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Valentín Martín, corazón de tinta, carne de rotativa
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escritor salmantino

Valentín Martín, corazón de tinta, carne de rotativa

Actualizado 04/08/2018
Radio Guijuelo

Habla como escribe este periodista de raza que con Vermut y leche de teta, las crónicas magníficamente editadas por Lastura, llega a la treintena de libros publicados

En esta casa de Santa Inés dormían miles de pájaros que montaban tal jolgorio a las seis de la mañana que Valentín, cuando murió su madre la jardinera que cultivaba crisantemos para la tumba de su marido, quitó los árboles y dejó abierto el espacio a los campos y a la tierra Llevo cincuenta años trabajando de noche, durmiendo apenas cuatro horas y me he ganado dormirlas bien. Noches de tinta y rotativa. Pero todo empezó cuando cruzamos el río montados en un burro porque no había ni barca. A veces los burros se negaban y había un señor de La Maya que tenía una yegua que tiraba de ellos. De Salvatierra llegamos a Santa Inés varias familias, en esta época estaban las eras llenas de hombres y mozos, sus hijos, trabajando, cantando.

Bajo el calor, Santa Inés se estira sobre la colina. Hemos recorrido suaves curvas de regadío sin ver ese río que se embalsa más allá, en el pantano que obligó a las gentes de Salvatierra a dejar el pueblo y a asentarse en Santa Inés, donde se oye el silencio y se abre la sonrisa de Teresa, la mujer de Valentín Martín ¿Vosotras no sabéis que el rock and roll lo salvó el Opus Dei? En los tiempos de las grandes bandas estas ganaban dinero con los conciertos, entonces la directora de la discográfica Zafiro, que era del Opus, los contrató con una condición: "A mí que los melenudos ni se me acerquen". Rosendo por esa época se quiso ir y le condenaron al silencio, ese fue el castigo del Opus, que no le contratara nadie. Él siguió fiel a sí mismo y todavía toca, le quieren poner una calle en Vallecas. Rosendo es de mi edad.

Hablas como escribes, Valentín.

Tiene un perfil unamuniano, Valentín Martín, un discurso en el que se mezclan las aguas del presente, del pasado, las del Tormes, el Manzanares y los ríos de tinta que anegaron la España que se ganó la libertad a golpe de Transición. Habla como escribe este periodista de raza que con Vermut y leche de teta, las crónicas magníficamente editadas por Lastura, llega a la treintena de libros publicados. Voz que discurre a orillas de esta tierra donde pasa el verano atento al devenir del calor y de la actualidad que no cesa.

"La poesía de Marcos Ana era puro sentimiento porque no había ido a la escuela...

Es que yo no creo en la monogamia de los géneros. Ya lo dijo Scarlett Johansson, que la monogamia era antinatural. Yo no creo en la línea que separa los géneros literarios, en este libro hay poesía, hay teatro, hay crónica? Y en tus versos ?Y señala Valentín a Ángeles Pérez López, presente en el encuentro- hay emoción, pero también una perfección de la forma que no he visto nunca. Emoción hay en los versos de Marcos Ana. Mirad, andando en línea recta, a 29 kilómetros de aquí nació Marcos Ana, en una pedanía donde su padre era jornalero. Los jornaleros pasaban hambre y sufrían abusos de poder. Se fueron a Alconada, a Ventosa del Río Almar y luego, cuando su hermana se fue a servir a Alcalá de Henares, se llevó a la familia. Marcos Ana a los doce años era peón de albañil. Yo digo que los niños de la guerra éramos morenos, bajitos y cabreados. La poesía de Marcos Ana era puro sentimiento porque no había ido a la escuela, primero por hambre y trabajo y segundo porque a los 16 era cabeza de familia tras la muerte de su padre y a los 17 ya estaba en la guerra. Sufrió en la cárcel más años que nadie, preso como el padre de Teresa, como Miguel Hernández.

Ahora se reconoce la figura de Marcos Ana.

Sí, le hicieron un homenaje en Madrid. Al poeta que escribió "Decidme cómo es un árbol". No sé qué les pasa a los rojos que tienen una vida muy larga? La Pasionaria, Carillo, Camacho? a lo mejor es que además de ser comunista hay que tener carnet y mando en plaza. Eso es mejor que el agua de Lourdes. Al padre de Jesús Álvarez, el periodista, que fue de los primeros que trabajó en televisión con aquellas cámaras sin filtro que producían cáncer, le trajeron una botellita de agua de Lourdes cuando se enfermó, pero no era comunista y se murió. Pero yo os estaba contando que de monogamia, nada, que nada es excluyente. Esos amores que solo ven al ser amado no son amores, cuanto más quieres a una persona, más quieres a los demás. Los géneros se mezclan.

