Estamos en un mundo donde la "hipocresía" es la enfermedad más común.
Las personas hipócritas tienen la desfachatez de creerse limpios, de pensar que los malos son los demás, que los demás mienten, son infieles, egoístas, sin moral, sin principios.
En las relaciones con los demás, hemos de ser generosos, cercanos, honestos, cariñosos, sinceros, y la amistad ha de basarse en la confianza para que ésta sea el eje de una buena convivencia y crecimiento de la amistad.
Las personas hipócritas solo ven y valoran sus actos, se creen generosos y los demás somos huraños, egoístas, pues lo que tu generosamente aportas, para ellos no tiene valor e incluso los han desahuciado de su memoria.
Se atreven a hablar de valores, pero los suyos se basan en el dinero, en la riqueza, no en los sentimientos y de su vocabulario tienen retirada la palabra solidaridad y lo que esta significa.
Predisponen e influyen en los demás a sabiendas del daño que pueden ocasionar, con tal de llevar a cabo sus propósitos, sus venganzas y de salirse con la suya; y ante los demás, pareciera que nunca han roto un plato.
La persona hipócrita es intrínsecamente insolidaria, puede estar hablando y condenando injusticias y a la vez declararse admiradora del dictador y asesino Franco, el personaje más sanguinario que ha padecido este país.
También su insolidaridad las lleva a ser racistas y xenófobas, estando claramente en contra de los refugiados, de los ilegales, de los que sufren hambre y sed de justicia.
Otra de las cualidades de la persona hipócrita es su falta de moral, cuida mucho su imagen ante los demás, sin embargo su moral es nula pues es capaz de traicionar a escondidas incluso a quien dice amar.
Las personas hipócritas padecen también de megalomanía, que según la Real Academia Española (RAE) nos dice: "Trastorno mental que padece la persona que se cree socialmente muy importante", se considera y se vanagloria de tener muchos amigos y de ser muy querida por ellos, cuando en realidad es todo postureo, todo humo.
La persona hipócrita es egocéntrica, nunca piensa en los demás, ella tiene que ser el centro del universo, es a ella a la que hay que agasajar, cuidar, mimar y no separarse de ella ni un centímetro, por lo que son muy susceptibles, la RAE nos dice "Susceptible: que se ofende o toma mal las cosas con facilidad", por lo que sus enfados son permanentes, pero sin embargo no dudan en usar el látigo de la indiferencia a sabiendas del daño que producen con esa actitud.
Pero eso sí, se puede enfadar y hacer daño con su indiferencia, insultarte, denigrarte, pero jamás verás que sale de su boca la palabra "perdón", pues su orgullo no les permite reconocer sus equivocaciones, por lo que se convierten en personas rencorosas.
Su ego hace que se sientan queridas, únicas, importantes, son como ese gato que se mira en el espejo y en él ve la cara de un león.
Creen que ser buenas personas es escuchar la emisora de la Iglesia (COPE), y el asistir a misa aunque no se enteren del mensaje de la biblia, donde Jesús les dice que hay que estar al lado de los pobres, sin embargo cuando usan el sufragio del voto, meten en la urna la papeleta del rico, de aquellos a los que Jesús echó del templo a latigazos.
Es muy reconfortante ver la cantidad de gente buena que nos rodea, incluso aquellos que no creen en Dios y que a muchos me encuentro en mis viajes a África en los Campamentos de refugiados en el Sáhara, personas humanistas que ningún Dios puede condenar por su enorme amor y sacrificio por los que sufren en mitad de la hamada, en mitad de la nada, es muy triste también darse cuenta de las personas hipócritas que te rodean, aquellas a las que Jesús llamó "sepulcros blanqueados" .
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