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Valentín Martín, la besana de la memoria
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UN MIRÓN DE SECANO

Valentín Martín, la besana de la memoria

Actualizado 04/04/2018
Charo Alonso Martín

El periodista salmantino, autor de poemarios y relatos, presentó su última obra en Manolita Café Bar, festejando también los cinco años de la Editorial Lastura

Tiene este lugar un espacio familiar de gentes que se quieren, paredes que cobijan arte y fotografías, obras para niños que ríen y se sientan en el suelo y encuentros memorables y emocionantes como el que tuvo lugar en Manolita Café Bar este miércoles de Pascua ventosa y fría. El calor lo puso la poeta gallega afincada en Salamanca Montserrat Villar recordando que no solo festejábamos al autor de Salvatierra, Valentín Martín, sino los cinco años de la editorial Lastura, un hermoso proyecto que tiene como lema "El idealismo como concepto editorial" y como cabeza y corazón a Lidia López Miguel y a la poeta Concha Miguel, presentes en el acto.

Para Montserrat Villar, la editora de Lastura no solo ha conseguido mantener vivo un proyecto que ya cuenta con 250 títulos, sino que ha creado una familia con su constante trato y cuidado con los autores. Y es cierto que Lidia López Miguel tiene ese entusiasmo desbordante de quien disfruta con su trabajo y que convierte los anhelos y deseos en esa realidad convertida en libro, ese libro que se pasea por ferias y presentaciones siempre con el esfuerzo titánico de hacerse oír en un mundo de estrépito. Con la tenacidad por bandera, la sonrisa siempre presta, la voz entusiasmada, la editora no solo festeja su quinto cumpleaños preguntándose hasta cuándo Lastura será considerada una editorial joven, sino que viene a ofrecernos un libro inusual que mezcla la crónica, el recuerdo, el relato, el microcuento, la poesía y el incisivo análisis de la historia contemporánea española en la pluma del escritor y periodista Valentín Martín, ese niño que salió de su pueblo salmantino para hacer la mili, operarse de anginas y hacerse una foto en un caballito en las fiestas de Alba de Tormes. Un hombre dedicado durante cincuenta años al periodismo, como recuerda su editora, que escribe en este libro maravillosamente editado, Vermut y leche de teta. Cuaderno de bitácora de un mirón de secano, Lo vivido, lo imaginado, lo contable y lo incontable.

Valentín Martín, según la poeta Concha Miguel, ha escrito un libro que parece un bolero por lo que tiene de viaje al pasado. Un viaje costumbrista y lleno de poesía cuando lleva al lector al reino de la melancolía a través del recuerdo, de la poesía y de las evocaciones no solo de su pueblo, sino de su nieto Miguel de cinco años. Un libro, para la poeta, Emoción en estado puro, escrito en defensa propia. Un libro lleno de compromiso social, intrahistoria unamuniana y, verdaderamente, poesía de las emociones.

Valentín Martín afirma ser un hombre de emociones, la misma que siente en esta Salamanca donde se encuentra con los niños de la posguerra que fueron sus amigos, sus compañeros en el colegio de Linares que No nos enseñaba a ser curas, sino a cambiar el mundo. Su talento oral no desmerece su prosa cercana, viva, plena de diálogos, de descripciones, de rapidez propia de una columna de opinión donde se juntan la Esperanza Aguirre que no se despeina al bajar de un helicóptero accidentado y el realizador salamantino Basilio Martín Patino rodando el 15-M. Todo tiene cabida en la prosa de este niño de Salvatierra de Tormes que vio anegarse su vega, los campos donde araba con su hermano, sin ser conscientes de la hora más que por el sol y el ritmo lento de los días. Un niño que desgrana el anecdotario de su colegio, de su Salamanca juvenil con el eco contestatario de Aníbal Núñez, de su llegada a Madrid donde trabajaría en los diarios Pueblo o Marca, escribiendo siempre los poemas como los dedicados a su segundo pueblo, Santa Inés, o las biografías y relatos que llenan su amplia producción literaria.

Merece la pena acercarse al cuaderno de bitácora de este mirón de secano que cambió la Salamanca de sus estudios por el Madrid de las redacciones vertiginosas, la prisa de la crónica que ahora se vuelve remanso de embalse en este libro divertido, crudo, poético, pleno, inteligente, puramente unamuniano en el recorrido del paisaje y del paisanaje. Todo cabe en la prosa de Valentín Martín, por eso es deliciosa su lectura, porque nos reconcilia con lo que fuimos y lo que somos, porque nos devuelve la inocencia, porque nos pinta esa España que no hemos dejado de ser pase el tiempo que pase. Un cronista de la realidad en una noche de viento en el cálido interior de Manolita. El calor del encuentro, del reconocimiento, de la fiesta de la palabra de quien es uno de los nuestros. Salvatierra, en su hermoso abandono junto al pantano pleno, está de fiesta esta noche, tiene un hijo predilecto más además de Don Filiberto Villalobos, un hijo de la memoria y del tiempo, magnífico, en el que los periodistas eran grandes escritores o los grandes escritores eran fantásticos periodistas. Ya fuera fútbol o toros, política o poética. Todo lo tiene este autor de secano que nos hace disfrutar de las anécdotas de un pasado que tiene mucho que decirnos. Y lo hace en este libro joven, tan joven como una editorial valiente y una editora llena de gracia. Festejamos Lastura, tan joven, tanto, como la intrahistoria de un periodista unamuniano que regresa a su tierra, Valentín Martín. Pura, deliciosa memoria.

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