Profesor de Derecho Penal de la Usal
Hace unos días recibí un video de los que se distribuyen por las redes sociales que me provocó irritación porque su contenido, como muchos, no se ajusta a la verdad. Son de esas informaciones creadas ad hoc que manipulan intencionadamente la realidad con la finalidad de reorientar a la opinión pública hacia determinadas posiciones, que siempre son peligrosas, porque deterioran los jirones de la convivencia, generan conflicto social y enfrentamientos cainitas. Parece que determinados grupos mediáticos asociados a la ultraderecha están dispuestos a lo que sea para que sus simpatizantes políticos recuperen y mantengan el poder; a cualquier precio, no importan los medios que se utilicen con tal de conseguir la finalidad deseada.
En el video en cuestión se veían imágenes de actos delictivos cometidos por ciudadanos que por su color de piel no eran precisamente de raza aria: tirones de bolsos a señoras, sustracciones violentas de teléfonos móviles y otros objetos, cometidos a plena luz del día y en vías urbanas, sin que pueda determinarse en qué ciudades y países ocurren. Mientras se veían las imágenes una voz en off decía que estas eran las consecuencias de la entrada indiscriminada de inmigrantes que estaba apoyando el actual gobierno de Pedro Sánchez. A continuación, el video recogía unas declaraciones de Manuela Carmena (alcaldesa de Madrid) en las que ésta se manifestaba partidaria de la inmigración en nuestro país. Con esta manipulación de la información lo que se pretende, evidentemente, es establecer una conexión directa entre inmigración y delincuencia y que esto sólo lo provoca la izquierda y lo soluciona la derecha. Dicho de otra manera, sus diabólicos ideólogos lo que quieren transmitir es lo siguiente: "vamos a crear el conflicto, aunque sea virtualmente, para generar miedo en los ciudadanos, que éstos entreguen su libertad a cambio de seguridad y elijan a políticos conservadores y xenófobos que impidan la llegada de inmigrantes a nuestro país". Un mensaje netamente Hobbesiano precursor de los absolutismos y las dictaduras y no de los sistemas democráticos en los que se respeten los ideales de libertad, igualdad, justicia, pluralidad y solidaridad.
Mensaje que, por desgracia, está siendo rescatado por Trump y otros líderes políticos europeos. El ministro italiano de interior, representante de la extrema derecha, por ejemplo, se defendía hace unos días de las críticas que está recibiendo de intelectuales, dirigentes políticos de la izquierda italiana e incluso de publicaciones católicas debido a su política de mano dura contra los inmigrantes. Y se defendía con una histórica frase de Mussolini: "tanti nemici, tanto onore" (muchos enemigos, mucho honor).
En nuestro país, el nuevo líder del PP, Pablo Casado, está alimentando un mensaje parecido, un discurso antiinmigración acusando al presidente del gobierno de hacerse fotos en Valencia con el barco Aquarius, algo que no ocurrió. No obstante, estos argumentos se tornan contradictorios cuando el mismo Casado se ha hecho fotos en Ceuta y Almería saludando a inmigrantes que han sido rescatados de las pateras. Esta contradicción se extiende también a las soluciones planteadas por Casado, que ha propuesto un "plan Marshall" para África, al tiempo que ha pedido al gobierno de Pedro Sánchez que actúe "con responsabilidad y sin demagogia ante el drama de la inmigración".
Desde luego que Casado parece querer convertir en comedia la grave tragedia que padecen los inmigrantes, que huyen de las guerras, el hambre y las duras condiciones de vida de sus países de origen, como también lo hicieron cientos de miles de españoles a finales de los años 30 cuando nuestro país sangraba por todos su poros como consecuencia de la intransigencia y la venganza de los vencedores de la guerra con los vencidos.
Este líder del PP es quién está actuando con una demagogia sin precedentes porque lo último que reclama es precisamente lo que negó el gobierno de M. Rajoy desde que accedió al poder: Con ese gobierno descendieron las partidas presupuestarias destinadas a la cooperación internacional para el desarrollo. En 2009 se destinaron 2.808 millones de euros a estos proyectos de cooperación, mientras que en 2017 fueron tan sólo 509 millones. Es decir, la partida ha descendido el 81 %. Recordemos que la finalidad de las políticas de cooperación internacional para el desarrollo es la erradicación de la pobreza y la promoción del desarrollo que, en definitiva, es lo que detendría los alarmantes flujos de migración de los ciudadanos de esos países hacia Europa. En cambio, y aupado por la ola ultraconservadora de las políticas de Trump, los gobiernos de M. Rajoy han incrementado los presupuestos militares del Ministerio de Defensa.
Indudablemente, los movimientos migratorios, bien sean por causas económicas o políticas, siempre están presididos por la tragedia, la desesperanza y la tristeza de miles de personas que tienen que abandonar sus raíces, con el desgarro psicológico y sentimental que supone: en muchos casos no volver a ver, nunca más, a familiares y allegados ni los lugares que, de una u otra forma, les construyeron como seres humanos. En consecuencia, no podemos frivolizar sobre ello ni afirmar, categóricamente, como se hace desde sectores reaccionarios y xenófobos, que esos miles de seres humanos inician su éxodo con la finalidad de delinquir y vivir a costa del patrimonio ajeno. Por ello, es urgente que los países más ricos den ejemplo y se pongan a trabajar inmediatamente para intentar solucionar el problema que, necesariamente, se tiene que abordar entre todos y de forma solidaria, no caritativa, tanto en las ayudas a las personas que ingresan como a los países de dónde vienen, para que inviertan en educación, sanidad, fomento del empleo, bienestar social y respeto a los derechos humanos de todos los ciudadanos. Esta sería la mejor forma de erradicar la pobreza, la marginalidad y la represión y prevenir los intensos flujos migratorios. De forma solidaria y no caritativa, insisto, porque, como bien dice Eduardo Galeano "la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo".
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