Aunque a más de uno en estas comidas navideñas les parecería bien cambiar a su cuñado por su fotografía, no dejaría de ser cómico, pero eso está pasando en la capilla de la Vera Cruz en Salamanca, tras la noticia de la inminente salida de la congregación de las Madres Esclavas del Santísimo, de la que ha sido su casa durante los últimos 65 años.
Debemos preguntarnos qué significa su marcha y por qué se tienen que ir.
En la década de los 50 la capilla de la Vera Cruz estaba muy deteriorada, la bóveda medio caída, su interior con abandono, se necesitaba una gran restauración y no había mucho fervor ni ganas para acometer semejante inversión , en esas fechas llegó a Salamanca una nueva congregación de monjas de clausura, una congregación que por su carisma todo el mundo las acogió con cariño , incluso los no católicos las vieron con buenos ojos, ya que su único objetivo es estar 24 horas 365 días delante del santísimo rezando por todos nosotros.
Ellas con el apoyo de la cofradía de la Vera Cruz fueron las que arreglaron la iglesia y las dependencias donde han vivido hasta hoy, esa gran obra se hizo en parte con las aportaciones de los abuelos y bisabuelos de muchos de los actuales cofrades, aquellos hombres y mujeres comprometidos que se esforzaron personal y económicamente para que hoy podamos admirar las maravillas de la imaginería que descansan en la capilla, pero sobre todo aquellos antiguos cofrades querían que esa nueva congregación se uniera a su historia, que la capilla tuviera vida las 24 horas, que se rezara permanentemente.
Siempre se había llegado a un acuerdo para sacar los pasos de semana santa intentando respetar la clausura. Siempre hubo una gran armonía entre la congregación y los cofrades (que son muchos en Salamanca), ya que ambos tenían el mismo objetivo; que todos pudiésemos disfrutar de las imágenes que tiene la cofradía de la Vera Cruz, para la congregación de monjas era una gran alegría saber que esas imágenes con las que conviven todos los días paseaban por salamanca evocando la pasión de Jesucristo y para la cofradía es uno de sus pilares fundamentales de los que puede sentirse orgulloso. Pero este año las imágenes no podían convivir con la clausura, este año nuevas imágenes y nuevas reglas aparecieron.
La congregación fue invitada a buscar otra fórmula de convivencia para los días de semana santa, quizás sin saber que la clausura no puede amoldarse a nuestras reglas, esas nuevas directrices han abocado a la congregación a optar por abandonar lo que ha sido su casa durante los últimos 15 lustros, a pesar de lo asentada que estaba la comunidad y la desilusión por no poder continuar su obra en Salamanca.
Durante 65 años la capilla de la vera cruz ha estado abierta todos los días, mañana y tarde, los Salmantinos y en especial los turistas que visitan nuestra ciudad podían pasar a disfrutar sus maravillas artísticas, cuando entramos siempre nos encontramos con una monja vestida de blanco rezando por nosotros, nadie cobra por entrar, no se vende nada, nadie cobra por mantener las instalaciones.
¿Ahora, qué pasará? ¿Quién pagará la factura del mantenimiento?,¿Quién abrirá la capilla para que podamos disfrutarla?, ¿Qué se hará con esas instalaciones?. Esperemos no pase como muchas veces; el mantenimiento lo pagará una subvención, abrirá la capilla un primo mío y cobrará dos euros por entrar a visitarla y las instalaciones las vendemos para que hagan un hotel de lujo.
La cofradía de la Vera Cruz no es la dueña de la capilla, ni siquiera de sus imágenes, la cofradía es dueña de mucho más; es dueña y guardián de su pasado, es dueña y guardián del legado de sus mayores, es la continuadora de las voluntades de los pasados cofrades y con esa gran responsabilidad tiene que intentar traspasar ese legado a futuras generaciones, cinco siglos de historia les están mirando.
Nadie cambiaría a su padre por su fotografía, pero eso es lo que está pasando con la salida de la congregación, hemos quitado a Dios para poner las imágenes que le evocan. Este año cuando salgan las imágenes en semana santa, ya no las despedirán las monjas, ni al acabar la procesión estará Dios en la custodia esperando, YA NO HABRÁ NADIE, perdón estará mi primo el que cobra dos euros por entrar.
Natalia del Arco