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Luis Enrique de la Villa homenajea a 400 poetas universales en ‘Poemas eneasílabos’
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PUBLICADO EN MADRID

Luis Enrique de la Villa homenajea a 400 poetas universales en ‘Poemas eneasílabos’

Actualizado 03/07/2018
Higinio Mirón

Entre ellos hay autores vinculados con Salamanca, como Fray Luis, Unamuno, Gabriel y Galán, Aníbal Nuñez, Colinas y Alencart

Luis Enrique de la Villa Gil (Madrid, 1935) es catedrático Emérito de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Autónoma de Madrid y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. El pasado año presentó en Salamanca su poemario '307 haikús' en un acto celebrado en el Centro Cultural Hispano-Japonés de la Usal. Ahora, el catedrático acaba de publicar 'Poemas eneasílabos. La inspiración de los 400' (Colección El espolón encendido, Madrid, 2018), un atractivo volumen que contiene poemas cuyos primeros versos, que le sirven de inspiración para el resto del texto, son de autores reconocidos de todos los tiempos, principalmente. Entre los 400 elegidos hay poetas vinculados con Salamanca, como es el caso de Fray Luis, Unamuno, Gabriel y Galán, Aníbal Nuñez, Colinas y Alfredo Pérez Alencart.

Luis Enrique de la Villa homenajea a 400 poetas universales en ‘Poemas eneasílabos’   | Imagen 1Algunos autores resaltables a los que rinde homenaje De la Villa son: Ana Ajmátova, Vallejo, Apollinaire, Baudelaire, Borges, Góngora, Pasternak, Graves, Gumiliov, Heaney, Verlaine, Herbert, Miguel Hernández, Hikmet, Hölderlin, , Horacio, Quevedo, entre otros.

En su prefacio, Luis Enrique de la Villa se considera "un aficionado que poetiza sus opiniones para homena­jear a los poetas universales, a unos cuantos poetas de prestigio y a algunos otros de su capricho", además completó la presentación, señalando: "Suman todos cuatrocientos ?como podrían haber sumado bastante menos o bastante más en una treintena de lenguas, incluidas las cuatro españolas, sus cuatro dialectos princi­pales y el ladino. La ofrenda consiste en recordar algunos de sus versos y, desde esa inspiración, dedicarles otros creados sin apego uniforme a la belleza, materia, extensión, composición o rima de aquéllos, aunque sometidos siempre los pro­pios al metro eneasílabo, de árida y desusada armadura y poco amigo del deleitoso ritmo. La espina dorsal del poemario, si alguna, es la voluntad de andar el abrupto camino entre el nacer y el morir, en ardua búsqueda de un creador esquivo y escarceos con los veleidosos duendes del amor. Y el sesgo social ya practicado en los oficios de investigar, enseñar y de­fender. Puede que la poesía no sea más que pensar largo sobre texto breve y, seguramente, es la mayonesa de la vida".

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