Los cipereños viven la ‘engualera’ la víspera de San Sebastián
La lumbre de piornos sirvió para asar castañas y calentar el cuerpo mientras los vecinos daban cuenta de un caldo con su correspondiente 'chorrito' de Jerez
Los cipereños volvieron a vivir la 'engualera' en la víspera de San Sebastián, tradición recuperada hace un año y que refleja la creencia de antaño en los efectos purificadores del fuego contra los 'seres del mal', responsables siempre de cualquier desgracia que mediante hechizos o 'maldeojo' se ciñera sobre una casa.
Cipérez, un 'pueblo de brujas', tuvo en la 'lengualera' uno de sus actos más destacados contra las 'fuerzas del mal', hoguera de piornos y retama para purificar matanzas y ahuyentar así a los seres que nada bueno traían a cocinas y cuadras durante las largas noches del invierno, costumbre antes extendida a casi la totalidad de lugares en los que se procesaba devoción a San Sebastián, un santo del que no son poco los pueblos de las Arribes al que procesan devoción.
Tras años desaparecida, la 'engualera', vocablo procedente del leonés y que se refiere a la lumbre que presidía aquellas matanzas de antaño, regresaba a la celebración de San Sebastián en Cipérez, para quedarse, aunque ahora con una función más ociosa, pues sus brasas servían para asar unos cuantos kilos de castañas mientras los vecinos daban cuenta de un caldo bien caliente, regado con vino de Jerez y que era ofrecido también por el Ayuntamiento.
Este sábado continúan las celebraciones en honor de San Sebastián con la misa, un aperitivo en el edificio Multiusos, seguido de una comida de confraternidad y baile. El punto final a la fiesta en honor a Sebastián, patrón de la localidad, lo pondrá una chocolatada.