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Gustavo Martín Garzo, La ofrenda a la literatura
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PREMIO NACIONAL Y PREMIO NADAL

Gustavo Martín Garzo, La ofrenda a la literatura

Actualizado 06/04/2018
Radio Guijuelo

El escritor vallisoletano presentó en la librería Letras Corsarias su última novela, La ofrenda, una poética recreación del mito de la Bella y la Bestia

El aire se serena en torno a Gustavo Martín Garzo y en el silencio de estantes quietos de la Librería Letras Corsarias su voz tiene la cadencia de los cuentos y el amor y calor de quien ama la palabra. El autor vallisoletano, Premio Nacional de Narrativa en 1993, Premio Nadal en 1999 y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en el 2004 entre otros muchos galardones, volvió a demostrar ese talento inefable que nos devuelve a la magia del relato con La ofrenda.

Magníficamente editada por Galaxia Guttemberg, la obra parte de una vieja película de Jack Arnold estrenada en los años 40 que también fascinó en su momento al cineasta Guillermo del Toro. Ambos artistas recrearían al anfibio deslumbrado por la mujer prácticamente en el mismo momento, aunque Martín Garzo solo fue consciente de la coincidencia una vez que acabó su novela. Un autor fascinado por el cine: En aquella España gris de mi infancia el cine era el lugar de la posibilidad, como lo es la poesía, que según Emily Dickinson es la casa de las posibilidades. Ambos son espacios donde todo es posible. Por eso las escenas de la vieja película, que nunca olvidó el autor y que proyecta brevemente para sus interlocutores, se convierten en esta novela en la recreación de un momento de fascinación, lo que para él supone la literatura. Fascinación por el mito, el que relatara Apuleyo a través de Eros y Psique, el que recreamos con La Bella y la Bestia y que nos sitúa, para Martín Garzo, en esa cita de Rilke que afirma que en lo horrible siempre hay algo que pide ser amado.

Convencido de la fuerza del amor para el rescate, el autor nos envuelve en la magia de los primeros deslumbramientos, aquellos que recobramos, según Juan Marsé, a través de la literatura. Este libro es la respuesta a ese deslumbramiento, algo me obliga a preguntarme por qué, ya que todos mis libros surgen porque me he sentido interrogado por algo.

La vieja leyenda del monstruo anfibio que vive en el Amazonas y que se lleva a las profundidades a una doncella es el pretexto a través del cual Martín Garzo nos sitúa de nuevo con su prosa fascinante en el mundo de lo oculto, de la fábula. La realidad y la fantasía que para el autor son lo mismo. La historia de su protagonista, una mujer herida que termina en una isla trabajando como enfermera para la misteriosa dueña de una casa encantada, discurre por las coordenadas de lo real con una cuidadosa documentación que explica así el autor Me compré una guía de viajes de las islas Mauricio y así describí mi propia isla. Después de todo, Salgari no salió de Italia y nos llevó hasta su mundo de fantasía. Y es en ese mundo de fantasía heredado de la literatura de aventuras donde la heroína descubre un secreto en el mejor estilo de la novela gótica de títulos como Jane Eyre o Rebeca. Un mundo perdido que envuelve al lector en una atmósfera acuática que contrasta con la tierra de origen de Martín Garzo, la más árida meseta, hombre fascinado por el símbolo del agua, vida, mujer, sexo y conocimiento prenatal.

Y es el conocimiento uno de los dones de este relator privilegiado. No se trata solo de la historia perfecta y sorprendentemente bien hilada en el tiempo y en el espacio con sorpresa incluida, se trata de una prosa plena de reminiscencias culturales y de citas sugerentes que también son un regalo en el discurso de Martín Garzo. Cuando afirma con esa voz serena y ligera en su profundidad que la literatura es hablar de lo perdido? los seres a los que amamos, aquellos que han muerto, el niño que fuimos? el público que llena la librería se envuelve en silencio. Un silencio que es diálogo para el autor con los libros que nos rodean.

Esta es la historia, para Martín Garzo, de dos soledades, dos seres enfrentados al mundo que deben salvarse a través del amor, de la imaginación y de la belleza. Porque para él, la imaginación es aquello que relaciona lo que la razón separa, y la razón nos dice que no existen los monstruos, y sin embargo, ellos nos fascinan. Citando a Zambrano, quien afirmaba que la piedad es la facultad de relacionarnos con lo que no es igual a nosotros, Martín Garzo nos incita a la unión con el otro, aunque este guarde un secreto que, en el fondo, refleja lo que somos.

El discurso de este autor fascinante es de una insólita riqueza y sugerencia. A través de una novela romántica no solo recuerda mitos de la cultura contemporánea, también incide en una constante de su narrativa y ensayística, el valor del cuento. Un cuento que es sinónimo de amor, de tiempo entregado y de historia que explica la realidad y que es inútil cambiar porque está en nuestra naturaleza como la maldad y la oscuridad.

¿Para qué leemos? Se pregunta Gustavo Martín Garzo coronado de libros, sumergido en los anaqueles de la memoria, en las la librería del corazón. Leemos para conjurar la muerte, leemos para vivir con más intensidad lo que vivimos. Leemos construyendo el Arca de Noe y recogiendo aquello que no deseamos perder mientras pasamos la vida relatándola al interlocutor que elegimos. Y leemos a este hombre admirable mientras a nuestro alrededor la vida cotidiana sobrepasa la magia, esa que nos devuelven los cuentos, la cultura, la belleza de sentir al otro? Calla la voz plagada de ecos de Martín Garzo, afuera llueve mansamente a ratos mientras las mujeres tristes nadan entre lágrimas rozando apenas la magia de aquello que despierta su deseo. Una novela magistral nos devuelve al gusto por escuchar y leer. El silencio es la más hermosa ofrenda antes de aplaudir al autor.

Texto: Charo Alonso

Fotos: Alejandro López

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