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María Salud Parada Morollón, poética del volumen
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entrevista con la escultora y pintora

María Salud Parada Morollón, poética del volumen

Actualizado 14/04/2018
Redacción

De su Ávila natal, la fuerza y la grandeza de los berrocales; de su cercanía, cálida y hospitalaria, la exquisita mezcla de color de los lienzos en los que se distingue, sólida y certera, la línea del dibujo?

Tiene María Salud Parada el discurso contundente, cinceladas las frases cortas. Entre sus cuadros, la escultora y pintora es una explosión de color, potente, carismática. De su Ávila natal, la fuerza y la grandeza de los berrocales; de su cercanía, cálida y hospitalaria, la exquisita mezcla de color de los lienzos en los que se distingue, sólida y certera, la línea del dibujo. Sobre la mesa, el magnífico libro, cuadro y canción de la artista y del escritor y músico Juan Mari Montes.

Salud Parada Morollón: Este Tratado sobre la melancolía es un buen trabajo. Buscábamos un cuadro para cada texto y un texto para cada cuadro. Disfrutamos mucho porque tenemos mucha afinidad, son años de amistad y admiración.

Charo Alonso: Salud, acabamos de perder a Venancio Blanco.

S.P.: Un gran escultor, grande. Es una lástima que la ciudad no tenga más trabajo aún de Venancio. Él no trabajó aquí, ni tuvo estudio ni fundición aquí pero su presencia en Salamanca era constante.

Ch.A.: ¿Qué recuerdos tienes de él?

"La técnica es importante, pero alguien puede tener la técnica perfecta y no decir nada"

S.P.: Todos magníficos. Antes teníamos una tertulia en la cafetería "El Marfil" los viernes, una tertulia de artistas. Venancio venía cuando podía. Recuerdo que yo era muy jovencita y estaban ahí todos, tu Genaro de Nó, que era un caballero? Genaro era un encanto de persona. Ahí estábamos todos, hacíamos exposiciones juntos. Antonio Marcos, Leopoldo Matos, Ángel Mateos, Severiano Grande? muchos, muchos? hablábamos, cantábamos tangos. Lo pasábamos muy bien.

Ch.A.: ¿Crees que eso puede volver a repetirse?

S.P.: No, no lo creo, ahora cada uno estamos metidos en nuestro garito.

Ch.A.: Salud, ¿hay muchos coleccionistas de escultura?

S.P.: Hay pocos coleccionistas de escultura, en Salamanca había tres que me compraban a mí, Luis Santos, Miguel Ferrar y Miguel Ángel García. Yo expongo y vendo fuera de Salamanca, pero sí, es una desventaja frente a la pintura.

Ch.A.: ¿Hay más vinculación con una escultura que con un cuadro? ¿Sientes desprenderte de alguna de tus obras?

S.P.: En absoluto, yo soy una trabajadora que lo que quiere es dar salida a su obra. Jamás me ha costado desprenderme de ellas. El cliente paga por mis obras. Naturalmente hay que saber adónde van, por eso todos los artistas llevan una lista con las obras y la gente que las tiene.

Ch.A.: Ya te he contado que busqué tu nombre enamorada de la escultura que tienes en el paseo Canalejas. ¿Cómo te defines, pintora, escultora, artista??

S.P.: Yo gané una beca para el Colegio de Roma a los 15 años. Dibujo desde que he nacido, y esculpo con barro desde muy temprano también. Como un pianista, todo es una cuestión de oficio. Y además de tener oficio, el artista lo es desde que no se parece a nadie, y ni mi pintura ni mi escultura se parece a nada de otros, eso determina ser o no ser artista.

Ch.A.: Siempre citas a tus maestros, como D. Mariano Alvárez del Manzano. ¿Hace tanta falta tener formación, técnica, como tener talento?

