La muerte, otorga descanso definitivo a las almas, afirman los creyentes. Quienes no creen, tachan de eufemismo tal afirmación y, en su lugar, señalan: "Todo termina con la muerte; cuerpo y alma se desintegran, y nada de lo que conocimos permanecerá". Se trata de dos opciones igual de válidas. Pero, creer o no creer, es una cuestión particular que ha de resolver la propia persona sin intervención de nadie. Evidentemente, la muerte, constituye el final de un proceso que nadie puede revertir. Aun así, nos queda el beneficio de la duda. ¿Acaso muere el árbol cuando caen sus hojas? ¿Por qué el ser humano no puede formar parte de un proceso semejante, aunque de mayor complejidad?
M.Lamas (del libro Verbo y Barro)
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