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Carlos Luna Beovide, la luz se hace en la ciudad de Salamanca
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presentación del libro del profesor Eladio Sanz

Carlos Luna Beovide, la luz se hace en la ciudad de Salamanca

Actualizado 29/05/2018
Charo Alonso

El vicerrector Enrique Cabero y el director de Publicaciones de la USAL, Ángel de las Heras, acompañaron al autor en el Casino de Salamanca, del que fue socio el protagonista de este trabajo

En una tarde de primavera que más bien parece de septiembre, y en una Plaza Mayor que ha retrocedido hasta 1936, El Casino de Salamanca asiste a la presentación de la biografía Y la luz se hizo en Salamanca, Carlos Luna Beovide (1852-1916) del profesor Eladio Sanz. Una presentación muy sentida, porque como bien hizo notar Alberto Estella, presidente de El Casino, Carlos Luna fue socio de la institución que en aquella época se llamaba "Casino de Caballeros".

Espacio de encuentro entre la ciudad y la Universidad, Estella recuerda la vocación de acogida de la institución que, en la actualidad, digitaliza sus archivos para facilitar el Carlos Luna Beovide, la luz se hace en la ciudad de Salamanca   | Imagen 1acceso a la misma y que siempre está abierta para acoger las actividades de una Universidad que no solo está de celebración, sino que inaugura una nueva etapa de relación con la ciudad. Buena prueba de ello es este libro que, el Director de Publicaciones, Ángel de las Heras, ha leído como lector y no editor, disfrutando de la particular visión de la vida de Carlos Luna escrita por el Catedrático de Ingeniería de sistemas y Automática de la universidad, Eladio Sanz no solo reconocido como docente, sino investigador interesado en la historia tecnológica.

Una excelente prueba de la implicación de las publicaciones de la Universidad con la ciudad y con la ciencia que se detiene, en palabras de Enrique Cabero, en el origen de esa energía eléctrica, básica en nuestras vidas, que llega a Salamanca de la mano de un hombre emprendedor que instala en la ciudad la primera "fábrica de luz", y lo hace, según nos recuerda Cabero, en un momento crucial para la Universidad salamantina, a punto de desaparecer tras su gloriosa historia. Un instante en el que la ciudad recobró los estudios de Medicina y Ciencias, iniciándose un nuevo periodo de esplendor bajo el rectorado de Mamés Esperabé y del escritor Miguel de Unamuno. Tiempos complejos en los que se impone, según Enrique Cabero, la luz de la sabiduría y en los que llega, a través de su matrimonio con Inés Terrero, hija de hacendados salmantinos, un desconocido Carlos Luna, quien a lo largo de su trabajo en la ciudad traerá novedades como el alumbrado público, el segundo coche matriculado en Salamanca, nuevas patentes para las tenerías, los rayos X y que emprenderá la construcción en Traguntía de la casa de El Cuartón, donde vivirá su hija Inés Luna.

Y es en este espacio donde tanto tiempo pasó Carlos Luna, hombre de negocios en la Salamanca de Mirat, Maculet, Bomati o Moneo y donde seguramente coincidiría con Miguel de Unamuno, también socio de El Casino, donde el profesor Eladio Sanz presenta la biografía de un personaje con el que se identifica. Ambos dedicados al trabajo duro convierten la innovación en su trabajo, Carlos Luna como empresario emprendedor y visionario, Eladio Sanz como profesor capaz no solo de impartir electrotecnia, una asignatura atractiva y útil, sino de establecer el estudio de la Informática en la Universidad de Salamanca. Ambos, unidos por el interés del profesor universitario por estudiar el origen de las primeras fábricas de luz de la ciudad, origen que aparece imbricado en el epistolario familiar de los Luna donde la vida doméstica y afectiva se unen al desarrollo de la incipiente industria.

Investigador riguroso, empático biógrafo, científico de sólidos conocimientos humanísticos y gran conocedor de la poesía, Eladio Sanz no es un relator al uso. Su libro aúna la divulgación, la biografía, la evocación a ratos lírica y la comprensión absoluta del personaje. Un personaje de oscuros orígenes, casado con una heredera que le conduce a la muy detenida ciudad provinciana de Salamanca donde Carlos Luna podrá ejercer su talento emprendedor y visionario. Una vida de esfuerzo que, al cabo de los años, se rinde a la evidencia: su esposa desea vivir en la capital y disfrutar de la corte, arrastrando al empresario que tantas innovaciones dio a la ciudad de Salamanca y que alumbró la modernidad de la luz.

Una luz que nos devuelve al pasado desde la celebración, el encuentro y la evocación cinematográfica que estos días tiene la Salamanca de Unamuno, contertulio cierto de los encuentros en El Casino donde también estaría Carlos Luna. Hombres que hacen el siglo en torno a una mesa de café, llevando con sus negocios la modernidad a una Salamanca detenida, demorada en la intrahistoria unamuniana de sus trabajos y sus días. La luz no solo ilumina las calles, El Casino, el Liceo de Salamanca; la Universidad vuelve a cobrar brío y, en las palabras de Enrique Cabero, vuelve a ser faro de la cultura española. Y la historia se cuenta de nuevo con ese rigor propio del científico que retoma lo familiar para devolvernos un tiempo no tan lejano, un tiempo de hombres que traen la luz del progreso y se convierten, con el paso de los años, en materia memorable. Una evocación que une el pasado, la Universidad que festeja su aniversario, la ciudad viva y la institución que renace. Y todo en torno a la persona de Carlos Luna Beovide, aquel que hizo la luz mientras en los archivos, su biógrafo ilumina los renglones de los días, la página de la memoria. La nuestra, la colectiva, aquella que precisa del encuentro de los vivos. Y afuera, el pasado, bajo la lluvia, atardece mientras se encienden las luces.

Charo Alonso / Fotografía: Alberto Martín, Fernando Sánchez Gómez.

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