Chamán, un grito documental contra el cambio climático

Sobrecogido. El público que llenó este pasado viernes 1 de diciembre el teatro Liceo quedó en silencio y sobrecogido tras la proyección del documental Chamán del fotógrafo salmantino David Gómez Rollán. Y no solo por las hermosas imágenes que nos transportan a un mundo tan ajeno como desconocido, Mongolia, sino por el mensaje, desolador, que transmite un director de apariencia frágil y serena capaz de levantar con toda la fuerza de la razón, un alegato visual tan bello como comprometido.

Como documentalistas, como periodistas, tenemos la labor de contar lo que sucede, aunque sea con pocos recursos, esos recursos con los que nos hemos acostumbrado a trabajar. Contar lo que sucede no lejos de nosotros, sino algo que nos puede pasar inmediatamente a nosotros: la desertización, el desastre climático. Las palabras de David Gómez Rollán son contundentes. Agradece a la Fundación Ciudad de Saberes el hecho de estar, como salmantino, estrenando su película en Salamanca, en un Liceo lleno que le escucha y aplaude no solo a la referencia de Xiankun Liu, su mano derecha en la producción de sus libros de fotografías y documentales, sino al compositor de una banda sonora llena de referencias a la música mongola, Oscar Sánchez. Y es que David es un Goliat frente al tema que trata, a la lejanía de este espacio desconocido que recorrió y amó para hacer el documental.

Los Chamanes, su sabiduría ancestral, su oportunismo en ocasiones, se enfrentan a la destrucción absoluta de la forma de vida tradicional de la estepa y los bosques siberianos de una Mongolia sumida en el desastre del cambio climático. Las minas, auténticas destructoras de la tierra ?y aquí deberíamos pensar en nuestra situación particular con el uranio- reciben a los mineros artesanos que antes fueron pastores y que ahora no pueden llevar su forma de vida tradicional. Mineros que mueren o que viven en las desoladas barriadas donde el alcohol, las enfermedades y la violencia son el resultado directo de la destrucción de un país. Lo que van a ver es un mundo que está desapareciendo. No esperen como público un trabajo hermoso, es la desolación, no hay remedio, es la destrucción. Este David frente a Goliat que narra la destrucción y nos habla de refugiados climáticos, ha hecho un trabajo de titán recorriendo un país en plena destrucción. Un país que toma conciencia y que recurre a los chamanes "Los que saben" para retornar a la tierra, una tierra que ya no es apta para la vida. David nos recuerda esa terrible admonición de Dante a las puertas del infierno "Dejad los que aquí entráis toda esperanza" porque la desertización, la falta de agua para el ganado, la muerte, la enfermedad, el hacinamiento en las barriadas de una ciudad que no tiene espacio, nos deja pensando en que nosotros podemos ser los siguientes. Esa es la labor del documentalista, del hombre que recorre el mundo con su cámara mostrando la más dolorosa realidad. Esto es la verdad, ahora, meditar sobre ella. Imágenes, relato visual perfectamente armado, palabras, gestos que nos muestran, desnuda, una realidad que se enfrenta a un David comprometido y gigantesco frente a un Goliat que, sencillamente, le pisa con su bota. Salamanca está orgullosa de él. De su obra y de su mensaje.