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“En los años de terror de ETA, para unos éramos ‘txakurras’ y para el Estado números”
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José Alfonso Romero P. Seguín, autor de 'la hija del txakurra'

“En los años de terror de ETA, para unos éramos ‘txakurras’ y para el Estado números”

Actualizado 06/02/2018
Redacción

El autor, que presenta su libro en la Casa de las Conchas, reivindica a las víctimas de los atentados, su valor y sufrimiento,"ahora que algunos partidos presionan y quieren ignorar, asesinaron a personas"

'La hija del txakurra' es el título del libro que el escritor y exguardia civil gallego José Alfonso Romero P. Seguín presenta este miércoles en la Casa de las Conchas a las 20.00 horas. Un título que hace referencia al nombre con el que despectivamente llamaban a los agentes -'txakurras' o perros- y al acoso que sufrieron ellos y sus familias durante años en el País Vasco. Historias ficticias contadas en 14 relatos, que reflejan dolor, heridas de las víctimas y el desamparo que vivieron en una sociedad que le dio la espalda. Historias de personas asesinadas y de sus familia desde la óptica de un agente de la Guardia Civil que fue testigo directo de los años de terror de ETA.

Exguardia civil en los años de más atentados en el País Vasco, ¿qué le motivó a escribir este libro?

Llegué al País Vasco con 19 años, allí trabajé entre 1979 y 1983. El libro se centra en los finales de los años 70 y principios de los 80, los más duros de ETA en el País Vasco, los llaman de plomo. ETA en esos años allí era el Estado, la sociedad le daba una capacidad para gobernar y condenar que no le daban al Estado. Cuando mataban, la sociedad lo justificaba con "algo habrá hecho". Era el inicio de la democracia, había abandono y cierta confabulación entre el Estado, la banda terrorista y la sociedad en desdramatizar los asesinatos porque unos no eran capaces de frenarlos y otros los utilizaban políticamente. Para unos éramos 'txakurras', para el Estado éramos números. Se ignoraba la parte humana y afectiva y este libro es una manera de reivindicar esa parte, porque eso era una sangría. Es una deuda que sentía que tenía. Se han escrito muchos libros, pero a veces como catálogo de atentados: el hecho, cómo ocurrió, a quién mataron?o los éxitos contra la banda terrorista.

"Quiero reflejar la secuela de dolor que deja un atentado en las familias, suicidios, dolor... es tan terrible que es lo que quiero explicar porque en esos años, en la calle veían a ETA como una vanguardia tras la dictadura"

Destaca el valor de las víctimas, su sufrimiento pero sin lugar para el odio.

Este es un libro de víctimas, no de héroes, de debilidades y no de fortalezas, donde yo quiero llevar a la víctima a lo que era, un ser humano, un ciudadano ejemplar, pero no un héroe. Porque el héroe lo desvía de la realidad cotidiana de toda la sociedad. Quiero destacar el valor humano de las víctimas, en su sufrimiento. Quiero reflejar el dolor que deja tras de sí un atentado, que pasa por los medios y se olvida. Pero la realidad es que deja secuelas en las familias, suicidios, dolor, es tan terrible que es lo que quiero explicar porque en esos años, en la calle veían a ETA como una vanguardia tras la dictadura. Nosotros también queríamos que las cosas cambiaran pero era dificilísimo porque en la calle te perseguían, siempre bajo sospecha?no había tregua. El drama en ese momento era que parte de la sociedad y algunos partidos de izquierda sentían simpatía y debilidad hacia ETA. Eso ayudaba. Recordar la parte humana para que no se olvide a esas víctimas que sufrieron, ahora que ETA, su entorno y algunos partidos presionan y quieren ignorar esa parte

"Recordar la parte humana para que no se olvide a esas víctimas que sufrieron, ahora que ETA, su entorno y algunos partidos presionan y quieren ignorar esa parte. Asesinó a personas"

'La hija del txakurra' mezcla realidad, los asesinatos de ETA, con ficción.

Con los relatos, 14, trato de dar una idea general de lo que ocurría allí. Sí están basados en hechos reales, en atentados, pero la descripción no es lo que ocurrió. Tomo como referencia el hecho para que el lector tenga una idea. Cada relato es una pincelada de una tragedia. Un niño que un día chutó un paquete bomba en una acera, la viuda de un guardia, la hija de un 'txakurra', un entrenador de fútbol infantil, el dueño de un bar, un repartidor, una emigrante? El material ?lo que se oye, se dice- lo consigo en ese tiempo de trabajo en el País Vasco en los funerales, porque es como una maldición, pasa el tiempo y vuelven los recuerdos con los juicios, los testimonios de las víctimas. De todos esos momentos, me quedo con frases, recuerdos, vivencias que marcan? y que utilizo en la construcción de los relatos. No hay inventiva, es la manera de contarlo para que sea lo más universal posible.

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Atentados contra guardias civiles y policías, y contra civiles.

El libro no solo habla de policías y guardias civiles. Se centra en esta parte de las víctimas que ya llegaba al País Vasco relegadas. Recordar la parte humana para que no se olvide a esas víctimas que sufrieron, ahora que ETA, su entorno y algunos partidos presionan y quieren ignorar esa parte. Quiero dejar claro que se asesinaba a personas.

¿Sigue teniendo la sociedad una deuda con las víctimas, con sus familias?

La sociedad respondía en función de cómo respondía el Estado. Era el Estado el que tenía la obligación de dar el primer paso y no lo daba por intereses políticos, por circunstancias complejas. Se ha hablado mucho de la violencia de Estado, pero es muy injusto. Se cometieron errores y hay cosas injustificables, pero había cientos de agentes que lucharon desde la democracia y el respeto a los derechos humanos, dando normalidad a expensas de jugarse la vida y a pesar de las provocaciones. Cualquier persona podía sacar una pistola, en cualquier momento y matar, no se podía hacer nada y eso iba haciendo mella psicológicamente, era terrible. Al final, se impone el verdugo frente a la víctima porque es el que queda, el que va a la cárcel?si a eso sumamos el apoyo de una parte de la sociedad que gritaba 'ETA más metralleta' o la presión de los partidos nacionalistas al Estado ?eso animaba a la brutalidad de esa gente. Todo esto evitaba que se colocara a cada uno en su sitio. Los asesinos cometieron una brutalidad contra la sociedad española y el sistema democrático.

ETA ha dejado de matar pero no ha pedido perdón.

Ellos siempre van a luchar por dignificar la brutalidad, el asesinato, es lo que les queda. Ahí entran los testimonios de las víctimas, porque asesinaron personas para nada. Asesinaron a adultos y a niños y dejaron heridos y destrozados psicológicamente.

Foto: Diario de Pontevedra

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