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La voz de Mateo se deja oír en el 68 aniversario de su muerte
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HOMENAJE A MATEO HERNÁNDEZ

La voz de Mateo se deja oír en el 68 aniversario de su muerte

Actualizado 25/11/2017
Redacción Béjar

BÉJAR | "Hay algo que, desde Béjar, tira fuertemente de mí: es la llamada de mi tierra nutricia. De las rocas que me sirvieron de cuna, de lecho y amante y que, ahora, me servirán de tumba"

El único trocito del cementerio municipal de Béjar, de tierra sin consagrar, acoge los restos de Mateo Hernández y de Fernande Carton. Hoy, sobre su tumba, la concejala de museos acompañada de varios concejales de su partido y del Portavoz de Tú Aportas Béjar, ha depositado un ramo de flores, en recuerdo de los 68 años que han transcurrido desde la muerte del escultor.

Oso pescando de Manuel Tomé

Y un colega, Manuel Tomé, también ha querido presentar sus respetos al maestro, al igual que él salmantino, al igual que él domador de la piedra y al igual que él vivió en Francia, aunque Tomé volvió tras cinco años y ha participado en las bienales que se celebraban en la ciudad, siendo también premiado. La escultura Oso pescando, que se puede ver en la Plazuela Olleros, es obra suya.

La voz de Raquel González se ha erigido en el cementerio para recordar a Mateo Hernández con fragmentos de cartas y frases que él escribió y pronunció durante su vida, recogidas en hemerotecas y en documentación ahora publicada en libros que se pueden adquirir en el museo que lleva su nombre y que acoge gran parte de su obra. Hoy este espacio también se ha vestido de luto y ha recibido un centro de flores en recuerdo de quien lo hizo posible.

"Yo he nacido en una ciudad de la vieja Castilla, rodeada de altas montañas de nieves eternas, junto a la sierra de Gredos por un lado y por otro la sierra de Gata y a más de 60 kilómetros a la ronda de mi ciudad, y por donde quiera que la vista se para, brotan del suelo enomes y gigantes canchales de granito".

"Como otros niños escriben en el papel blanco sin saber escribir, a mi me gustaba grabar la piedra sin saber hacerlo. Mi padre me indicaba cómo debía dirigir el pincel y el puntero para obtener la mayor pureza de líneas",

"¿Me ama Fernanda?, ¡Claro que me ama!, pero Fernanda ama el arte sobre todas las cosas. Y yo soy el arte, al menos para ella".

"Hay algo que, desde Béjar, tira fuertemente de mí: es la llamada de mi tierra nutricia. De las rocas que me sirvieron de cuna, de lecho y amante y que, ahora, me servirán de tumba".

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