muy importante tener claro qué tipo de sociedad queremos, qué educación queremos y qué futuro queremos para nuestros hijos. Sólo el conocimiento puede asegurar que el mundo al que ellos se enfrenten sea diferente y mejor que el nuestro. Al igual que el mundo al que nos enfrentamos hoy nosotros, es mejor que el que afrontaron nuestros padres y abuelos.

Santa Teresa fue portadora de muchas virtudes que la hacen servir de modelo a los hombres y mujeres de todas las épocas. Esas mismas virtudes nos la presentan como una persona cercana y terrenal pero, al mismo tiempo, están en la raíz y origen de su santidad. Como escribió Gabriel y Galán en su conocido soneto a la Santa:

"?fue más divina cuanto más humana

Y más humana cuanto más divina."

El paso por la Tierra de la Madre Teresa dejó una marca indeleble y también un modelo de virtudes del que tomar ejemplo.

Termino ya, deseándoos unas felices fiestas con vuestras familias y amigos, y con unos fragmentos del poema dedicado a Santa Teresa por el excelente poeta salmantino José Luis Puerto:

"...Fundadora, andariega, caminante,

que creaste un moderno territorio

para expresar el alma,

Para vivir a solas y en contacto

con la parte sagrada

que llevamos muy dentro en nuestro ser?

Teresa de Jesús,

de Ávila y de Alba,

inspira nuestro canto,

dale intensidad y plenitud

e imprégnalo de alma."

Queridos paisanos:

¡Viva Santa Teresa de Jesús

¡Viva Alba de Tormes!

¡Felices Fiestas!

Comentarios...