Profesor de Derecho Penal de la Usal
Hacía tiempo que el PP no se tiraba al monte de la indecencia descalificando, insultando y vejando a todas las fuerzas políticas que le han dado la espalda en la moción de censura presentada por el PSOE contra el ya ex presidente M. Rajoy. Por otro lado, ya sabemos que el PP es incompatible con el ejercicio de una oposición leal y constructiva al gobierno de turno (lo demostró claramente en el último gobierno de Felipe González y en los de Zapatero); pero seguir apelando a las entrañas del patriotismo o la españolidad como atributo que ellos poseen y que los demás rechazan sólo sirve para crispar aún más la situación social y política de la España actual.
Resulta intolerable (por no utilizar otros calificativos más duros) que la mayoría de los miembros del PP y otros partidos de la derecha política (Ciudadanos y Vox, entre otros) manifiesten que el PSOE se ha puesto de acuerdo con independentistas, golpistas y proetarras para echar a M. Rajoy de la Moncloa, cuando la moción de censura es tan constitucional como cualquier otro precepto y su implementación no es ni más ni menos que el ejercicio legítimo de la soberanía nacional de nuestros representantes políticos en el Congreso de los Diputados. Todos y cada uno de los diputados que apoyaron la propuesta representan al pueblo español sin distinción del partido político al que pertenezcan. Es más, si lo cuantificamos en votos, los diputados que invistieron a Pedro Sánchez totalizan algo más de 12 millones de ciudadanos españoles, mientras que quienes se manifestaron en contra (el PP y Ciudadanos) representan a 11 millones.
Está claro, por tanto, que la moción es una manifestación del Estado de Derecho. Pero el PP nunca sabe perder, no sabe ser elegante con el contrario cuando le derrota y apela siempre a las entrañas exteriorizando la cara más amarga y los ademanes más rastreros. Cuando ellos gobiernan, pueden apoyarse en la formación política que les convenga, como hizo con el PNV para aprobar los presupuestos en el Congreso. Eso, para ellos, es sentido de estado y responsabilidad, pero cuando lo hacen los contrarios es traicionar a España, comulgando con separatistas y terroristas. Lo más grave es que lo han hecho siempre y parece que los ciudadanos padecemos una enfermiza amnesia, porque este carroñero mensaje les sigue dando réditos electorales.
Igual ocurre en relación con el cumplimiento del Estado de Derecho y el respeto a las decisiones judiciales. El PP dice acatarlas y respetarlas cuando los sentenciados y condenados son los otros, pero cuando lo son ellos, no se tiene por qué acatarlas y respetarlas, ya lo han dicho, entre otros, Dolores de Cospedal diciendo que, a pesar que lo que haya dicho la Audiencia Nacional, no es irrefutable y el PP no está condenado. Además, también manifestó que el argumento de la sentencia de la Gürtel por el que se pone en duda la credibilidad del testimonio del presidente del gobierno, M. Rajoy es "poco jurídico y tendencioso". Por su parte, Rafael Hernando acusó a uno de los jueces de la Audiencia Nacional que emitió su voto condenatorio para el PP, José Ricardo de Prada, de estar en sintonía con el mundo proetarra. Este señor, por cierto, tiene antecedentes graves de enfrentamientos en el Congreso. Así, en 2005, después de una tensa sesión parlamentaria entre el gobierno de Zapatero y el grupo popular, relacionado con el incendio que hubo en Guadalajara, Rafael Hernando amenazó a Rubalcaba en los pasillos del Congreso, diciéndole "eso no me lo dices a la cara" e intentando agredirle. La agresión no se produjo porque fue sujetado por varios diputados del PP.
Estos mensajes de "o nosotros o el caos", de "nosotros somos la auténtica España, los que llevamos su bandera en la solapa, los otros son los que quieren romper España, los que negocian con separatistas y terroristas, los que no respetan la ley", me hacen recordar los que impulsó en la dictadura franquista el psiquiatra Vallejo Nájera en su Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza, donde trató de demostrar científicamente que los que tenían "gen rojo": los republicanos, anarquistas, socialistas, comunistas y masones, padecían una inferioridad mental, una psicopatía antisocial, eran individuos "peligrosos en su maldad intrínseca", incluso eran más feos; como ejemplo ponía que debido a eso "Franco era más guapo que Azaña"; y contra ellos había que actuar. Vallejo Nájera defendía la "eugenesia positiva", que consistía en "multiplicar los selectos y dejar que perezcan los débiles". Estos argumentos que, en esencia, son los mismos que los del Tercer Reich, quedaron enterrados en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, aunque en España duraron, por desgracia, muchos años más. ¡No apelemos a ellos, por favor!
En España es necesario rebajar la tensión social y política, reconstruir y regenerar los jirones de la convivencia y abordar los problemas de la ciudadanía con serenidad, sosiego, honestidad y sentido común. España necesita un gobierno que no mienta y que trabaje incesantemente anteponiendo los intereses generales a cualquier otra pretensión partidista o personal. Pienso que el gobierno que ha propuesto el presidente Pedro Sánchez ha sentado las bases sólidas para ir en esa línea; sus miembros parecen preparados técnicamente. Nadie puede decir que "son el pasado", sino todo lo contrario. Démosles la oportunidad de reconducir nuestro futuro por la senda del progreso y la concordia.
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