Como cada 25 de noviembre se ha celebrado el "Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer" y en España lo hemos hecho con la 45 mujer del año muerta a manos de su exmarido, un número más para la estadística oficial, otra muerte sin sentido, una víctima más de esta vergonzosa lacra que no parece tener solución.
De poco o de nada sirven las manifestaciones que llenan las plazas ante un asesinato para gritar ¡basta ya!, de poco o de nada sirve que las mujeres denuncien o no denuncien a sus maridos, novios o parejas, de poco o de nada sirve que hagan leyes para castigar estos delitos; algunos, en su cobardía, optan por quitarse la vida para eludir la justicia y lo que es infinitamente más terrible: para vengarse de sus mujeres, matan a sus propios hijos o hijos de ellas, niños inocentes, seres indefensos, víctimas de los que tienen precisamente la obligación de protegerlos, de defenderlos, de velar por ellos y evitarles cualquier peligro por insignificante que sea. ¿Cabe mayor barbaridad? Sin palabras se queda cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad cuando los medios de comunicación nos despiertan con una noticia de estas, y entre las olas de indignación, de rabia y de incredulidad, surge la pregunta de siempre: ¿Qué hacer para librarnos de estos elementos?
Dicen los expertos en la materia, porque los expertos en cualquier cosa siempre tienen algo que decir, que para eso son expertos y tienen que justificar lo que no puedan demostrar, que es cuestión de educación, que son las consecuencias del machismo de siglos, que hay que seguir luchando con denuncias, cursillos de civismo y ayudas económicas para erradicarlo de la sociedad, pero ¿cuántas mujeres y cuántos niños tienen que morir hasta que estas medidas surtan efecto? De seguir así, hasta que no quede una mujer para matar, y eso las mujeres no podemos consentirlo.
Es importante, nadie lo duda, que los gobiernos trabajen para erradicar de la sociedad la creencia de que las mujeres son propiedad de los hombres y pueden disponer de ellas como quieran, cuando quieran y para lo que quieran, pero esta no es la única razón que los lleva a cometer estos crímenes, de hecho aumentan en países que llamamos civilizados como el nuestro. Bienvenidas sean pues las leyes que los gobiernos hagan al respecto, las invitaciones a denunciar y las manifestaciones de repulsa, pero esto, a las víctimas, no les devuelve la vida. Por esto bueno sería que las mujeres aprovecháramos estos días de? para empezar a plantearnos la conveniencia de huir de los hombres con ideas machistas como alma que lleva el diablo, porque estamos de acuerdo en que las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres para decir sí o no cuando mejor nos venga, pero ante los que no lo entiendan y aunque solo sea para proteger a nuestros hijos, si no cambian ellos, cambiemos nosotras, y a ver qué pasa?
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