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Nombres de lugares marcados
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Nombres de lugares marcados

Actualizado 28/05/2018
Lorenzo M. Bujosa Vadell

Hay nombres que producen algún tipo de estremecimiento. Los medios de comunicación se han encargado de ello con profusión, y la realidad con frecuencia no deja de ser coherente con esa imagen inquietante. Existen algunas justificaciones para esa impresión. Hechos variados que de lejos son los que sobresalen y de cerca aparecen de vez en cuando, como manchas de un paisaje amable y acogedor.

La florida Medellín todavía produce escalofríos a los amigos a quienes cuento que voy a ir en breve por esos valles verdes y hospitalarios. Colombia entera sigue teniendo ese estigma, por mucho que algunos colombianos de corazón tratemos de aminorar la mala fama y de recordar ese genial lema de las autoridades turísticas de esas bellas tierras que, haciendo un atrevido juego de imágenes, ponían ante el fondo de imágenes espectaculares ?todas reales- la frase "El riesgo es que te quieras quedar".

Hay ciudades en Centroamérica a las que, Google mediante, son calificadas como las capitales mundiales del secuestro. Y cuando uno ha tenido la fortuna de ir allí se ha encontrado con gente necesitada de cariño, que abre los brazos ante el extranjero que pretende solo cambiar impresiones con ellos, aprender de su experiencia y sorprenderse de que sus algunas de sus normas son prácticamente calcadas a las nuestras.

Y el frondoso Brasil, continente desigual en sí mismo, que te recibe con una sonrisa permanente y te lleva de la mano a enseñarte verdaderas joyas encuadernadas por Portonaris, que aparte de una conocida librería salmantina, fue un prestigioso editor renacentista, y a recorrer calles y plazas que parecen barrios tropicalizados de Lisboa.

En efecto, te pueden decir que no conviene que mires los noticieros. La inseguridad es una plaga metonímica. Realidad que oculta otra más grande y más bella. Usted puede ver vehículos del ejército por las calles, hasta en caravana y con militares armados hasta los dientes. Pueden decirle que no se le ocurra pisar ciertas calles o, incluso las puede pisar con gente de la tierra para ver a gente menesterosa. Pero esto dista de ser todo.

Uno no pretende negar la evidencia y borrar de los textos escritos toda huella de los carteles dominantes y asesinos. Hay corrupción y hay muertes. Hay policías venales y hay estructuras perniciosas. No es sólo una pesadilla, es una verdad subyacente, que de vez en cuando sale a la luz con estrépito.

Pero nada de eso hará olvidar a los fiscales esforzados, a los estudiantes entusiastas, a los juristas proactivos, ni a esas mujeres lindas y risueñas que te traen y te llevan por donde ellas quieren. Y tú estás tan encandilado que miras al horizonte, por allá donde está el monte inmenso del faro, y cuando todavía no te has ido ya estás pensando en cuándo tendrás la fortuna de poder regresar.

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