La artista zamorana expone su obra hasta el 29 de octubre en La Salchichería
Junto a la puerta de acceso del primer piso nos recibe un corazón recién herido. Es la evocación, la memoria de la amiga desde la infancia, la hermosa y dulce Eva, que hace apenas unos días se convertía en un corazón latiendo en luz en el cielo. Después, una carta de Marián Fraile Basanta al corazón, a corazón abierto. Y más allá un puñado de corazones encendidos en el rojo de la sangre, de la pasión. De la vida.
Son los corazones salvajes de la pintora zamorana Elena Ayuso, que expone su obra en La Salchichería hasta el 29 de octubre. Obras de mediano y gran formato de técnicas mixtas sobre aluminio fruto del talento, la fuerza y la sensibilidad de Ayuso, quien cursó Bellas Artes en USAL y que trabaja como creativa en la agencia de Juan Llorens.
Corazones heridos, intensos, rojos como su pelo encendido. Corazones suicidas en la encrucijada. Corazones explotando como explotan los besos en los labios; corazones envenenados como escorpiones orgullosos inoculando la guerra; corazones y cráneos, la vida más allá de la carne, la médula, el hueso; corazones con espinas como un cáctus verdecido en la inmensidad del desierto, la soledad, la sed.
Son los corazones salvajes de Elena Ayuso. Los latidos geniales de quien ama, de quien sufre, de quien contempla el mundo desde la ventana del yo interior y no se guarda nada, y les da alas para que vuelen y coronas para que venga su reino y se pose.
Corazones. Solo corazones. Salvajes, indómitos, en carne viva. El músculo. La sangre. El pulso. Porque solo el amor nos salva. Porque un solo corazón es capaz de mover el mundo. Un corazón con nombre. Elena.
Ana Pedrero
Fotografías: Alberto Martín