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Jesús (¡sí está!) vivo
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Jesús (¡sí está!) vivo

Actualizado 02/04/2018
Enviado por  Francisco Iglesias Carreño

Puede que tal vez se ha querido testificar que, el proceso entrópico del universo (ese que perecerá de frio siguiendo las teorías de Boltzmann), formaliza un hecho creativo autónomo en el que el individuo brujulea dándole impulsos motivadores que lo reformalizan, en un movimiento cuasi continuo, donde su acomodo está referenciado en la materialización y el relativismo, que lejos de alzarlo sobre si, lo encadena a la circunstancialidad, la mediatez y lo efímero, dando pie a cualquier albur, inseguridad o acecho, ubicado en el nada ha de llegar después, siendo este un después generalizado.

Por la "Semana Santa" reiteramos/renovamos/plasmamos los últimos hitos de los momentos de "la vida de Jesús", rodeándola, en estas cercanías de nuestros entornos vivenciales (pueblos, comarcas, provincias, región y nación, sin perdidas de catolicidad), de una especie de sabor propio, cierta genuinidad y, por ende, de raíz con sello identitario , a mayores con adobamiento del primigenio ambiente de la Edad Antigua (en un primer embate del franciscano prerrenacimiento) en que tuvo lugar, ¡que históricamente fue!, como todos sabemos, dentro del concreto integral social del "Pueblo Judío", cuando este formaba, junto a otros muchos Pueblos, parte alícuota del Imperio Romano.

Sucede a veces que esto, lo del "Pueblo Judío", se nos escapa entre las manos, y nuestras sensaciones neuronales no manejan con agilidad mental lo de "algunos individuos de tal Pueblo" y "el Pueblo al completo", y, en atención a ello, no lo describimos con fidelidad, rigor y exactitud. Tal y tan concreto "Pueblo Judío" tenía, como otros Pueblos, una forma de ser muy particular, propia y significada, con unas "señas de identidad" muy diferenciadas-por su historia, lengua, cultura, costumbres, ritos e incluso raza ?y unas muy concretas creencias religiosas, que venían de muy antiguo, casi perdidas en el origen de los tiempos, ampliamente descritas, especificadas y documentadas, que lo hacían distinto/diferente/desigual a los otros Pueblos del orbe.

En ese peculiar "ambiente antropológico de interrelación" del "Pueblo Judío", sometido al fuerte poder político/militar/económico del imperio romano y a su penetrante influencia cultural- aunque encubierto en una falsa autonomía-, tiene lugar, como escenario espacial público, el desarrollo de "la vida de Jesús". De un Jesús individuo que, como un personaje más de la historia, debe estar sujeto al mismo tratamiento que otros personajes, y donde todos teníamos que analizarlo como tal, en el seguimiento de sus ideas, de su actividad y la de aquellos que, primero como discípulos y luego como Apóstoles, le siguieron.

"Jesús" actúa e interacciona, en su trienio de vida pública, en una doble vertiente, por un lado coge el Antiguo Testamento (el pasado) y lo actualiza, le da vigencia en el cumplimiento de las profecías, es decir lo remoza y pone al día y por otro lado, concatenándolo a la raíz inicial originaria de lo anterior, propone/proyecta/maximiza una disposición normativa propia y "ex novo" con el Nuevo Testamento , en una impronta e innovadora dinámica de "la regeneración/recuperación de la vida" de los creyentes. Esta "idea de la regeneración/recuperación de la vida", en todas sus manifestaciones, cual hecho global, gravita en el "mensaje de Jesús", que ya, en el inicio de su actividad, parece que hace de ella sujeto al "Pueblo Judío" para después dejarla, yendo paulatina y progresivamente, con intención directriz, en la dirección de extenderla/ampliarla/universalizarla a "todos los Pueblos del Mundo".

Para "los seguidores de Jesús", desde el protagonismo de las profecías cumplidas, él no vino a "cumplimentar la ley antigua", si no que vino a ponernos, a todos los individuos (hombres y mujeres), en el camino de progresar, en la creencia de su mensaje, hacia el futuro., y lo hace desde una base de lo antiguo , más su aportación principalísima, dentro de la permanencia de "algo" que, lejos de significar parón/freno/conservadurismo, implica una "renovación permanente y continua" por aplicación precisamente de "los principios de Jesús". ¿Qué mejor programa que las Bienaventuranzas?.

Estas "ideas de Jesús son revolucionarias para el momento histórico de su época, pero también, como curiosidad social, para los tiempos venideros (¿acaso nadie hoy día deja de ligar aquello de "antes entrara un camello por el ojo de una aguja que?", con la ultima lectura de las perversiones/pecados/corrupciones donde se denosta la acumulación de riquezas?), ya que rompen con un pasado inmóvil/fijo/determinista y nos lanzan, desde entonces, a una creciente participación activa , en "nuestro(s) ambiente(s)", tanto de forma individualizada como grupal.

