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Ferchu de Castro, derribando fronteras
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ASAMBLEA DE APOYO A PERSONAS MIGRANTES

Ferchu de Castro, derribando fronteras

Actualizado 18/02/2018
Charo Alonso

Foulard al cuello, mochila al hombro, esta vez el viaje es para hablar a la gente del trabajo de este colectivo

Sólido. Así es Ferchu de Castro, sólido en su aspecto de hombre bueno, sólido en su discurso. Sonríe con los ojos, esos que tantas cosas han visto, sonríe hasta cuando cuenta lo más terrible, lo más desolador. Y abraza fuerte, derribando fronteras, tendiendo puentes y brazos.

Cha. A.: Ferchu, ¿Cuándo nació la Asamblea de Apoyo a Personas Migrantes en Salamanca?

Ferchu de Castro nació en el verano del 2015 con el objetivo de dar una respuesta en el momento álgido de la llegada a Grecia de los inmigrantes. Primero nos ofrecimos a acompañarlos y cuando vimos que no iban a venir, empezamos a hacer de altavoz de los que no tenían voz, a sensibilizar a la gente. Todo surgió cuando, por Facebook,varios amigos dijimos que en vez de hablar de lo que se podía hacer, había que hacer algo.

Ch.A.: En la actualidad tenéis varias exposiciones entre los muchos actos que hacéis?

F. de C.: Sí, la exposición está en la Biblioteca de La Casa de las Conchas, en el Salam, en Serendipity, en Manolita, en La Nave, en El Alcaraván, lugares amigos donde nos abren las puertas y colaboran con nosotros y a los que les estamos muy agradecidos.

Ch.A.: Exposiciones, charlas, coloquios, conciertos, recitales. ¿Cómo es la reacción de la gente?

F. de C.: Las cosas no están muy propicias para la solidaridad. La gente está preocupada por defender su zona de confort. Es una labor de hormiga concienciar a la gente.

Ch.A.: Además de ser la voz de la Asamblea, eres una de las personas que ha viajado más veces a los campamentos de refugiados. ¿Cómo empezaron tus viajes?

F. de C.: Yo fui por primera vez con varias personas en la Caravana 'Abriendo fronteras' en la que nos incluimos, en verano de 2016. Luego volví solo a Grecia y en total creo que he ido cuatro veces. Después organizamos un viaje a Melilla para denunciar esa llaga fragrante que es la valla y ahora proyectamos ir a Lampedusa y protestar por ese tratado con Libia donde suceden auténticas barbaridades como un mercado de esclavos en pleno siglo XXI. Nos hemos embrutecido como especie, Charo, no hemos aprendido nada, y para colmo, nos están cambiando libertad por una pseudo seguridad.

Ch.A.: Entenderás que haya gente que afirme que traer a los refugiados no es tampoco una solución?

F. de C.: La solución es trabajar sobre la causa, no sobre los efectos. Mira, si escuchas a esta gente ellos no tienen ningún interés en salir de sus países, allí vivían muy bien. Nadie en su sano juicio coge su vida en una mochila y se entrega a las mafias para iniciar el viaje. Y si verdaderamente los traemos, hay que hacerlo con unas condiciones, dándoles esa dignidad que todos deberíamos tener sobre el papel. Papel mojado. No se cumplen los tratados internacionales, no se cumple ni la Constitución española, que es un texto tan bello, y que no se cumple ni siquiera con los propios españoles.

Ch.A.: ¿Hablas de los compromisos adquiridos por el gobierno ante la Unión Europea?

"Yo lo que defiendo para un inmigrante es lo mismo que defiendo para alguien de aquí"

F. de C.: Hablo de todo, no se cumplen las garantías mínimas en los CIES, se hacen devoluciones en caliente en la frontera por las que nos cuestiona la Unión Europea. Si somos capaces de dejar que la generación mejor formada que tenemos se haya ido a trabajar afuera y decir que es 'movilidad laboral' ¿Cómo vamos a ser capaces de cumplir los compromisos firmados? Porque nos comprometimos a traer a una cantidad de personas y no se ha llegado ni al 12% de lo acordado.

Ch.A.: Quizás la sociedad española piense que no estamos preparados para acoger a tanta gente.

