La actualidad política de esta semana ha pasado, indudablemente, por el debate acaecido en el Congreso de los Diputados sobre la cuestión de la prisión permanente revisable, habiendo solicitado la mayoría de esta Cámara su derogación.
Entre los argumentos esgrimidos para pedir que se elimine la prisión permanente revisable, uno de los más manidos ha sido el de que esta medida sería una suerte de "venganza" hacia un recluso que hubiese cumplido la condena que le habría impuesto un tribunal.
Sin embargo, uno se plantea el sentido que tiene mandar a la calle a quien, a la hora de revisar sus condiciones personales, se muestre como no reinsertado, y cuya puesta en libertad podría tener como consecuencia la de enviar un peligro potencial a la calle, del cual alguien podría acabar pagando las consecuencias, sin tener culpa ninguna.
Asimismo, cabe recordar que la prisión permanente revisable es una medida que se plantea solo para casos especialmente graves y, por ende, se impondría sobre sujetos especialmente peligrosos, que se considerase no se encontrarían en condiciones de ser reinsertados en la sociedad.
Personalmente, me aterra la idea de que un asesino en serie, o un violador múltiple puedan volver a pisar la calle, por un lado porque no creo que lo merezcan, y por otro, porque dudo mucho de sus posibilidades de reinserción.
No obstante, si una vez cumplida su condena, los expertos tras revisar su caso pormenorizadamente, considerasen que estarían reinsertados y no habría posibilidad de que reincidiesen, podría aceptar su puesta en libertad, pero sin esa revisión me parece poco menos que un suicidio por parte de nuestra sociedad (más si cabe, viendo casos precedentes en que ha habido reiteración del delito tras su puesta en libertad). Aunque, insisto, para casos de semejante calibre y, especialmente, en los que ha habido reiteración en delitos muy graves, si por mi fuese no deberían volver a pisar la calle. Y si no, que se lo hubiesen pensado mejor antes de cometer esos actos.
Por otro lado, aunque se ha indicado por parte de quienes quieren eliminar la prisión permanente revisable, que ésta es fruto de un ánimo vengativo, considero que lo que no se puede ser, es ingenuos. Que está muy bien creer en la bondad del género humano, pero ante quienes han cometido las mayores atrocidades, lo mínimo que ha de hacerse es revisar si existen las condiciones necesarias para poder fiarse medianamente de su puesta en libertad.
O dicho de otro modo, el beneficio de la duda hemos de dárselo a quien se lo merezca, esto es, a quien no haya mostrado una maldad diabólica. Y de quien haya asesinado o violado, lo menos que se debe hacer, a mi entender, es analizar su caso antes de ponerlo en libertad, por mucho que haya cumplido los años de condena establecidos. En esa revisión los expertos se posicionarán acerca de si la sociedad puede darles un voto de confianza o si, por el contrario, es mejor mantenerlos en prisión aunque hayan cumplido los años que le impusiese el juez de turno.
Por todo ello, considero de sentido común mantener la vigencia de la prisión permanente revisable, especialmente para los casos en que ha habido una reiteración de delitos gravísimos, ya que cuando hay reiteración no se puede hablar de un fallo o error de un desafortunado día, sino todo un peligro potencial y una psicopatía de manual.
Y es que, como dice el dicho, "de bueno a tonto hay un paso". Pues eso, no se nos vaya de las manos el 'buenismo' y acabemos haciendo el tonto.
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