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“El feminismo no es una pugna con los hombres, sino una equivalencia de derechos”
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Soledad Murillo, exsecretaria Políticas de Igualdad

“El feminismo no es una pugna con los hombres, sino una equivalencia de derechos”

Actualizado 08/03/2018
Coordinador: Marcelino García

"Me preocupa que no se investigue más cuando falla la cadena de protección a la víctima de violencia de género"

Doctora en Sociología, investigadora y exsecretaria general de Políticas de Igualdad, trabajó activamente en la Ley Integral contra la Violencia de Género 1/2004 y en la Ley de Igualdad efectiva entre Mujeres y Hombres 3/2007. Soledad Murillo habla de igualdad, con mayúsculas, y no conciliación, "una palabra que no indica para nada lo que es falta de corresponsabilidad", al tiempo que subraya que "trabajar con los temas de igualdad no es trabajar un tema de mujeres". Queda camino por recorrer para alcanzar la igualdad plena y real entre hombres y mujeres, pero "estamos en un momento fantástico porque ahora el feminismo no se identifica con una pugna con los hombres, sino con una equivalencia de derechos". Crítica con la lentitud para poner en marcha el Pacto de Estado contra la violencia de género, reflejo de que la violencia contra la mujer sigue sin considerarse realmente "un tema urgente".

¿Se cumple la Ley de Igualdad en nuestro país?

No se cumple porque no se aplica, o si se aplica no se hace de la manera como fue concebida, por ejemplo, los planes de igualdad, fueron pensados para que las organizaciones tuvieran en cuenta el talento de la plantilla, no el tiempo disponible. Si es el talento, nos damos cuenta de que las mujeres invierten mucho en su formación, si faltan un día recuperan tres, y ahora los planes de igualdad se han convertido en políticas de conciliación, una palabra que no indica para nada lo que supone que es falta de corresponsabilidad.

Es una enorme estafa, porque el absentismo laboral en mujeres es menor que el de los hombres, y cuando dejan el mercado de trabajo, según la EPA de 2017 que es un 79%, lo hacen por motivos de cuidados, un tiempo invisible que no se valora y no contabiliza.

Ley que introdujo, entre otras, la paridad de hombres y mujeres en las listas electorales.

Costó mucho que fuera un 60-40%, y no se planteó lo del 50-50 porque todavía había mucha resistencia cuando empezamos en 2005 a trabajar la ley. Lo importante es que se modificó la ley electoral, muchos partidos políticos, incluso los más progresistas, estoy segura que no hubieran colocado esas listas paritarias si no hubiéramos modificado la ley de igualdad. De todas formas hace falta que no sea solo a efectos de los primeros puestos. Estoy hablando de aprovechar el talento y no expropiar privilegios.

¿Se insiste en el mensaje erróneo de que la igualdad es cosa de mujeres?

Constantemente. Un ejemplo, las concejalías que llevan igualdad, llevan también familia, servicios sociales... De la misma manera que familia tendría que estar en bienestar social, igualdad debería estar en empleo o en educación. Hay como dos antídotos fundamentales para que la igualdad llegue a su fin, por un lado que la educación es lo que importa, cuando no es materia curricular; y, por otro, el hecho de que depende de la sensibilidad, de los cambios mentalidad. La ley de igualdad, precisamente, lo que pretendía era generar políticas activas, como por ejemplo establecer un permiso de paternidad. Mientras no repartamos los cuidados y el ámbito doméstico será muy difícil.

¿Hasta qué punto la educación en igualdad es una asignatura pendiente?

No se puede hacer solo desde casa, aunque tengas muy buena voluntad, porque los chicos y chicas luego están en el colegio, están en la calle, tienen acceso a redes... Desde casa tienes garantizado que vean que los roles son distintos, y para eso tienes que tener una pareja de madres y padres que hayan podido negociar entre ellos, y que además las respectivas familias no quieran ejercer los roles de manera tradicional.

En materia de violencia de género, ¿en qué aspectos siguen las mujeres desprotegidas?

Lo que no hay es investigación cuando falla el mecanismo de amparo y detección, sobre todo de amparo cuando formalizas una denuncia. Con el nuevo Pacto de Estado ya no hace falta denuncia, aunque todavía no se ha apuesto en marcha. No hay verdadera voluntad política, y me preocupa que no se investigue más cuando falla la cadena de protección, no para buscar culpables, sino para saber dónde está el problema y plantear soluciones.

¿Qué opinión le merece el Pacto de Estado contra la Violencia de Género?

A mí me parece que muchas cosas del Pacto de Estado ya están en la ley, pero celebro que pongan el énfasis en que no hace falta una denuncia. El Pacto de Estado tiene 200 millones de euros, el Gobierno se comprometió a ponerlo en marcha en los primeros 4 meses del año, estamos en marzo. Es un problema que no se considere algo urgente, porque la Constitución permite que en temas urgentes se pueda redactar un real decreto, y más de un asesinato es materia urgente, sin contar las 22.000 llamadas al año al 016.

8 de marzo, ¿qué debemos reivindicar como prioridad?

Hay muchas cosas, además del tema de la violencia de género que es prioritaria, políticas activas. Por ejemplo, Islandia ha dicho, donde haya brecha salarial se sanciona a los empresarios. Aquí nunca hemos tenido esa fuerza, con ningún gobierno realmente, cuando las mujeres están ocupando encima la mayoría de puestos a tiempo parcial. Las encuestas en España sobre hogares, sobre las satisfacciones de trabajo, dicen que las mujeres quieren trabajar, en cualquier cosa, porque salir de casa significa tener más relaciones personales y saberte capaz de hacer cosas. El salario no es la principal preocupación, sino saber que soy competente. No obstante, estamos en un momento fantástico porque ahora el feminismo no se identifica con una pugna con los hombres, sino con una equivalencia de derechos. A pesar de que los poderes públicos son lentos, la ciudadanía siempre nos da lecciones.

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