F. de C.: Hay un discurso que afirma que los inmigrantes vienen a quitarnos lo nuestro y no es verdad, si hacemos un balance serio, vemos que aportan mucho más de lo que consumen. Yo lo que defiendo para un inmigrante es lo mismo que defiendo para alguien de aquí, lo mismo. Y cuando se me dice que me preocupe por la gente que pasa necesidad aquí le digo que ya hay portavoces para eso y que yo ahora estoy en los de allí. El discurso es perverso.

Ch.A.: ¿Y cómo lo afrontas, ese discurso perverso?

F. de C.: Mira Charo, lo que he aprendido es que mi dignidad se cimienta en que yo sé que el otro tiene la misma dignidad que yo. Y me han dado un master en paciencia, en dignidad, en alegría, en aceptación, así lo afronto.

Ch.A.: ¿Qué ves cuando les miras a los ojos?

F. de C.: Aceptación, dicen que esto ha sucedido porque Dios lo quiere. Y rabia, rabia también, pero menos.

Ch. A.: ¿Has sentido en alguno de tus viajes ese "qué hago yo aquí"?

F. de C.: Claro. Al principio no entiendes. Pero desde la rabia, desde el enfado no se puede trabajar. Yo me enfadaba y luego pensaba, si ellos, que son los que sufren, no se enfadan, por qué tengo yo que enfadarme. Pero sí, me podía la impotencia.

Ch.A.: Cuando vuelves a casa y te das esos lujos como que de un grifo salga agua o tener a mano la comida? ¿Cómo lo vives?

F. de C.: Lo haces y lo agradeces, claro que me doy esos lujos, pero acordándome de allí. Creo que todos tenemos derecho a tenerlos, y si yo no me los diera tampoco arreglaba nada. Es verdad que al principio sientes un poco de culpabilidad porque aquí vivimos muy bien. Allí, en Katsikas la temperatura es de 17 º bajo cero, llueve, hay niebla y durante la noche se corta la luz hasta 36 veces. Así no hay forma de calentar nada.

Katsikas Camp fue el lugar en el que Ferchu desarrolló su trabajo de voluntario. Un asentamiento en Grecia cercano a Albania donde se hacinaron refugiados de Siria, Irak, Afganistán y una comunidad yazidí. Katsikas también fue el pretexto para que, en el 2016, se publicara un libro con dibujos de los niños del campo de refugiados y textos de poetas y escritores salmantinos. Un volumen solidario que tendrá su continuación en otro conjunto esta vez de textos venidos del campo y obra gráfica de artistas salmantinos, Pláyade.

Ch.A.: ¿Qué podemos hacer nosotros, los que estamos aquí?

F. de C.: Pequeños gestos de mucha gente. Es una cuestión de actitud. Es levantar la vista y ver a la gente, ver que son iguales que nosotros, con sus deseos, sus miedos. Lo que tenemos que hacer es presionar a quienes toman las decisiones porque les hemos dejado hacer demasiadas cosas con las que no estamos de acuerdo. Detrás de todo este tema está decidir acerca de qué tipo de vida queremos, esa es la lucha. Producir, producir, consumir, consumir ¿Para qué? El planeta no puede más, estamos abocados a un desastre. Se trata de trabajar sobre las causas y no sobre los efectos como te dije antes. Y no andar poniendo tiritas cuando los problemas son una auténtica hemorragia.

Ch.A.: Tu situación personal te hace libre para tener ese gesto valiente de ir a ayudar, los demás tenemos nuestras ataduras y obligaciones.

F. de C.: Es verdad, la vida conmigo ha sido muy generosa y ahora tengo ese tiempo. Cada uno puede buscarse su sitio para ayudar. A Katsikas, digo siempre, no va quien quiere, sino quien puede.

Ch.A.: ¿Hay algún momento que recuerdes con emoción especial?

F. de C.: Muchos. Mira, cada vez que voy a Atenas visito a mis amigos yazidíes. Los yazidíes son una etnia iraquí marginada porque no son musulmanes, por eso son endogámicos. Pues están instalados en un edificio y cuando voy, bajan por las escaleras niños y niños gritando ¡Ferchu, Ferchu! Ves alegría en sus ojos. Algunos han nacido durante el viaje, ese proceso de años. Y recuerdo a Hazim, un muchacho de 23 años con la pierna amputada y condenado a ver la vida desde una silla de ruedas. Fui a verle, se levantó y vino a hacia mi caminando. Le habíamos comprado una prótesis. Solo por eso iría mil veces a Grecia. Pero no todo han sido alegrías, he asistido a violencia doméstica, a intentos de suicidio? el más terrible el de una madre de cuatro hijos a la que vi cortándose las venas con un plato de café roto.

