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Fely Campo, puntadas tenaces
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DISEÑADORA SALMANTINA

Fely Campo, puntadas tenaces

Actualizado 12/03/2018
Radio Guijuelo

"En este país la modistería ha sido increíblemente buena y eso me empujó a tirar por ahí"

Por los ventanales del nuevo atelier de Fely Campo entran los atardeceres, las lomas de cereal, la luz salmantina, inmisericorde, austera, los vacío blancos, la cálida modernidad. En este espacio diáfano donde las telas iluminan esa blancura eficiente, las pisadas diminutas de la diseñadora salmantina suenan con fuerza. La misma de su mirada de alfiler, la misma de su carismática imagen, el cabello rotundo, los labios rojos, las manos que juegan con la tela y toman el lapicero como si no supieran estar quietas, hilvanes en el aire.

Fely Campo: Este es un espacio hecho a mi medida, ahí está la mesa de corte y aquí me siento a diseñar donde lo tengo todo a mano. En el atelier trabajamos muchas personas y a mí no me gusta aislarme para diseñar. Estoy aquí, con ellos, en el diseño, el patronaje, el corte, la recepción de los vestidos y su reparto.

Charo Alonso: Mi padre, Ángel Alonso, te vendió y arregló máquinas de coser cuando empezabas, siempre en Salamanca, siempre defendiendo el taller de costura tradicional ¿Sigues haciéndolo aunque el volumen de tu negocio sea ahora tan grande?

F.C.: Claro que sí. Trabajan para nosotros cinco cooperativas que cosen en Béjar, Tamames, Iscar, Arabayona, Bilbao. Todo en España, claro, y sin perder la esencia de lo artesanal que a mí me parece tan importante aunque despechemos una buena cantidad de ropa de nivel medio-alto y de forma semindistrial. No se pierde lo artesanal, lo hecho a mano, el detalle ¡El que un ojal esté perfectamente cosido, por ejemplo!

Ch.A.: Ropa muy especial, trajes de noche, de ceremonia, de fiesta? ¿Cuándo supiste que lo tuyo era no solo la costura, sino el diseño?

F.C.: Yo empecé a diseñar muy pronto, a los quince años, y a los diecisiete ya tenía un taller montado en casa. En 1975 cosía trajes de novia a esas chicas que se casaban muy jóvenes, compraban el tejido y yo les hacía el traje y no les cobraba nada. Recuerdo que con los recortes de tela del taller donde empezaba a trabajar me hacía minifaldas.

"No hay arte sin oficio. El arte no es más que alcanzar la virtud en tu oficio", son palabras de la pregonera de las Ferias y Fiestas de Salamanca en el 2017. Un reconocimiento a la labor de toda una vida que empezó cuando la madre de Fely Campo, una serrana laboriosa de Valero, metió a la muchachita rebelde a coser en un taller, a iniciarse en el oficio. Rumor de máquinas, golpe de pedal, puntada a puntada. Aprender la importancia del vestido, el que nos cubre, el que habla de nosotros, el que se pega a la piel con los alfileres que salen de la boca de la modista.

Ch.A.: ¿Es verdad eso que dicen, que los grandes diseñadores no saben coser?

F.C.: Los grandes diseñadores sí saben coser, otra cosa es que en un momento dado, lo hagan. Yo ahora no coso, no corto desde hace años, aunque si tengo que sacar un patrón y cortarlo, lo hago. Si no sabes cómo funciona una tela, el material con el que trabajas, no puedes hacer nada. Siempre cuento que entré muy pronto a trabajar en un taller de confección, que me hacía mi propia ropa y después, en mi trabajo como diseñadora me inicié usando telas distintas para diferenciarme.

Ch.A.: Las mujeres no sólo se hacían la ropa o iban a la modista para las grandes ocasiones, también sabían mucho de telas. Ahora no distinguimos ni los nombres.

"La ropa es lo que nos diferencia, algo que va con nuestra personalidad

F.C. En este país la modistería ha sido increíblemente buena y eso me empujó a tirar por ahí. Es cierto que algunos modistas, volviendo a lo de antes, dicen que no saben coser, porque en la parte creativa no necesitas coser para dibujar una prenda, pero es necesario conocer el comportamiento del tejido, saber cómo se comporta una alpaca, qué puedes hacer con una seda, cómo cae, cómo sienta, cómo se mueve. Mi madre, en sus últimos años, venía al taller, agarraba una tela, la observaba, se ponía a pensar y luego cogía la tijera y la cortaba para hacer algo, sin patrón y sin nada.

Carmen Borrego: Mi madre era sastra y también hacía lo mismo, viendo una tela sabía bien que pieza sacar de ella y cómo.

