Miratormes, un tesoro gastronómico con sabor a historia y tradición

Junio de 2018. El Miratormes cumple 50 años. Medio siglo de vida contemplan las paredes de este establecimiento hostelero, que conserva la esencia de sus inicios. El bar, situado en la Puerta del Rio, es un ejemplo de conservación, no solamente de sus instalaciones, sino también de la cocina tradicional y los guisos de siempre.

Para conocer la historia del Miratormes es imprescindible conocer la vida de Román Acevedo, impulsor del establecimiento hace ahora cincuenta años. Antes de abrir sus puertas, Román trabajó como administrativo en una empresa que actuaba en las defensas del rio Tormes, desde el pantano de Santa Teresa hasta Torrejón de Alba. La vida quiso que durante ocho años trabajase en Alemania como soldador y empleado en una fábrica de telas.

A los 26 años, en junio de 1968, Román Acevedo abre por primera vez las puertas del Miratormes. El lugar elegido por Román era una cuadra, propiedad de Rosa, su madre. En su restauración trabajaron Adolfo y Manolo Macotera, que respetaron la techumbre de madera y actualmente aún conserva el estilo original, como el primer día que abrió sus puertas.

Tres meses después contrae matrimonio con Eva Triguero, con la que tiene cuatro hijos: Román, Pedro, Eva y Alfredo. Desde su matrimonio, Eva se convirtió en una pieza clave del Miratormes, desempeñando su labor tanto en la cocina como en la barra. En sus inicios, era habitual ver su barra llena de pinchos de patatas bravas, jeta, riñones, peces y pinchos morunos.

Tan cerca se encuentra del rio Tormes, que durante sus cincuenta años ha sufrido varias inundaciones, la más grave que se recuerda fue la sufrida en 1997.

Los guisos más apreciados

Sus cincuenta años de historia no han hecho mella en la clientela que elige el Miratormes como punto de encuentro habitual para el tapeo. Es habitual ver a grupos de jóvenes degustando sus tapas más tradicionales: Lengua, rabo, oreja, chanfaina, patatas bravas, figones, calabacín relleno de jamón ibérico o tortilla. Todos sus productos son de primera calidad, materia prima producido principalmente en Alba de Tormes.

En el Miratormes se funde la historia de la villa ducal con el sabor de la tradición y de los guisos tradicionales. Entre sus platos destacan la deliciosa chanfaina, el arroz con bogavante, la paella y un nutrido grupo de platos de legumbres, carnes y pescados.

Cazadores y pescadores

Román pescaba tres o cuatro días por semana los peces que Eva cocinaría para sus clientes, aunque también compraban peces a pescadores de la zona como Vitin, los Severiques o Goyo de Galisancho. Durante su historia, el Miratormes ha sido punto de encuentro de pescadores de Salamanca, Peñaranda, Bejar, Piedrahita y Ávila, todos llamados por la riqueza del rio Tormes en bogas, truchas, cangrejos.

Los peces, la chanfaina, las alubias con liebre, el arroz con conejo y los gallos de corral eran y son los platos más demandados por cazadores y pescadores.

Pionero

Román Acevedo fue pionero en muchas facetas dentro de la hostelería albense. Fue el promotor de las fiestas en honor a Santa Marta, patrona de los hosteleros y fue elegido el primer presidente de la hostelería de Alba de Tormes. "Durante veinte años se hicieron unas fiestas grandes, comenzábamos con una misa, degustación de dulces, baile y excursiones con las familias de todos los propietarios de bares", recuerda Román.

Fue también el impulsor de descanso de un día a la semana para los hosteleros. "En Alba, solamente un bar se cerraba cuando algún familiar fallecía o se casaba algún hijo", detalla.

En el 1973, Román Acevedo inaugura 'El Caballo Rojo', es la primera discoteca de la villa ducal. Hasta 1984, Román es su gerente y del 84 al 86 decide alquilarlo. Dos años de pausa y la discoteca vuelve a manos de la familia Acevedo. En esta ocasión, sus hijos, Román y Pedro se ocupan del negocio y años después nacen el mítico 'Colores' y 'Discoteca Parche'.

Presente

En la actualidad, su hijo Pedro Acevedo, junto con su mujer Almudena Montero, son los encargados de conservar el encanto y la cocina gustosa, la de toda la vida, la que siempre sirvieron Román y Eva en el Miratormes.

AÑORANTES DEL AYER

Paco Cañamero (Año 2009)

Como uno llegó a Alba y no sabía dónde parar, optó por hacerlo en el primer bar que vio. Uno que está enfrente del precioso puente medieval (que entre otras cosas no tiene ningún arco igual) y recibe el apropiado nombre de Miratormes. Nada más acceder a él, el columnista se quedó entusiasmado al contemplar su solera, con su techo de madera y con un cubreescaleras, a un lado del salón-comedor, que marca el paso del tiempo con esplendor y le da un toque literario, como los que reflejaba Cela en su Viaje a La Alcarria.

El Miratormes recuerda a los bares de antaño; por eso, los añorantes del ayer, en su interior sienten el gozo de sus mejores años, mientras esperan unos minutos a que llegue un plato rebosante de exquisitos peces, que son un tesoro de la gastronomía y los sirven al punto exacto, en un ambiente distendido, con un camarero preocupado de que no falte de nada. Aún así, con la fuente humeante en la mesa, cuesta bajar la mirada en un marco, que es un museo de los viejos bares de épocas pasadas, aunque mejorado con el tiempo, pero sabiendo guardar sus esencias, en las que reside uno de sus encantos.

Al cabo de un rato, al abandonar el Miratormes, con la sensación de haber estado en un lugar donde se ha detenido el tiempo, uno cierra la puerta y observa, entre la oscuridad la cercana basílica de Santa Teresa...