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Tecnofili@sistencial

Actualizado 17/06/2018
José Antonio Mirón

La adoración a la tecnología y a la parte más científica de las actividades profesionales está cada vez más en cada rincón de nuestra vida y, en el comportamiento de los profesionales. Esta realidad no es perjudicial en sí misma, siempre y cuando, se tenga presente que son técnicas y/o herramientas tecnológicas que mejoran los procesos y los resultados que persigue un profesional competente. Por ejemplo, ninguna analiza ni produce un diagnóstico médico, éste es producto de la conjunción entre la clínica que ha referido y entresacado el médico a un paciente mediante una entrevista clínica que le permite elaborar una hipótesis diagnóstica y, mediante pruebas de certezas, algunas de ellas basadas en los avances tecnológicos, establece el diagnóstico con una adecuada sensibilidad ¨ que no se escape nadie, que la prueba lo califique como enfermo¨ y especificidad ¨que a nadie que se le diga que tiene una prueba positiva, esté realmente sano, la prueba lo califique sano¨. A veces cuando no hay suficiente especificidad ocurre lo que está ocurriendo por ejemplo con el TDAH, que se califica como tal por los síntomas en base a la sensibilidad de los profesores y/o de los padres o familiares y, se instaura un tratamiento con escasa especificidad. Es decir, puede ser un niñ@ sano; pero con distintas características, por la gran variabilidad individual y social que existe.

Actualmente por estar en la época de los mayores avances tecnológicos y científicos tanto médicos como pacientes, gestores y políticos sobrevaloran la efectividad y seguridad de las intervenciones de los medicamentos y las tecnologías diagnósticas y terapéuticas cuando lo esencial en el proceso asistencial es escuchar al paciente, realizarle una buena entrevista clínica y, hacer un buena Historia Clínica. Para ello hay que empezar por mirar menos a la pantalla del ordenador porque se pierde la atención en lo fundamental, el paciente. Además, éste se puede sentir inadecuadamente tratado, en un plano secundario, frente al valor que se le da a introducir datos en un ordenador. Lo primero es una escucha activa.

La causa principal de esta sobreestimación está en el poder de la industria y de las nuevas tecnologías y avances tecnológicos que viven de este sesgo socioeconómico e intentan influir en toda la cadena del proceso de formación del conocimiento, desde que éstos se generan en proyectos y estudios de investigación, hasta en su difusión, visibilidad y aplicación produciendo un deslumbramiento mediático, cuando no es oro todo lo reluce.

La Medicina es esencialmente una ciencia compleja que necesita de pruebas y evidencias científicas para ser segura, efectiva y de calidad. Además, los médicos deben desarrollar competencias y habilidades de comunicación e intervención y, principios éticos para aplicarla a todos los pacientes según sus necesidades y características, de manera personalizada, aquí reside el arte de la Medicina del que hablaba Hipócrates.

La Medicina del Siglo XXI, la que se trata de enseñar para seguir avanzando en la asistencia tiene que ser: Personalizada, a cada paciente lo que necesita. Preventiva, debe tener una orientación a la prevención en base a los conocimientos que se tienen sobre los factores de riesgo de las enfermedades crónicas. Predictiva, porque en base a la Historia Natural de las enfermedades y las características del paciente se pueden prever sus consecuencias y repercusiones. Participativa, el paciente tiene que tener un papel más activo porque el factor más determinante es su estilo de vida y la forma de afrontar los retos como son las enfermedades. Humana, porque la relación médico-paciente es una actividad de comunicación e intervención entre dos personas que persiguen un mismo objetivo, el Bienestar y la Calidad de Vida.

En mi opinión y, estimo que no me falta razón, esto se consigue con el recurso fundamental para la Vida, la Salud que proviene de llevar una vida saludable y satisfactoria. Y el que no esté de acuerdo, que asuma las consecuencias.

JAMCA

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