Y Marcos Ana escribía poesía?

Y no había ido a la escuela, a la escuela tampoco fue Paco Umbral. Umbral era hijo de una ciada y de un abogado famoso, padre de Leopoldo de Luis. Los dos hermanos llegaron a conocerse y a quererse. Ahí estábamos todos, haciendo una editorial que publicaba revistas como Gente o Siglo XXI? lo que no cambiaban las estructuras legales lo cambiábamos nosotros. Umbral no fue a la escuela por ser hijo de soltera, a la madre le daba vergüenza hacer los papeles. Lo que pasa es que el talento natural se impone, y ahí estaban, Manuel Alcántara, Umbral? en una época en la que lo mejor del idioma estaba en los periodistas.

Y en los cafés...

En los cafés me acuerdo de Cela, porque de Cela hay que diferenciar a la persona del personaje, que cada vez que veía aparecer a Buero Vallejo en el Café Gijón decía "Ahí viene Buero Vallejo que en paz descanse". Antonio Buero Vallejo no tenía motivos para estar alegre: al padre lo fusilaron, él estuvo preso en el mismo proceso que el padre de Teresa, coincidió con Miguel Hernández en la cárcel, se le murió un hijo? Cela ayudó mucho a Umbral, a Umbral y a otros a cambio de nada. Todos le criticaron cuando bailó en Estocolmo con Marina, pero hay que separar al hombre, Cela era muy generoso como todos los cornudos, y llevaba muy bien la afición de Charo por la literatura de Caballero Bonal

¿Se vive de escribir?

Se vive de escribir, lo malo es la hora de morirse. Celaya era metalúrgico y cuando se puso de novio de Amparixtu le dijo ella que qué hacía trabajando con el hierro, lo sacó de ahí. Vivió de lo que le publicaron y le cantaron y a la hora de morirse no tenía ni Seguridad Social. Mirad, yo respeto mucho a Francia, Francia no abandona a los suyos. Entre nosotros hay mucho cainismo, sin embargo cuando Celaya no tenía dónde caerse muerto y se murió ?otro rojo que llegó a viejo- se le ayudó. Fraga, que fue el azote de todos los periodistas, tuvo un funeral de estado, y a Celaya, un poeta, se le pudo dar tierra gracias a la caridad de la tribu literaria.

Esto no lo explican en las clases de literatura?

Los profesores, Carmen Borrego, tienen mucha responsabilidad. Entre los 10 y los 18 años del hombre todo es puro barbecho, hay que sembrar para recoger. El médico y el maestro deben ser vocacionales. Y no se trata de literatura o de matemáticas, sino de la persona que va a ser mañana ese chico. Estábamos hablando de que nada es excluyente. Marcos Ana y Umbral no fueron a la escuela y ahora vemos como la educación se está empobreciendo ¿Por qué erradicar la filosofía? Porque les interesa. O hacer la religión evaluable y, sin embargo, quitar el latín ¡Pero si hablamos latín sin saberlo! Ya le dijo Cicerón a Catilina, el Tejero de su tiempo ¿Hasta cuándo vas a seguir abusando de mi paciencia? Es una guerra perdida, lo que habría es que erradicar a alguno.

¿Y tú qué eres?

"Lo único que hay que seguir teniendo es curiosidad por las cosas

Yo quiero cambiar el mundo, busco, como Prudhomme, un mundo armónico, porque el anarquismo también está pervertido. Anarquista era García Calvo y se pegó al PSOE e hizo hasta el himno de la Comunidad de Madrid. Vengo de un lugar donde la alhóndiga hecha por los árabes para guardar el trigo se convirtió en un teatro. Un lugar al que llegó el Gobernador civil ?y yo recuerdo a los hombres recibirle a lo largo de la carretera de Montejo con el brazo en alto- a decirnos que nos teníamos que ir. Y nos acamparon en unos barracones a estrenar con sus paredes de lata y su suelo de tierra donde se hundían las patas de la cama. Eran puertas iguales y todas se abrían con la misma llave.

¿Dónde estudiabas?