S.P.: La técnica es importante, pero alguien puede tener la técnica perfecta y no decir nada. Puedes pintar con una pintura maravillosa, pero tener el sello propio es otra cosa? y hay que trabajar, trabajar a diario, es como la música, en el momento en que dejas de tocar el piano todos los días, malo. Primero tienes que tener el oficio, desde muy pequeño. Yo empecé pronto con las clases, empecé a ir a un taller donde lo primero que hacía era machacar los pigmentos, aprendía, luego pintaba, esculpía?

María Salud Parada Morollón, poética del volumen   | Imagen 1Ch.A.: ¿Qué tiene que tener un escultor?

S.P.: El escultor tiene que tener las tres dimensiones ahí, en la cabeza, plasmarlas. Yo soy una escultora que pinta. El escultor primero dibuja, y el que dibuja, dibuja. El escultor dibuja con el hombro, con el trazo amplio. Hago el dibujo a tres cuartos, no hay esfuerzo pequeño. Hago el trazo, las aristas, los volúmenes. Este está dibujado de un trazo.

Salud Parada se aproxima a uno de sus cuadros, hace el gesto grandioso de un amplio trazo. Es el movimiento grácil de una bailarina, que, sin embargo, tiene el trazo robusto de quien sabe manejar el cincel, el escoplo y el soplete. Sobre el cuadro inundado de color destacan las líneas definidas, sólidas, de un magistral dibujante.

S.P.: El dibujo es dibujo, aunque sea un dibujo clásico y no abstracto, siempre es dibujo, dibujo sobre dos dimensiones. Luego se hace cuerpo. Uno de los más grandes pintores es Miguel Ángel, y es escultor. Picasso era un gran escultor. La escultura tiene cuerpo, volumen, dimensiones distintas que hay que calcular, tiene tamaño, no solo forma.

Ch.A.: Hay que vender. ¿Cómo llevas el mundo de las relaciones públicas para estar ahí? Se necesita tiempo para estar en sociedad, crear una personalidad?

S.P.: Tu personalidad no te la puede enseñar nadie, cuanto más te aíslas, mejor sale. Yo soy una mala relaciones públicas, tuve un marchante portugués que me ha vendido mucho en Francia, porque trabajo aquí, pero me muevo por el mundo, he expuesto en Italia, en Portugal, en Francia, en Bélgica? ¡En Rusia!

Ch.A.: ¿Crees que ha pasado la crisis y que la gente volverá a comprar arte?

S.P.: Pienso que en el mundo de los ricos se sigue vendiendo arte de 200.000 euros para arriba, obra cara, pero los artistas que nos bandeamos sentimos que ahora se vende poco por otros motivos que no son económicos, no porque no haya habido dinero, sino mucha falsedad en la oferta, gente que promete mucho y luego nada. O las ferias, ARCO es tan grande que hay cosas magníficas y mucha basura, arte que se hace para llamar la atención. Una parte del arte contemporáneo que se está haciendo en este momento es la gran mentira de algunos galeristas, no todos, que venden humo. Por suerte hay otras ferias con unos criterios muy sólidos, como la de Kaser. Desde que Duchamps fue capaz de vender un inodoro precisamente para reírse de la idea del valor en el arte debemos meditar mucho sobre eso.

Ch.A.: Habrás oído muchas veces que la mujer no está asociada a la escultura?

S.P.: Ha habido grandísimas artistas, pero es que las mujeres no están asociadas a ningún tipo de arte. Hemos estado discriminadas en todas las enciclopedias de arte. Nos hemos dejado porque los que han movido el mundo artístico y editorial han sido hombres. Ahora va a ser otra cosa, la instalación de los medallones en Salamanca del mes de marzo es un buen ejemplo, aunque nos ha costado encontrar a las primeras mujeres que estudiaron en Salamanca. Yo me he dedicado a María Dolores Gómez, profesora e investigadora de historia contemporánea, que fue un solo año rectora de la Universidad.

Ch.A.: A mí me gusta Barbara Hepworht pero solo se cita a Henry Moore, que fue su compañero de estudios, y no te cuento Camille Claudel y Rodin?