Las "ideas de Jesús" con su (`ya nuestro´) "todos somos hijos de Dios" da a las personas (hombres y mujeres), y a los "Pueblos", ¡a todos y cada uno de los Pueblos!, un sentido de plena y total igualdad frente a cualquier interpretación que se efectuara en el pasado, que se haga en le presente o que aparezca en el futuro. Así, en estas "ideas de Jesús" vamos avanzando/progresando/interaccionando en nuestra sociedad, en nuestro alrededor, caminando, a veces parece, muy lentamente, hacia la plena equiparación de las personas y de los Pueblos, algo que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, más tarde o más temprano, tiene que alcanzar su grado óptimo de plenitud en todas las esferas donde plasmamos nuestras actividades. (Tenemos de 1948 lo siguiente: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros", pero lo de 1948 ya se considera en "las ideas de Jesús", cuando el astorgano ciudadano romano Pilatos (Imperio Romano) ? santificado en algunos lugares- mandaba en el lugar de asentamiento del "Pueblo Judío").

No olvidamos el "por que de la Semana Santa", y su exteriorización/dramatización/escenificación, pero "al mismo tiempo", debemos hacerla gravitar sobre "las ideas de Jesús", para qué no suceda que ambas cosas están disociadas o, incluso, contrapuestas.

De la "igualdad entre las personas y los Pueblos" pasamos, ¿cómo no?, a "otra" de "las ideas de Jesús" que, aunque parece que es diferente, es una consecuencia, en nuestro parecer, de toda lo anterior, ya que si "todos somos hijos de Dios" es obvio y fijo que entre nosotros, entre las personas y los Pueblos, hay una "relación de fraternidad". Esta "idea de Jesús" debió de ser de amplio impacto en su época, como posteriormente e incluso ahora. Pensemos en la relación Norte Sur o en algunas posturas respecto a la emigración,? a los vascos, los catalanes o que decir aquí de lo nuestro propio: los leoneses.

Podemos con "las ideas de Jesús", ser de "Pueblos distintos" que tienen "diferentes señas de identidad", pero, como señalábamos en otros momentos, somos de"una única raza": LA RAZA HUMANA. Todas "las ideas de Jesús" son de catolicidad.

Decíamos, ya en 1993, que las diferentes Regiones Históricas de España-nuestra Nación- nos ubican en los "Pueblos" que la forman-que como es sabido no se corresponden con algunas inventadas y artificiales Comunidades Autónomas- y estos se unen con los demás Pueblos de América, África,? del Mundo, formando un abigarrado conjunto de Hechos Diferenciales sustentados por "individuos que son iguales". Estas ideas se pueden tener por un análisis antropológico, pero también, con la apoyatura de "las ideas de Jesús", por un hacer religioso, y los cristianos católicos podemos y debemos conjuntar ambas líneas de actuación.

La Semana Santa en cuanto incide sobre la "vida de Jesús" no puede ni debe quedarse, para los cristianos, en una mera manifestación cultural, opción estética o simulación plástica que coincida o no con los gustos circunstanciales, las modas de la época o del momento coyuntural, que pudiera estar ligada a intereses, looby´s, negocios o situaciones-por ejemplo políticas- de cualquier índole, con independencia de la posible y/o presunta legitimidad de los mismos. Los cristianos tienen que actuar en las ocasiones, pero no ser solo de las ocasiones, es decir, tienen que estar en la coyunturalidad de los momentos pero no ser solo, ¡en exclusiva!, de los momentos. Los cristianos tienen que actuar, desmonopolizadamente, con sentido de la trascendencia (de las metas y el fin) en base a "las ideas de Jesús".

La Semana Santa no es algo que concluya en sí misma, ¡nunca lo ha sido!, y menos aún que este inevitablemente ligada a una representación escénica que, a nosotros, como legado y herencia familiar de nuestros antepasados, nos atrae sobremanera, conmueve y revitaliza, pero que, también, y en ello está la clave, nos renueva, año tras año, en nuestro compromiso cristiano individualizado y grupal por "las ideas de Jesús".

La Semana Santa concluye con un colofón incuestionable para los creyentes, cual es "la resurrección de Jesús", ya que ahí, precisamente con esa ocasión cimera, "unimos" todas aquellas "ideas de Jesús" con algo supremo, que solo Dios controla, que es la vida. Así "nuestro (de todos) Jesús", que ha sido condenando injustamente, torturado sin piedad y crucificado como un reo, alcanza, en nuestra particular opinión, su total dimensión divina.

La Semana Santa nos tiene que dar, ¡a todos!, la clave de nuestro futuro "en la permanencia de Jesús entre nosotros", en su ligazón permanente con quienes por él somos considerados, desde el inicio de nuestro ser maternal, "hijos de Dios" y "hermanos en el Señor". Para los cristianos la Semana Santa es un paso, uno más de la "plenitud de vida de Jesús".

De esta Semana Santa, como de las pasadas y de las D.m. venideras, debemos sacar, como postulación transcendente/mayestática/fundamental, lo que desde el rescate de nuestra memoria infantil tenemos asumido e interiorizado. Sí: "Jesús (¡sí esta!) vivo", y esta vivo para las personas y los Pueblos, para los de cualquier condición, situación o ubicación geográfica. Esa es la comunicación firme, ese es el mensaje, ¡el verdadero mensaje!, de "nuestra Semana Santa" que vamos a trasmitir, cual es " la permanencia viva de Jesús en los tiempos". Digámoselo a todos: Jesús (¡sí esta!) vivo.

Francisco Iglesias Carreño, del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo

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