“No se puede quedar uno con la absurda idea de un rey pasmado cuando Felipe IV es el mayor...

"No se puede quedar uno con la absurda idea de un rey pasmado cuando este rey es el mayor coleccionista de arte de Europa". Así lo subraya, y constata en una biografía de más de 700 páginas resultado de un riguroso trabajo de investigación, el historiador Alfredo Alvar Ezquerra, autor de 'Felipe IV. El grande' (La Esfera de los Libros). El profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y miembro de la Real Academia de Historia rescata la figura del monarca que reinó durante más de 40 años, el reinado más largo de los Austria, y tuvo que enfrentarse a numerosos escollos políticos, guerras y tragedias personales. Felipe IV (Valladolid, 1605-Madrid, 1665), lejos de ser un "rey pasmado" fue conocido como Felipe el Grande o el Rey Sol, siendo "un gran mecenas" de las artes y las letras. Él mismo fue autor de numerosos escritos y llegó a traducir obras del italiano. Velázquez, Rubens, Calderón... nombres propios del Siglo de Oro español y del reinado de Felipe IV. Esta es su apasionante historia relatada con maestría y agudeza, y que su autor presentará este jueves en Salamanca (Librería Santos Ochoa, 19.30 horas), ciudad a la que siempre "voy con cariño".

¿Qué le llevó a escribir 'Felipe IV El Grande. La biografía del Rey Sol'?

Tenía interés por profundizar en el conocimiento intelectual y cultural de este rey. No se puede quedar uno con esta absurda idea de un rey pasmado cuando este rey es el mayor coleccionista de arte de Europa. Felipe IV fue además traductor, del italiano al español, de la historia de Italia de Guicciardini, que le lleva a hacer reflexiones de teoría de la historia y de la utilidad de la historia para los príncipes; autor de escritos, que además están en la Universidad de Salamanca, sobre la educación de su hijo el príncipe Baltasar Carlos, al cual le da recomendaciones de buen gobierno; el Conde Duque de Olivares le monta una biblioteca de uso y consulta en el Alcázar de Madrid, y tiene las inmensas colecciones de pintura en el salón de reinas del Palacio del Buen Retiro.

¿Qué ha hecho prevalecer esa imagen de Felipe IV como el 'Rey Pasmado'?

Torrente Ballester tiene una edición fascinante, una edición antológica, de las cartas de Felipe IV con la monja Sor María de Ágreda, cerca de 600 cartas durante más de veinte años, y eso lo escribe el rey de su puño y letra. Torrente hace una edición muy buena de esas cartas, y tiempo después publica esa novela sobre un rey pasmado que, a su vez, se lleva al cine. A esto se añade títulos de obras de Deleito y Piñuela como 'El rey se divierte', 'También se divierte el pueblo', 'La casa y la moda en tiempos de Felipe IV', que dan una imagen de frivolidad, más entretenida, que forma parte de una realidad pero que no es todo lo que aquello fue.

Más de 40 años de reinado, el más largo de los Austria. ¿Fue un gran rey Felipe IV?

Los resultados del reinado son chocantes o contradictorios. Cuando él muere, en 1665, su heredero, Don Carlos, tiene 3 años. Aquella monarquía, las grandes dinastías extranjeras podían haberla destrozado, y sin embargo hay una fuerza interior que mantiene todo aquello unido. Tiene periodos de una excelencia sublime, por decirlo de alguna manera, casi comparable a los tiempos de Carlos V. 1640 es el año crítico del imperio español, cuando tienen lugar en la península, en el mismo año, la sublevación de los catalanes y los portugueses. A partir de ahí, parece que todo va a saltar por los aires, pero se sigue luchando con unas energías fuera de lo común.

¿A qué grandes problemas se tuvo que enfrentar Felipe IV?

Hay uno de capital importancia, y es que es una única monarquía que tiene que defenderse contra el ataque de todas las de alrededor, sobre todo contra la francesa, más adelante contra la república de Cromwell, holandeses, ingleses, otros movimientos menores, los propios catalanes y portugueses... Felipe IV llega a escribir su deseo de dejarlo todo, pero no lo hace por el cumplimiento del deber que, como a Felipe II o Carlos V, le habían inculcado.

A Felipe IV le debemos, entre otras muchas cosas, haber descubierto a Velázquez, ¿qué destacaría de su faceta como mecenas de las artes?

Felipe IV es un gran mecenas. La colección del rey es una grandísima colección. A lo largo de su reinado compra más de la mitad de los cuadros que tenía la colección real. Sabe mucho de arte, le gusta hablar con Rubens, con Velázquez, bajar a los andamios de los grandes cuadros..., pero no es solo una cuestión estética, hay una gran intencionalidad política de la que él participa y que se la inculca el conde Duque de Olivares y Velázquez.

¿Esta biografía es un buen ejemplo de que reflexionamos poco sobre nuestra historia?

Este es uno de los problemas que ha habido en la historia, el propio maltrato de la historia de España, en ocasiones por derrotismo o por intentar decir, por la vía de la negación, que hubo un tiempo más glorioso. Asistimos hoy en día a todo esto, constantemente. En historia no hay contradicciones, sino falta de información o la mala intención.

'Felipe IV. El Grande'

Felipe IV (Valladolid, 1605-Madrid, 1665) reinó en España desde 1621. La fecha clave que marco las dos etapas de su reinado es 1643, año en que cayó en desgracia su valido, don Gaspar de Guzmán y Pimentel, que pasó a la historia como el Conde-Duque de Olivares. Cansado de aguantar las opiniones de un solo privado, el rey optó por reinar y gobernar personalmente, o por mejor decir, apoyándose en varios consejeros tales como fueron don Luis de Haro, don Juan José de Austria (su hijo natural) o sor María de Ágreda.

El autor

Alfredo Alvar Ezquerra (Granada, 1960), doctor en Historia por la UCM, es especialista de una etapa crucial de nuestra historia, los Siglos de Oro. Ha publicado decenas de artículos y libros sobre los personajes más notables y las gentes más menudas de los siglos XVI al XVIII, desde Isabel I la Católica a la emperatriz Isabel, de López de Hoyos a Cervantes, de Juan Sebastián Elcano al duque de Lerma. Es profesor de investigación en el Instituto de Historia del CSIC y miembro de la Real Academia de la Historia. Ha recibido la «Encomienda de Isabel la Católica».