En el Seminario Menor de Linares. Tardaba casi un día en llegar? nos dieron un bachillerato de lujo, venían hasta hijos de familias adineradas o bien para tener un hijo religioso o bien por lo buena que era la enseñanza. Estudiábamos latín, griego, comunes, urbanidad, gramática? Uno de los curas cogió un texto mío y lo mandó a El Adelanto después de pasarlo a máquina. Ahí estábamos comiendo en el refectorio quinientos niños de posguerra y leyeron mi artículo por megafonía, fue mi primer artículo y después ya no paré.

Luego estudiaste en Salamanca?

Como no tenía un duro, trabajaba en verano en las turbinas del pantano de mecánico electricista hasta que acababa el riego. Nunca tuve un duro y trabajé en mil cosas estudiando Letras y Magisterio. Una vez en Madrid le pregunté a Tierno Galván que por qué se había ido de Salamanca, yo no lo pude disfrutar? y me dijo "Yo no me fui, me echaron". Habían descabezado a la Universidad Española, pero ahí estábamos, en la época de la FUDE, del teatro? Ya lo dijo el obispo, que en Salamanca no se podían mezclar los estudiantes y los obreros, por eso mandaron las fábricas de coches a Valladolid. Estábamos sembrando el ansia de libertad en aquella Salamanca. Como era una ciudad universitaria con muchos extranjeros todo se pega? y luego estaba la literatura? nosotros íbamos a la Covachuela y los del Grupo Álamo al Novelty. Hacíamos revistas clandestinas, hacíamos teatro? y lo hacíamos en los pueblos, yendo en la vaca del autocar? Había tanta sed de libertad que nos recibían con los brazos abiertos a estas "embajadas culturales".

¿Y cómo llegaste a Madrid?

Al acabar Humanidades, decían que para escribir había que estudiar periodismo, pero éramos cuatro gatos. Teníamos que trabajar para vivir y en el periodismo se trabajaba por la noche. En la noche descubrí a gente con una moral distinta, la gente del teatro, de la pluma? teníamos hasta a nuestra Ava Gardner particular, que era María Asquerino. Yo no sé por qué dicen "Yo me acosté con la Gadner", lo difícil era no acostarse con ella. Y volviendo a lo de antes, había otros dos anarquistas, Fernán Gómez y Agustín González, que estaba emparejado con María Luisa Ponte. Fernán Gómez tampoco supo quién era su padre ni dónde había nacido porque su madre era una actriz que iba de un lado para otro.

La noche era otro mundo.

Valentín Martín, corazón de tinta, carne de rotativa   | Imagen 1La gente de la noche era más buena, me fue muy fácil ese mundo, eso sí, en Madrid nadie me enseñó más literatura que la que me había enseñado Don Marciano en el seminario. Madrid eran las letras de plomo y luego las linotipias. Y los periódicos donde había correctores, que eran hombres muy cultos, y periodistas que escribían muy bien. Lo difícil no era escribir, había trabajo y se valoraba mucho tener buena pluma. En MARCA los grandes columnistas eran grandes escritores. Lo malo fue eliminar a los correctores, a los taquígrafos. Me acuerdo de un periodista que cubría la noticia de la llegada de Pío XII, el papa Paccelli. Leía la crónica a uno que tenía un pie postizo de plástico y una muleta de sobaco, Robledano. Robledano no le entendía al teléfono de ninguna manera y el otro, desde Roma, acabó diciéndole "Paccelli con P de tu puta madre". Pío XII que, por cierto, era muy amigo de Mussolinni. Era un mundo nocturno y mensajero, aquel de los periodistas.

Ya nada es igual.

La vida es amable y exigente, nada se excluye. Mira, hemos vuelto al comienzo, a eso de la monogamia. Lo único que hay que seguir teniendo es curiosidad por las cosas. Y por la gente, oye, tú te llamas Charo Alonso Martín y no somos familia. Yo soy Valentín Martín Martín, si me llamara Luis Antonio de Villena tendría medio libro publicado.

¡Pero tú tienes más de treinta publicados!

Y no me leo nunca. Yo le debo toda mi literatura (o lo que sea) a Lázaro Carreter y al mejor profesor que hubo nunca, el sacerdote Marciano Sánchez.

Santa Inés sigue, inmutable, sobre su suave colina, pendiente de los encuentros poéticos y musicales que hace Valentín. En la carretera, ya casi en Alba, el coche de Carmen Borrego se adentra en una nube de ovejas y se detiene el atardecer de julio. Las tres callamos aún acunadas por la voz de Valentín, el coche mecido por el rebaño. Todo forma parte del mismo relato. Se lo tenemos que contar a Valentín Martín.

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