A mí también me gusta Barbara Hepworth, y sobre todo Catherine Cobro, una artista de principios de siglo que revolucionó el mundo de la escultura utilizando materiales como los hilos transparentes, los cristales?

Ch.A.: He visto una foto tuya magnífica en la que estás en tu estudio de escultura con una pieza y un soplete.

S.P.: Yo distingo dos tipos de escultura, cuando hago abstracción pienso en términos de acero, me gusta mucho trabajar con el acero. Y cuando tengo que hacer figuración, hago figuración. La primera escultura que hice de acero se la regalé al barrio de San Bernardo y al mes o así apareció rota.

Ch.A.: Tuve el privilegio de conocer a Agustín Casillas y decía que sufría terriblemente cuando ensuciaban o rompían una estatua. Las estatuas están a la intemperie, desnudas ante cualquier agresión. ¿Cómo lo vives tú?

S.P.: En esta ciudad tenemos una suerte inmensa con la obra de nuestros escultores, como la de Agustín Casillas que era un hombre grande, grandísimo. Muchísima tristeza por el desprecio por el trabajo de otra persona, porque se destruye lo que es de todos.

Ch.A.: ¿Te gusta que la gente toque tus estatuas?

S.P.: La escultura es justo para eso, para verla, tocarla, es táctil.

"El oficio del escultor depende en gran medida de los demás, tienes que modelar, soldar, positivizar en cera, calcular, pulir..."

Carmen Borrego: ¿Qué te inspira a ti, Salud?

S.P.: Yo no me inspiro, esa palabra me resulta extraña ¿A ti qué te inspira, Carmen? Nos inspira todo, por ejemplo, para el libro de la melancolía me documenté mucho, para el de los ángeles, también. Trabajé muchísimo sobre los 72 tipos de ángeles que define muy bien la iglesia católica, con lo que fue facilísimo. El más especial fue Metatrón, el que está en la espalda de Dios. Todo está basado en cosas antiguas, por ejemplo, estos dibujos japoneses de las series de televisión parten de los dragones orientales, de los personajes de los cuentos y leyendas.

Carmen Borrego: Haces cuadros muy grandes. ¿No es difícil tener una visión tan amplia?

S.P.: Estas de aquí son obras de dos metros por un metro. El cuadro más grande que hice era un cinco por tres y se me quedó chico. Tengo uno sobre pared, todo un mural, en Mallorca. Eso de la amplitud es que es fácil, todo lo que tienes está aquí, si tú crees que puedes, puedes ¡Anda que no hay andamios! ¿Por qué tenemos que hacer las mujeres cosas pequeñas?

Ch.A. Siempre hablamos del sufrido escultor?

S.P.: La escultura supone mucho sacrificio, no es nada cómodo, es mucho más. La gente no entiende el volumen. En este país no se entiende la escultura. En Italia tienen otro concepto del arte, tienen muchos más años de estética, de estudio y de aprecio del arte. Y todo es dificultad, hacer la pieza pequeña, plantearla en grandes dimensiones, modificar algún plano cuando cambiamos de escala. Los escultores somos una minoría dentro de una minoría, la minoría del volumen que produce un trabajo a la intemperie que tiene que soportar no solo el sol y la lluvia y la gente, sino la diferencia brutal de temperatura de hasta 20 grados el mismo día. Y eso lo resiste la encina, y la gente de la meseta. Somos una gente dura, los mesetarios.

Ch.A.: Esa dureza es la que no asociamos a la mujer por tradición. Vosotras rompéis moldes, tú, Narcisa Vicente Rodríguez? Tus esculturas de mujeres y maternidades son muy hermosas, tus cabezas, las miradoras de estrellas, las reinas e infantas?

S.P. La escultura es física también, es cálculo, es curva y arista, es materia. Por suerte tenemos muy buenas esculturas en las calles salmantinas, muy buenas, de todos, y debemos tener más. Son arte en la calle para todos. Es el arte más cercano y democrático.

Ch.A.: Oficio de escultora, estudios de Artes y Oficios.

