En la primera quincena de mayo de 1936, aparecía publicado en la primera página de dos diarios leoneses ?'El Adelanto de Salamanca' y 'Heraldo de Zamora'- el artículo del abogado salmantino con ejercicio en Madrid Mauricio García Isidro, titulado 'Hacia el estatuto leonés'. El texto constituye un apremio dirigido a "las tres provincias, León, Zamora y Salamanca, limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes" para organizarse en región autónoma, reconociendo que "Estas provincias que formaron el antiguo y glorioso reino de León están en condiciones magníficas para solicitar el Estatuto". Su llamamiento es transversal, una característica propia del regionalismo leonés,"'apelando a los hombres de buena voluntad que, independientemente de todo matiz político, tengan cariño a la patria chica" y subraya la urgencia de la medida: "al Estatuto leonés debemos ir rapidísimamente, convocándose a la mayor brevedad una reunión preparatoria".
Esta es una muestra inequívoca de que el regionalismo leonés estuvo presente en el primer tercio del siglo XX y durante la II República. La reivindicación de un Estatuto de autonomía por Mauricio García, buen conocedor de la situación económica española, en especial la del medio rural, pretende evitar que la región -como resulta previsible- quede "en situación de inferioridad, tanto política como económica" y señala que, frente a las demás regiones autónomas "la única manera de defenderse es acudir al mismo procedimiento, hora es ya que nos preocupemos de nuestro porvenir, y todos unidos hagamos uso del derecho que nos concede la Constitución de la República en su artículo 11 y desarrolla en el 12 acordando la organización en región autónoma". El fin es claro: defender la Región Leonesa "de la codicia industrial de regiones que las consideran como colonias a explotar" para "organizar nuestra economía ? [y] la región de manera eficaz para paliar en lo factible el paro forzoso".
La propuesta de autonomía realizada por Mauricio García, y conviene subrayarlo, contiene aspectos trascendentales. En primer lugar, el reconocimiento de la identidad cultural e histórica de la Región Leonesa; en segundo término, la exigencia de igualdad entre las regiones españolas en el acceso a la autonomía y, por último, el diseño de un proyecto económico y social de futuro que contempla tanto el desarrollo económico como la reducción del paro. Todo un programa de plena actualidad incluso hoy.
Debe destacarse el hecho de que Mauricio García no es sólo un abogado brillante que ejerce en Madrid y que es un alto funcionario del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, luego Ministerio de Agricultura, sino que conoce de primera mano la política regional. No en vano su padre, Luis García Romo, lideraba la opción republicana en Salamanca desde comienzos del siglo XX; el mismo Mauricio fue candidato albista en Zamora en 1920, y su suegro fue alcalde de Fuentesaúco y diputado provincial en Zamora. Luis García Romo es toda una personalidad en la Salamanca de la época, un industrial reconocido, presidente de la Cámara de la Propiedad, miembro del Consejo de Administración del Banco del Oeste y presidente de la Diputación provincial de Salamanca en los años 30. Desde su función en el ministerio, Mauricio García conoce al detalle todo lo relacionado con el crédito agrícola y está directamente implicado en la creación de entidades de crédito en el medio rural de Salamanca (los pósitos), tarea en la que está también directamente implicado su amigo de infancia y político activo Tomás Marcos Escribano.
La propuesta de un Estatuto Leonés, dos meses antes del estallido de la Guerra Civil, no es obra de un aficionado bienintencionado, sino de un buen conocedor del Derecho y de la realidad social y económica de la Región Leonesa (bien definida por el Congreso en 1933 y que había elegido su representante en el Tribunal de Garantías Constitucionales: el leonés magistrado jubilado del Tribunal Supremo, Francisco Alcón Robles, siendo elegido vocal suplente el salmantino Vicente Tomé Prieto).
Hoy, como ayer, la Región Leonesa precisa un proyecto de futuro realista e ilusionante con los mismos criterios que apuntara Mauricio García: respeto a la identidad cultural e histórica, igualdad política y económica con las demás regiones españolas, acceso a la autonomía mediante la elaboración de un proyecto político que aúne el trabajo de cuantos amamos la Región Leonesa, independientemente del matiz ideológico. A esta labor de reencuentro con nosotros mismos están llamadas las tres Diputaciones Leonesas, los Ayuntamientos de las tres provincias y sus instituciones políticas, económicas y sociales; todos juntos, con la transversalidad propia de los leoneses, para defender nuestra individualidad y nuestro futuro como Pueblo Leonés y como Región histórica de España.
Miguel Ángel Diego Núñez, autor del libro 'Regionalismo y regionalistas del siglo XX (una antología)'