Salmantina y con dos hijos, nuestra protagonista aquí logró dejar atrás 19 años de miedos, violencia y humillaciones, hoy afronta la vida con una sonrisa
Tiene 39 años. Salmantina. Su peor recuerdo se remonta a una noche fría de enero que fue un punto de inflexión. Un punto y aparte. Un paso adelante sin mirar atrás. La noche del llanto, del miedo, del descaro. La noche en la que L. S. M. decidió parar. Frenar el odio y las humillaciones. Dar valor a la vida, mirar de frente. Tras 19 años de vejaciones y maltrato por parte de su marido, L. S. M. se lanzó a denunciar harta de vivir con el calvario como forma de vida y tras sufrir una brutal paliza. "Pensé en quitarme la vida tras la pelea de ese día. El último día. Si lo hubiera hecho, yo hubiera descansado para siempre, pero mis hijos seguirían viviendo en ese pozo amargo de violencia y odio", relata.
No puede contener las lágrimas. Inevitable tras tanto dolor.
Pero no tiene miedo. Ya no. La grabadora no le inquieta. Quiere vivir, y eso implica superar los casi veinte años de calvario. Y contarlo.
¿Cómo es su historia?
Estuve 19 años con mi marido, bueno mi ex. He estado sola completamente. Con 17 años mi madre me echó de casa, mi padre murió. Estar con él era lo que tenía que hacer. Seguir con él. Los malos tratos fueron desde el principio. Me hablaba mal, me insultaba, me obligaba a no hablar con nadie. Me fue aislando. Todo le molestaba y yo estaba sola. Nos casamos cuando llevábamos 8 años de novios porque yo sentía que era algo que tenía que hacer. Siempre con problemas, con insultos. No me dejaba trabajar, los celos eran llevados al extremo. Tuvimos dos hijos porque fue condición suya. Yo no tenía trabajo y dependíamos de él.
Mi hijo mayor (ahora tiene 12 años) se crió siempre a su lado. Veía la vida a través de los ojos de su padre y la misma violencia que su padre tenía, la practicaba él. La sensación de recordar esos años es horrible, dejé de sentirme mujer, dejé de sentirme madre? pasé directamente a no existir.
En mi propia casa no podía comer, me dijo que si me veía meterme algo en la boca me abriría en canal. Estuve mes y medio sin comer, o haciéndolo a escondidas. Le seguía haciendo la comida a mis hijos pero yo no comía. Mis hijos como veían que él me hablaba mal, me insultaba, me pegaba y me humillaba ellos empezaron a hacer lo mismo.
Todo a la contra?
Absolutamente todo, hasta mis propios hijos. Lo que estaba buscando él era que yo me suicidara, que desapareciera, porque siempre decía que prefería ser viudo antes que divorciado. Me planteé hacerlo, pero sabía que entonces yo descansaría pero que mis hijos se iban a hacer como él. Llega un momento que sabes que o tiras para adelante o te vas definitivamente.
Todo acaba. Y en este caso, acabó bien?
Fue una pelea, la definitiva. Me dije a mí misma: o llamo, o no lo cuento más. Lo había visto agresivo muchos días, porque ese es su carácter y además de por sí es alto y tiene mucha envergadura de cuerpo pero ese día, un domingo, recuerdo que llegó enfurecido como nunca antes. Los niños se empezaron a pegar y yo hice el amago de separarlos. Cogió el móvil y lo reventó entres sus manos. Ahí es cuando empezó a pegarme, y vi claro que tenía que huir. Denuncié, vino la policía, y empezó otro proceso muy duro. Es necesario contar con profesionales especializados para que este trámite sea más fácil.
¿Cómo es ese proceso tras dar el paso de la denuncia?