"Tenemos que creer en la sociedad civil, habilitar un 15-M sin dejárnoslo expropiar"

Ch.A.: ¿Cómo es ese largo proceso tras la llegada a Europa?

F. de C.: Después de ese viaje terrible se instalan en el campamento, piden asilo y son reubicados a otros países. Normalmente piden los países nórdicos porque piensan que hay más ayudas. Es un proceso muy largo y creo que ya hay una generación de 40 a 50 años que se ha perdido, que ya no tiene futuro. Por eso hay que luchar por los jóvenes, por los niños. Y todo en una Europa que no es la del bienestar ni la de la acogida. En Hungría, en Serbia, en Croacia hay un discurso xenófobo terrible. La Europa abierta que nos han vendido no existe, o existe sobre el papel.

Ch.A.: Quizás son países que no tienen recursos para cuidar a los emigrantes, Ferchu. Insisto, ¿qué podemos hacer?

F. de C.: Créeme, se gastarían menos dinero en darles de comer que en hacer vallas y protegerse. Mira, tenemos que creer en la sociedad civil, en habilitar un 15 M sin dejárnoslo expropiar. Ser utópicos, crear una red de gente que se apoye, que cambie las cosas en tu entorno?

Ch.A.: Ese entorno tuyo en el que hay tantos poetas, Ferchu.

F. de C: Es que yo pienso que la poesía es una forma de estar en el mundo. La palabra es crear presencia, una presencia de luz, de esperanza. Creo en una forma de ver las cosas donde todos tengamos derecho a beber de la misma agua. Se trata de volver a la tierra, de defender lo antropológico, lo común, lo solidario? eso sí, desde una actitud crítica, pero siempre crítica intentando construir.

Carmen Borrego: ¿Cuál era exactamente tu trabajo en Katsikas, Ferchu?

F. de C: Yo trabajaba en el HABIBI CENTER, la cocinas de Katsikas. Y como a los árabes les gusta mucho cocinar hacíamos un trueque, se podía ir a trabajar a la cocina a cambio de una clase de inglés. La cuestión es ayudar en comunidad, no solo recibir. Hay que echar mano, yo te doy, pero tú me das. No pueden sentarse a esperar y a recibir, tienen que dar, trabajar, aportar. Llegar a un equilibrio.

Ch.A.: ¿Y qué planes tienes ahora que estás como portavoz de la Asamblea?

Ferchu de Castro, derribando fronteras   | Imagen 1F. de C.: Seguir hablando, dando charlas? ir a Samos en otro proyecto con nuestra MOVIL KITCHEN. Es una cocina en un camión, la vamos a llevar a las islas griegas porque en la Grecia continental las cosas están mejor, pero en las islas la situación es terrible. Hay barcos preparados para 1.500 personas donde se hacinan 8.000. Es un polvorín.

Ch.A.: Alguien te dirá que no podemos abrirle la puerta a todos los que quieran venir.

F. de C.: Por eso el problema tiene que solucionarse en los lugares de origen. Pero mientras, tenemos a un millón de personas llamando a la casa de 500 millones de europeos. Podemos asumirlo, ya no es una crisis económica, sino una crisis de valores, la de una sociedad que tira toneladas de comida y que debería haber dejado gestionar el problema a quien sabe. Somos Europa, somos la avanzada de la cultura, del humanismo, y los profesionales hubieran sabido resolver esta crisis mejor que los políticos.

Ch.A.: Cada vez que te veo me admiras. Me admiras por tu entrega, por tu valentía. Ferchu, ¿qué es todo eso que llevas en las muñecas, en el cuello?

F. de. C.: Son cosas que me regalan, esta es una cruz chamana, por ejemplo. Cosas que me dan y llevo conmigo.

Como te llevaremos nosotras a ti, Ferchu, porque no se puede mirar la vida de la misma manera después de haberte escuchado. Foulard al cuello, mochila al hombro, esta vez el viaje es para hablar a la gente del trabajo de la Asamblea.

Dentro de poco el pan y la sal para quienes no tienen casa ni tierra. Amasar la solidaridad a través de la palabra, de la poesía de los amigos y de la gente de buena voluntad. Abraza fuerte en la despedida este viajero valiente.

Texto: Charo Alonso

Rep. Gráfico: Carmen Borrego

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