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Variedad, ambientazo y un novillo vacilón
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Clase práctica en La Glorieta

Variedad, ambientazo y un novillo vacilón

Actualizado 12/07/2018
José Luis Sánchez

Se dobló la asistencia del jueves pasado. Los tendidos aparecían prácticamente cubiertos. Personal de todo pelaje y condición, mucho extranjero viviendo seguramente su primera experiencia taurina, negativa o no, quién sabe

La segunda clase práctica celebrada ayer en la Glorieta resultó tener, esto hay que decirlo antes que nada, un tirón popular realmente extraordinario e inusitado. Está claro que se aúnan circunstancias favorables para que las gentes, un gran porcentaje de jóvenes, suban los jueves por Torres Villarroel hasta la Glorieta para ver a cuatro chicos desconocidos y principiantes, desarrollar sus primerizas y bisoñas artes del toreo.

Ayer se dobló la asistencia del jueves pasado. Los tendidos aparecían prácticamente cubiertos. Personal de todo pelaje y condición, mucho extranjero viviendo seguramente su primera experiencia taurina, negativa o no, quién sabe. No es mi fuerte el cálculo, pero unas cinco mil personas sí que habría ayer en la plaza de toros. De acuerdo que es gratis, pero el ambientazo que ayer disfrutamos en una noche veraniega, de feliz temperatura, era para vivirlo in situ.

En lo taurino la variedad engatusó para pasar momentos realmente muy interesantes.

El castaño bociblanco y rabón que abrió plaza, de la ganadería 'La Glorieta', le correspondió a Rubén Blázquez, un espigado mozo salmantino que supo enhebrar templadas verónicas bien cimbreadas. El novillo, flojito, calamocheó mucho en la tela roja, pero obedeció los toques dentro de la incomodidad de su embestida. Además se pegó una fea voltereta, lo que mermó más si cabe sus condiciones motoras. No tuvo clase pero fue aprovechable. Después de un pinchazo y estocada con descabello, el torero fue levemente aplaudido.

De Badajoz vino Manuel Perera. Animado el torero en los lances de recibo, el novillo de José Cruz se mostró reservón pero fue muy bien llevado en la lidia en el segundo tercio y fue a más. Mandones muletazos rodilla en tierra del extremeño y después una intensa faena bien construida y basada en la quietud, el mando y buena sincronía entre terrenos y distancias. El valor fue buen aliño a un trasteo de buen nivel técnico. Pero, normal aunque desaconsejable, la faena no tuvo medida. Aún ésta laguna, la insistencia de Perera ante una embestida insulsa y tardona del novillo, tuvo mérito porque consiguió manejar aquello con un final de espaldinas, manoletinas y desplantes que volvieron a meter al público en una faena que parecía ir a menos. El burel amagó y descuadró y en un silencio sepulcral de toda la plaza el joven torero perpetró un bajonazo en evidente desatino. Dos orejas.

Emiliano Ortega sacó la bola del diablo. El novillo, precioso y en tipo por otra parte, de Aldeanueva (los recordados "rabosos") fue un mal dolor de muelas. Manso de libro y aquerenciado, el chico le dio fiesta mientras fue capaz y después de recorrer con amplitud la plaza tras el corretón animal, lo cazó de media estocada baja y descabello. Generoso, el respetable, acarició con una ovación la paciencia y el derroche de voluntad del joven torero.

Bonito novillo el cuarto, de Esteban Isidro, jabonero, bien hecho, bravo, noble, un animal de ideal comportamiento. A pesar del desarme, Rafael León lo lanceó con salero y buen compás. Un novillo que tuvo un comportamiento más que curioso y se diría que cómico en el segundo tercio. Por tres veces fue citado por el banderillero y por tres veces cambió el rumbo de su embestida para irse a otro subalterno. Parecía que le estaba vacilando.

León tuvo momentos de buen toreo, buen aire, que decimos, aunque en este caso concreto creo que la calidad del novillo tapó el voluntarioso trasteo del humano. Un final de adornos cadenciosos sobre el pitón izquierdo hizo retomar de alguna forma el vuelo de la faena que terminó apañuelada con dos orejas. A hombros, pues.

La Entrada, Tercio de Quites, Nerva?fueron algunos de los pasodobles que interpretó con su habitual buena sonoridad, la Banda de Música de Alba de Tormes, Dirigida por Mario Vercher.

Buen rollo y saludos mil después, en la corrobla del patio de caballos (lució rumberío el grupo Salamanco). Y un entrañable abrazo a un taurino de ley: Vicente de la Calle.

Toño Blázquez

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