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Alejandro Palomas: una madre, un perro, un amor… un escritor
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Alejandro Palomas: una madre, un perro, un amor… un escritor

Actualizado 13/05/2018
Charo Alonso

El flamante ganador del Premio Nadal con 'Un amor' dialoga con Isabel Sánchez Fernández sobre las relaciones humanas y la escritura

Tiene Alejandro Palomas la mirada limpia y directa, las manos que vuelan y la altura de quien mira el mundo desde la originalidad y la distancia que, sin embargo, no evita que sea uno de los autores más cercanos y queridos por un público que, en el marco de la Feria Municipal del Libro, atendió gozoso a sus palabras y fue atendido por este barcelonés altísimo, pleno de gracia.

Traductor, máster de poesía por el New College de San Francisco, profesor de escritura creativa, Palomas escribe poesía y novelas en las que ha creado un mundo propio, ese mundo que, con título como Una madre, Un perro, un amor se ha hecho un hueco en el corazón de los lectores que comparten sus historias sobre relaciones familiares, lazos de sangre, de amistad y de tragedia.

Presentado por Isabel Sánchez Fernández con el rigor que caracteriza al alma de esta Feria, siempre al pie del cañón durante las largas y gozosas horas de actividades en la Plaza, Palomas hizo reír al público cuando afirmó Cuando se habla así de mí, siento que es un epitafio y que parece que estés muerto. Poeta que escribe novelas, novelista que escribe poesía ?en septiembre publicará Quiero, el recopilatorio de toda su poesía-, Palomas, que vive aislado en el campo, es un experto en narrar todo tipo de formas de amor, y divierte al público cuando reconoce que no lee las críticas y que no permite que la actualidad entre en su esfera personal marcada por sus dos perros y su familia. La casa está donde no necesitas mentir. Una casa habitada por perros, como perro es el protagonista de una de sus historias para niños y para quienes no lo son, Las dos orillas, un álbum ilustrado donde cuenta la experiencia de la muerte de un perro con una cercanía y sutileza que reconoce su interlocutora, consolada tras una pérdida personal, por la historia del novelista.

La sutil y acerada inteligencia de Isabel Sánchez Fernández le hace ver que en la literatura española el humor no está bien visto a diferencia de la literatura anglosajona. Un humor del que hace gala, volando sus manos larguísimas, Alejandro Palomas: Aquí el humor está desprestigiado, no nos sale el humor inteligente porque pensamos que rebaja la calidad de la prosa, que tiene menos categoría. Autor que combina perfectamente lo trágico y lo cotidiano en un costumbrismo que suena con la dulcísima prosa de un hombre que afirma que tiene una escritura muy visual y que escribe como si lo hiciera con lenguaje cinematográfico, viendo escenas y con los ojos cerrados: Escribo con los ojos cerrados y no siento los dedos, veo las escenas una tras otra. Escribo poesía que quiero que se entienda y escribo para que me quieran, de una forma directa, no me gusta el adorno, no me gusta lo innecesario, alternando el humor y el dolor.

Capaz de mezclar las anécdotas de su vida, su particular forma de ver las cosas, su amargo recuerdo del acoso escolar que sufrió de niño por ser diferente, Palomas es un interlocutor riquísimo de discurso ágil, cercano, generoso en la entrega y, sin embargo, capaz de mantener un mundo propio rodeado de silencio una vez que se recluye en su casa, junto al que ahora mismo es uno de sus mejores personajes, el perro Rulfo. Este silencio de un hombre que, según él, se comparte mucho, tiene una cualidad cristalina, una voz propia entregada que, durante el encuentro con los lectores salmantinos, nos dio una lección de autenticidad y alegría. Vuelo de Palomas en una tarde de frío, palabras cálidas, literatura del corazón.

Fotos: Charo Alonso

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