Ch.A.: En cada casa había una máquina de coser, si lo sabré yo, ha sido la música de mi infancia, el negocio de mi padre, de mis tíos... Te dará mucha pena ver la situación actual de los talleres cerrados, la deslocalización?

Fely Campo, puntadas tenaces   | Imagen 1F.C.: Me da mucha pena. Es cierto que el consumo no puede parar, sin embargo hay que pensar que hay un problema de superpoblación y un consumo muy mal gestionado. Y creo que hay una vuelta quizás a lo artesanal, no con los muy jóvenes, claro, pero sí en la gente cerca de los treinta años, que piensan un poco en otro tipo de consumo, en prendas que les valgan tres o cuatro temporadas y no piezas que las lavas y se estropean. Gente que aprecian el hecho de tener menos ropa, pero que dure más, en vez de comprar más piezas que duren menos.

Ch.A.: Pero las grandes cadenas hacen que hasta los más jóvenes puedan comprar mucha ropa muy variada?

F.C.: Pero eso nos uniformiza. Antes quizás te vestías con más cuidado. La ropa es lo que nos diferencia, algo que va con nuestra personalidad. Y eso ahora es muy fácil, lo de mostrarnos de forma distinta, porque la oferta es mucha, muchísima ¡Aunque todos acaben en lo mismo! De todos modos, pienso que en España se viste mucho de trapillo. En Italia mis colecciones se ponen para todos los días, no sólo para fiestas porque allí se sale de trabajar y existe esa idea de estar arreglada todos los días para cerrar la jornada tomando algo. En Italia hay mucha boutique y menos cadenas porque les gusta mucho ir arregladas a las mujeres y tener una gran variedad de firmas.

Ch.A.: Pero no todo el mundo tiene dinero para ello? y para la ropa barata sí.

F.C.: Claro, lo malo de los productos de ciertas cadenas es que esa ropa la lavas y se estropeó, ahí está la diferencia. Aunque sea ropa barata ¿Qué haces con ella? Hay estudios que dicen que cada persona consumimos siete kilos de ropa, eso es una montaña de ropa ¿Dónde va? ¿Cómo se recicla todo eso? Yo pienso que no solo debemos consumir mejor, también utilizar tejidos más naturales, cuidar el tejido. Por el mismo dinero en vez de comprar diez prendas podemos comprar cinco y hacer que duren más. Y pensar que, si la ropa es muy barata, lo que estamos es alimentando a una cadena que usa mano de obra que cobra muy poco y fuera. Aunque sí les reconozco a las cadenas que han ofrecido más diseño.

Ch.A.: Todo el mundo alaba tu trayectoria, tu originalidad, ropa austera, a veces arquitectónica ¿Quiénes son tus diseñadores favoritos?

F.C.: Me gustan Balenciaga, Chanel, siempre Chanel. Sybila, todo lo que sea diseño propio. Me gusta la ropa muy personal. La ropa que tiene detrás gente con mucha pasión.

Ch.A.: Y tú la tienes ¿En quién se inspira Fely Campo?

F.C. Yo me inspiro en la calle, en la mujer. Yo llevo muchos años buscando cómo hacer que un vestido de talla 36 lo lleve una mujer de diez tallas más y se sienta guapa con él. No nos engañemos, a una modelo le pones un trapo y le queda bien. Sobre una pasarela y una modelo, todo queda bien. Por eso nosotros mostramos en pasarela un modelo que luego pasamos a muchas tallas, lo que hacemos es para una mujer real.

Ch.A.: La verdad es que no hay nada más irreal que una modelo.

F.C.: El diseño lo hago pensando en una talla 36, 38, en una mujer de 1.80. Pero lo bonito, lo real, es que eso pase a una mujer que tenga varias tallas más y le quede perfecto. Trabajamos el patrón, que la ropa caiga bien, que tenga poca cosa y que favorezca. Y sobre todo, en mis diseños yo juego con el color, me apasiona el color?

Ch.A.: ¡Pero tú casi siempre apareces vestida de negro!

F.C.: Amo el color y yo me pongo poco, es por timidez, el negro te tapa, es muy elegante, pero te esconde del resto de la gente. Me encantan los colores, tenemos para el 2019 unas combinaciones de colores, por ejemplo, este malva con verde, todos mezclados, que te mueres de bonitos.

Fely Campo, puntadas tenaces   | Imagen 2Ch.A.: ¿Cómo vive una tímida enseñar su trabajo en una pasarela, hacer vida social, mostrarse en los sitios??

