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Suspiro de alivio en Kazan
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Mundial

Suspiro de alivio en Kazan

Actualizado 21/06/2018

España ofrece una pobre versión y sufre una tortura para derribar el muro iraní gracias a un gol de rebote y un chivatazo benéfico del VAR

Estrellada contra el muro iraní todo el partido, España logró este miércoles en Kazan una de esas victorias agónicas que se celebran con un gran suspiro de alivio. A falta de un fútbol imaginativo y dinámico, que es lo que exigía el rival, el equipo de Fernando Hierro necesitó de un gol de rebote de Diego Costa y un chivatazo benéfico del VAR, ambos en la segunda parte, para sumar tres puntos que dejan muy encarrilado su pase a octavos. Bastaría con empatar en Kaliningrado ante Marruecos, ya desahuciada y se supone que deprimida por la mala fortuna que le ha perseguido en este Mundial. Ahora bien, mucho tendrá que mejorar España si quiere tener opciones en Rusia 2018. Una cosa es que Irán fuese un dolor de muelas, que lo fue, y otra acabar con el corazón en un puño. Taremi, de hecho, tuvo el empate en el minuto 83 en un cabezazo desde el borde del área pequeña.

Desde el arranque, España se encontró con lo que esperaba, pero en una dosis mayor. Imaginaba cucharada y tuvo cucharada y media. De una Irán ultradefensiva, se entiende. Los pupilos de Queiroz, plantados con un 5-4-1, con Azmoun como único hombre arriba, o incluso con un 6-4-0 si veían que el rival ganaba terreno y se les acercaba al felpudo del área, se metieron en faena como un solo hombre. Les gusta defender y se les nota. Sus jugadores son de los que se felicitan y dan palmadas y abrazos de obrero tras un buen despeje, un cruce puntual o una oportuna cobertura. Están en su salsa resistiendo asedios y hay que suponer que se enorgullecen de su labor ingrata pero honrada. Si a un tipo de rival así, tan convencido de su propuesta, de su efectivo catenaccio persa, se le unen miles de seguidores en las gradas del Kazan Arena haciendo sonar una especie de trompetas horribles, al estilo de las vuvuzelas sudafricanas de infausto recuerdo, no es exagerado decir que la selección española vivió una tortura desde el pitido inicial.

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