En 2018, los electores de varios países europeos están convocados a las urnas para elecciones que tendrán repercusiones en toda Europa.
Léa Martínez
Activista por los Derechos Humanos
El auge de las formaciones nacionalistas, populistas y euroescépticas en países europeos como en Francia y Alemania, las violaciones de los Derechos Humanos en los países del Este, la crisis de los refugiados y el Brexit fragilizan Europa. Las diferentes elecciones de 2018, en Italia, Hungría y también en Rusia, tendrán impactos muy importantes sobre el destino de Europa y para las elecciones europeas de 2019.
En las elecciones presidenciales francesas de 2017, el partido de extrema derecha El Frente Nacional logró pasar a la segunda vuelta con el 21,3% de los votos; y en las legislativas, por primera vez, logró ocho escaños. En Alemania, en las elecciones de septiembre de 2017, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), con su política anti-europea y con una fuerte oposición a la política migratoria de Angela Merkel, entró en el Parlamento con 92 diputados y el 12,6% de los votos.
A finales del año 2017, el jefe de Estado italiano, Sergio Mattarella, disolvió el Parlamento y convocó elecciones legislativas para el mes de marzo de 2018. Los resultados de las elecciones del 4 de marzo de 2018 reflejaron situaciones ya conocidas por otros países de la Unión Europea. De hecho, ningún partido consiguió lograr la mayoría, y el país dividido se orienta hacia un bloqueo político. Los partidos tradicionales fracasaron y el gran ganador de este escrutinio fue el Movimiento 5 estrellas, que logró el 31% de los votos. Este partido populista, antisistema y euroescéptico fue creado en 2009 y ha ido adquiriendo más importancia hasta convertirse en la primera fuerza política del país. También hay que tener en cuenta el resultado de La Liga (17,6%), partido de extrema derecha euroescéptico y antinmigración, que lidera la coalición de derecha, la cual logró el 37%, y que tendrá un peso importante en las negociaciones para formar un gobierno. Durante la campaña electoral, en un país donde desde 2013 han llegado 690.000 migrantes, los partidos antinmigración se aprovecharon del temor de los italianos acerca de este tema.
Seguramente, las elecciones más seguidas por parte de los países occidentales sean las de Rusia. Vladimir Putin lleva casi 18 años en el poder, dos veces como jefe del Estado y tres veces como Presidente de la Federación de Rusia. El pasado 18 de marzo de 2018, sin sorpresa, Vladimir Putin fue elegido Presidente en la primera vuelta de las elecciones con el 76,6% y con una participación de 67,4%. Sus oponentes denunciaron irregularidades y fraudes durante el sufragio. A pesar de los problemas persistentes en su país, la popularidad de Vladimir Putin no se ha debilitado y su reelección solo es una formalidad. Los rusos ven en la figura de su Presidente el hombre que ha vuelto a poner Rusia en el centro de la escena internacional y que garantiza la estabilidad del país. Su principal rival, Alexeï Navalny, no ha sido autorizado a presentarse en las elecciones por una sentencia judicial. En cierta manera, Vladimir Putin selecciona los candidatos a los que se enfrenta, y se apoya en una impresionante propaganda. Ha de recordarse que en mayo de 2017, la Corte Europea de Derechos Humanos ya había condenado a Rusia a pagar una multa por "violación del derecho a elecciones libres" durante las legislativas de 2011.
El 8 de Abril, el Primer Ministro húngaro Viktor Orbán se presentará para aspirar a un tercer mandato consecutivo. Las elecciones legislativas en Hungría representan un test para la credibilidad del actual Primer Ministro y sus consecuencias para la Unión Europea pueden ser enormes. Viktor Orbán, en el poder desde 2010, se beneficia de una sólida popularidad. Su partido, el Fidesz, lidera las encuestas para unas elecciones en las que la única incógnita es la amplitud de la mayoría que tendrá el partido de derechas populista y nacionalista, y quién acabará segundo. En 2017, Viktor Orbán desplegó una energía impresionante para implementar su estatuto de contra modelo en el seno de la Unión Europea. La estrategia gubernamental consiste en crear enemigos en el exterior para unir a los húngaros detrás del hombre fuerte del país. Dicha estrategia se refleja en el refuerzo de la legislación, que dificulta y convierte la integración de los pocos refugiados que lograron el derecho de asilo en una misión casi imposible. En junio de 2017, la Comisión Europea abrió un procedimiento de infracción contra Hungría, Polonia y República Checa por negarse a aceptar refugiados. En 2015, el Gobierno de Viktor Orbán decidió cerrar su frontera y frenar la llegada de migrantes de manera violenta y sin respeto de los Derechos Humanos así como de los valores europeos. El Primer Ministro se mantiene en el poder a través de su control de los medios y de la justicia, lo que algunos llaman "democradura".
Una parte de la población multiplica las manifestaciones en contra de la xenofobia del Gobierno de Viktor Orbán para defender los valores fundamentales de la construcción europea. No obstante, el Gobierno no parece amenazado debido a la incapacidad de sus oponentes para encontrar una figura capaz de competir con Viktor Orbán. Esta ausencia de alternativa política incita a los socios europeos a la prudencia en el caso húngaro. La práctica autocrática del poder del Primer Ministro y las derivas de los Derechos Humanos preocupan a muchos países europeos.
La gestión de las consecuencias del voto en estas diversas elecciones de 2018 representa un gran desafío para los países de la Unión Europea con la perspectiva de las elecciones europeas en 2019 y de su futuro.
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