S.P. Estudié Artes y Oficios, sí, a mí me gusta hablar del oficio del arte? era un espacio donde convivían el hierro, la pintura, el dibujo. Ahí verdaderamente se aprendía. El arte y el oficio es lo mismo. Y el oficio de un escultor depende en gran medida de los demás, tienes que saber modelar, saber soldar, positivar en cera, calcular, pulir? muchas cosas, la gente no sabe que una escultura tiene tanto trabajo, trabajo que se inicia con el dibujo.

Ch. A.: Y que termina en la calle, para todos. Tienes un estudio de escultura y otro de pintura ¿Trabajas ambas cosas a la vez?

S.P.: Eso es lo ideal, la calle. Puedes hacer piezas pequeñas en terracota, en metal? pero necesitas una gran inversión para hacer la pieza monumental, presentarte a un proyecto, recibir un encargo para que esas figuras se materialicen en grandes dimensiones que son muy costosas. Un escultor siempre trabaja grandes obras por encargo. Y sí, trabajo las dos cosas a la vez, aunque la escultura tiene su vida propia, a veces evoluciona con la materia. Y yo soy más de aristas que de curvas, me gusta la línea recta, me gusta Kieffer, me gusta la escultura a Nebrija de Pablo Serrano. Y en pintura me hago mis pigmentos, tengo una pintura de textura porque soy escultora. Todo esto es lo que soy, esto es lo que siento, mis cuadros, mis proyectos, esa Isabel reina que me gustaría ver tan grande?

Carmen Borrego: ¿Disfrutas más la pintura o la escultura?

S.P.: Yo pintando me lo paso muy bien, esculpiendo, ya no tanto.

Ch.A.: Tu última aportación a esta ciudad de escultores no sé si está colocada en el lugar adecuado, ahí en la Gran Vía.

S.P.: Yo decido, en la medida de lo posible, el emplazamiento. La madre Bonifacia está en un lugar perfecto, está enfrente de su colegio. Ella nació en una de esas calles, donde estaba el taller de cordelero de su padre. Es un personaje muy querido en Zamora donde la respetan mucho, pero no tan conocido en Salamanca donde realizó un trabajo increíble, organizó la ocupación de las mujeres y niños en sus talleres. Imaginaos en el siglo XIX una miseria absoluta, porque en Salamanca no había industrias, la gente trabajaba en el campo y cuando había sequías, la gente dejaba a sus hijos como trabajadores y hasta vendían a las niñas en el barrio chino. Los cordoneros hacían los cordones de los zapatos y los de los corsés de las mujeres. Ella enseñaba el oficio y a leer y a escribir y las mujeres podían poner sus propios talleres. Era una trabajadora que, gracias a un religioso catalán, hizo su colegio aunque luego vivió una situación injusta que le hizo marcharse a Zamora sin una palabra de queja. Yo la he imaginado como una mujer humilde, mirando al suelo, y trabajadora, con sus ruecas con las que trabajaba la seda. Las suyas, las originales, las vi en la Casa de Santa Teresa, ahí siguen. La madre Bonifacia no es solamente nuestra primera santa, es un ejemplo de trabajo y de entrega.

Oficio de entrega. Salud Parada estiliza a sus miradores de estrellas, redondea y abraza sus maternidades, sus parejas enamoradas, sus cabezas de mujeres fuertes. La suya es la expresión de un gesto, de un esbozo, del dibujo maestro que emerge de los colores que identifican su pintura. Colores que todo lo anegan de onírica luz donde florece el trazo. La forma en ella toma cuerpo y se alza hacia el cielo, ocupa la calle, despierta al ojo y al tacto con su poética del volumen. Un mundo propio que acariciamos, óleo sobre tela, olas de terracota, caricias frías de metal. El mundo de Salud Parada, materia del corazón, calor del color, dura ternura de lo sólido a la intemperie de nuestros pasos. Genio y figura. Oficio de escultora.

Texto: Charo Alonso

Fotografías: Carmen Borrego

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