F.C. Me empiezo a hacer cada vez más pequeña, más pequeña de lo que soy. Lo hago con unos nervios horribles, aunque he pasado tantas épocas que tengo ese terreno ganado. Eso sí, cuando presento una colección (No en la pasarela, porque en la pasarela se ven los modelos, nadie tiene que comprar nada y todo son felicitaciones) a los compradores, en Milán en Londres, en Barcelona? cuando ese trabajo está expuesto para la compra no puedo explicar con palabras lo mal que lo paso, tengo contenida hasta la respiración. Presento un trabajo, y no solo es mío, mi responsabilidad, sino el de una empresa de la que vivimos mucha gente.

Ch.A.: Todo este largo proceso de imaginar las prendas, hacerlas, venderlas, distribuirlas, la publicidad, la contabilidad ¿Cuál es la parte que más te gusta de todo ello?

F.C. La época de diseño me gusta mucho, pienso y pienso hasta que cojo una línea. Busco un motivo, algo que me mueva, busco las telas, o lo dejo y vuelvo a empezar una vez que veo otras toiles? siempre hay una línea, un guión marcado en todas las colecciones, luego está el otro trabajo de distribución que es mucho, porque tenemos doscientos puntos de venta.

Carmen Borrego: ¿Y todo este proceso depende de ti y se hace aquí?

F.C. Hoy por hoy sí, aunque ya os he dicho que aquí solo hacemos el patronaje, el diseño, y lo demás es una cadena, pero todo parte de mí, y eso hace que esté atenta, que esté ahí, aunque estoy empezando a delegar. Quizás necesite ahora alguien a mi lado para formar a otra persona que me siga y además, aporte nuevas ideas.

Ch.A.: Es encomiable que tu firma haya partido de Salamanca y siga en Salamanca.

F.C.: ¿Por qué? Es verdad que estar fuera me parece lo más increíble del mundo, el 80% de lo que hacemos lo vendo fuera de España, estamos en toda Inglaterra, por ejemplo. Y ahora, en marzo, cuando empiece la semana de la Alta Costura de París, la Embajada con la Asociación de Creadores a la que pertenezco, hará una exposición con trabajos españoles y estoy muy orgullosa de que hayan escogido dos trajes míos.

"En este espacio, hecho a mi medida, el pespunte de la tarde deja pasar una dorada luz de líneas puras"

Ch.A.: Es un honor. Nombrarte pregonera de las fiestas de septiembre fue un reconocimiento ¿Te sientes apoyada por las instituciones?

F.C.: Siempre me he sentido muy apoyada por las instituciones, les interesa mucho cualquier empresa que traiga riqueza, que cree puestos de trabajo, pero es que la moda, además, crea imagen. Me he sentido muy apoyada, me lo han demostrado y yo también, este atelier lo hubiera podido montar en Portugal por la mitad de dinero, pero yo estoy enamorada de esta ciudad.

Ch.A.: De la que nunca has querido salir aunque quizás para triunfar de cara a los medios hay que estar en Madrid, acudir a los lugares?

F.C.: No, repito, estoy enamorada de esta ciudad ¿Qué pasaría si todos nos fuéramos? Tenemos que conseguir que esta ciudad viva. Hay mucha gente muy buena aquí, muchas excelentes empresas, mucho talento. Además, ahora estamos a hora y media de Madrid, no es necesario trasladarse allí.

Ch.A.: Sacar una empresa adelante es muy complicado, y más un mundo que ha cambiado tanto como el textil. Me gusta oírte hablar de la modistería, del deseo de mantener las cooperativas, de tu empeño por hacerle la vida fácil a la gente que trabaja contigo? Eres una empresaria consciente.

F.C.: Es verdad que todo ha cambiado, menos el que un autónomo tiene mucho, mucho mérito. Pero hay que seguir, hay que sobreponerse a las dificultades. Esto es algo más que un trabajo, es como una vida. La mía y la de todos los que trabajan conmigo. Este espacio es algo especial, hecho para trabajar, para comer y salir pronto y conciliar la vida familiar. Disfrutar de esa calidad de vida que tenemos en una ciudad como esta, disfrutar de un espacio donde lo tengo todo a mano y además, trabajemos todos a gusto, disfrutando de hacer las cosas mejores para todos.

En este espacio hecho a medida, el pespunte de la tarde deja pasar una dorada luz de líneas puras. En las paredes, las impresionantes fotografías de David Arranz donde los modelos de Fely Campo habitan los rincones de la ciudad. Esa ciudad donde concibe cortes y caídas la artista salmantina enamorada de la provincia, de la austeridad de las encinas y la limpieza de líneas de los campos de trigo. Geometría exquisita en los detalles, acabado perfecto, manos que conocen el oficio. Oficio que es un arte que se expresa a través de las telas, el color, el corte. El genio que habita en los objetos que tan familiares nos son, tan necesarios. Aguja, hilo, dedal y tijera. Talento, personalidad, genio. Apasionadas costuras del corazón.

TEXTO: CHARO ALONSO

FOTOS: CARMEN BORREGO

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