Realmente piensas que cuando denuncias vas a salir, pero la realidad es que entras en un trámite muy complejo. Te enfrentas a que tú tienes que dar explicación de todo, a demostrar todo el daño sufrido y él pasa a convertirse en el inocente, en la víctima, y tú te sientes como una posible mentirosa. El proceso es tedioso, de hecho en la denuncia de la Guardia Civil cuando tuve que declarar ni siquiera recuerdo lo que dije. Ahora mismo leo la declaración y hay muchas cosas que son realmente importantes que no dije porque es todo como muy frío, te llevan al cuartel, un guardia civil se pone a escribir delante de ti y mientras la cabeza está en mil sitios. Estaba declarando y en mi cabeza solo había preguntas de qué iba a pasar ahora, de cómo había dejado ahí a mis hijos, de cómo va a ser el mañana? Entra el miedo a muchas cosas.
"(...) ahora tengo un hijo. Lo he recuperado, no lo tenía. Me da besos, me llama mamá, cuenta conmigo, me cuenta sus cosas?" |
Miedo, pero una nueva vida por delante?
Sí. Me busqué otro piso más barato porque el alquiler donde vivíamos yo no lo podía pagar. Me puse a llamar a 50.000 puertas, juzgados, denuncias, y seguir viviendo una vida que tenía que continuar. Mis hijos tenían que seguir yendo al Colegio, tenía que educarlos y acabar con esa violencia que tenían innata y ahí fue cuando conocí a María, psicóloga de la Fundación Diagrama. Llegaron desbocados, el mayor con una agresividad y una soberbia tremenda y sin embargo ahora tengo un hijo. Lo he recuperado, no lo tenía. Me da besos, me llama mamá, cuenta conmigo, me cuenta sus cosas? yo eso nunca lo había tenido. Jamás.
¿Y qué pasó con el maltratador?
Le condenaron solamente por esa última noche porque el resto no lo pude demostrar. Es la gran batalla. Los vecinos y el círculo que compartíamos sabían lo que había porque mi vida era gritos, voces y peleas pero a la hora de la verdad nadie se quiere meter, nadie quería saber nada. Lo condenaron a 10 meses de prisión, dos años de orden de alejamiento y tres años de prohibición de armas. Se ha saltado varias veces esa orden de alejamiento pero no lo pude demostrar en el juicio. Yo llevé a tres testigos, él a 5, y le creyeron, incluso con la declaración de policía que me amparaba ganó el juicio de quebrantamiento de condena.
Hoy por hoy, que ya se ha acabado esa orden, intenta ponerse en contacto, me llama, me pregunta, me escribe? pero yo no quiero. El contacto lo tengo con él en el intercambio de los niños, porque a pesar de que yo tengo la custodia, la ley obliga a cumplir el régimen de visitas. Se van con él los martes y los jueves además de un fin de semana alterno. Ellos no quieren pero no lo puedo impedir. La justicia está así.
¿Qué mensaje lanza a esas mujeres que se encuentran con la situación que vivió?
Para reaccionar tienes que llegar al límite y ser capaz de decidir, y no todas las personas son capaces de decidir en un momento extremo. Yo ese día ni siquiera pensé en mis hijos, ese día pensé en mí. Sabía que hacía algo o me mataba. Hay que ser muy valiente porque con valor todo se supera pero el principal problema es que nosotras (las mujeres que están en la situación que yo estuve) no tenemos valentía, porque nos humillan tanto, nos hunden tanto que ni siquiera pensamos que somos personas. Sabes que es ahora o nunca, y no puedes pensar en nada más. Si lo piensas, no lo haces. Al final siempre hay luz.
¿Cómo es su vida hoy?
(Sonríe) Ahora estoy feliz, me siento bien. Me siento mujer y me siento madre. Mis hijos confían en mí, seguimos teniendo nuestras broncas pero es otro tipo de pelea. Sigo luchando y mi objetivo ahora es encontrar un trabajo para poder mejorar la calidad de vida de mis niños.
¿Cómo define la mujer que es hoy?
Valiente, luchadora? hoy me quiero comer el mundo. Positiva, con ganas. Antes intentaba sobrevivir, ahora quiero vivir. Sé que el tiempo perdido no lo voy a recuperar, pero sí empezar a hacer aquellas cosas que me habían negado. Sí es verdad que al salir sola a la calle a veces me da miedo y me da la sensación de que todo el mundo me observa, pero necesito hacerme visible. Cuesta creerte otra vez persona, cuesta creerte de nuevo mujer. Cuesta mucho, pero se puede.