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Piscina das Marés, entre el océano y la roca
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EN LEÇA DA PALMEIRA

Piscina das Marés, entre el océano y la roca

Actualizado 16/08/2018
Raquel Martín-Garay

Situada al norte de Oporto, permite un baño seguro en mitad del Atlántico

¿Quién no conoce Oporto y todos sus encantos urbanos? Su colorista Ribeira, el bullicio de la Avenida dos Aliados o la vitalidad del Mercado do Bolhão? Sin embargo, en el área metropolitana de Oporto encontramos lugares tranquilos, donde el ritmo baja y el mar se impone. El Jardim do Passeio Alegre comienza en Foz do Douro (desembocadura del Duero) y tiene continuidad en la Praia da Luz, enlazando al norte con Matosinhos.

La joven, pero con esencia, localidad de Matosinhos es mucho más que una ciudad dormitorio de Oporto y mucho más que la playa de la gran urbe. Tiene un pasado de lonja que aún se percibe en la rúa Brito Capelo, cuenta con una calle gastronómica ?rúa Serpa Pinto- donde recalan turistas, pero, sobre todo, lugareños y sí, también tiene un paseo marítimo con edificios altos de amplias terrazas con vistas al mar.

Siguiendo hacia el norte, llegamos al puerto de Leixões y su circundante polígono industrial. Cruzar hasta Leça da Palmeira a través de la pasarela movible, como peatón o ciclista, es una experiencia motivante, entre barcos, mercancías y automóviles.

A pesar de estar al lado de una zona industrial y con varios centros comerciales alrededor, Leça da Palmeira parece ajena a todo eso, y se nos muestra como el típico lugar de veraneo, repleto de casas ajardinadas, quietud y transeúntes sin prisa.

Leça da Palmeira tiene una larga playa con muchos conjuntos rocosos. Eso permite que las aguas lleguen algo más apaciguadas hasta la orilla, pero este mar no es un mar, es un océano. Muestra su bravura mediante mareas vivas que abundan durante el verano. En esos días, la bandera roja se impone, dando paso, con suerte, a la amarilla y, rara vez, a la verde.

¿Cómo tomar contacto con este océano que nos intimida así, haciendo alarde de su superioridad? Entre el agua dulce de una piscina en rectángulo perfecto, pero sin vida, y la salada de un mar que nos vivifica pero también nos amedranta, ¿habrá algún punto intermedio? Lo hay: la Piscina de las Mareas, en Leça da Palmeira.

Álvaro Siza Vieira, profeta en su tierra

La Piscina das Marés (una grande para adultos y una menor para los niños) está tan bien integrada en el entorno, -ni en la ciudad ni en el océano, ni en el agua ni en la arena, ni en el paseo marítimo ni en la roca-, que parece converger en un punto que, no siendo un lugar creado, tiene su propio espacio. Ha sido reconocida internacionalmente como una gran obra de la arquitectura moderna: altamente técnica, pero profundamente respetuosa y sin pretensiones.

Esa humildad le valió al joven Álvaro Siza Vieira el pasar a la Historia de la Arquitectura Contemporánea portuguesa como uno de los arquitectos más coherentes y valientes, al aceptar el desafío de la construcción de estas piscinas en 1961.

Probablemente, el hecho de que fuese hijo de la tierra le ayudó a plasmar su profundo conocimiento topográfico de la zona. Siza Vieira nació en Matosinhos y tenía solo 28 años cuando el ayuntamiento de su ciudad le encargó construir una piscina al norte de la localidad, de forma que naturales y visitantes pudiesen disfrutar de este océano que aquí lo es todo, pero sin que la zambullida implicase ningún peligro.

Álvaro Siza Vieira es el más prestigioso y premiado arquitecto portugués. Ganó el premio Pritzker en 1992, el más importante en Arquitectura, y encontramos obras suyas por todo el mundo, en Alemania, Estados Unidos, Corea del Sur o Brasil.

La Piscina das Marés, un pacto con el océano

Termina un típico día de verano en Leça da Palmeira con bruma, a veces con niebla densa. Empieza otro con bruma, nuevamente. Las corrientes internas que agitan este océano provocan que rompa en la playa con un alarde de fuerza. No se puede luchar contra él, tampoco engañarlo con la intención de domesticarlo, solo es posible rendirse a él, negociar para que nos permita un baño. La Piscina de las Mareas es una negociación con el océano Atlántico en régimen de inferioridad, aceptando sus condiciones generales.

En esta piscina el agua no está contenida, nos contiene a nosotros. Aunque sus paredes son de hormigón pintado de azul, no sabríamos decir dónde están los bordes, dónde empieza y dónde acaba, estamos en la piscina y en el océano.

Las estructuras simples, incluso toscas, de vestuarios, baños y lavapiés nos hacen imaginar que estamos realmente dentro de la roca, pretenden no llamar la atención del océano para no despertarlo y, al mismo tiempo, pasar totalmente desapercibidas para los caminantes del paseo marítimo, bajo sus pies y a la altura de los ojos del océano.

La humedad lo empapa todo, la madera tratada de las puertas y la escasa arena que se cuela entre las rocas, donde extendemos nuestra toalla. Un agua muy salada en una piscina bastante grande, con profundidad entre el metro y los tres metros noventa. Y enfrente, el océano por entero.

Hay otra piscina para los niños; de hecho, la mayor parte de los usuarios de estas piscinas son niños y, en general, familias. Por un precio de 6 euros los adultos y 3,50 euros los niños es posible pasar en la Piscina das Marés todo el día, desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde. También es posible optar por pasar solo la mañana o solo la tarde por 4 y 2,50 euros, respectivamente. Los niños hasta los 3 años tienen entrada gratuita.

La Piscina das Marés es un pacto, mediante el cual el océano nos concede su usufructo.

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