La carta

Querido papá:

No sé ni las veces que he comenzado a escribirte estas letras, y la frustración por no encontrar la manera de decirte, o de cómo decirte, todo lo que necesito expresarte. Muchos borradores en la papelera que me llevaron, sin mucha tardanza, a comprender la razón de esa incapacidad: te admiro y te quiero demasiado como para que nada me parezca suficientemente bueno.

Toda la vida me he sentido afortunada de tenerte como padre, siempre presente, pendiente, tremendamente cariñoso, preocupado, responsable, comprensivo?y mil cosas más que son solo muestras.

¿Te acuerdas aquella noche que me quedé en casa de mi madrina y te pedí que me trajeras mi vajilla azul y amarilla de juguete porque no podía marcharme a Francia sin ella? Tenía dos años?nunca lo he olvidado. ¿Y cuándo nos llevabas a los cursos de inglés de verano y nos ibas a buscar a Ángel y a mí y nos tomábamos el kas limón fresquito? ¿Y cúando me llevabas al conservatorio bien tarde y volvíamos por la Calle Ancha y me tapabas la boca con la bufanda y me pedías que no te contase nada hasta que hubiera pasado un ratito para no coger frío? Podría escribir un libro con mil situaciones compartidas que forman parte de mi historia y de la tuya, de nuestros miles recuerdos, de tu juventud y mi infancia.

Hay padres excelentes durante la infancia de sus hijos que no saben luego entenderse con las adolescencias, no fue tu caso. Si fuiste el mejor padre que una niña puede desear, has sido el mejor padre para ayudarme a construir la mujer que soy. Nunca has sido exagerado, tu personalidad lo impide. Tu equilibrio, esa sensatez tan tuya, el intentar buscar las razones para llegar a las soluciones, tu cariño infinito, tu ilimitada comprensión?me han convertido en quien soy.

Ni la adolescencia fue fácil, ni lo que vino después (hacerse adulto papá, me lo deberías haber explicado, no es tarea sencilla) pero en esos momentos menos dulces, en mis caídas, en mis muchas meteduras de pata, en las veces en que hice lo que me dio la gana equivocándome, en las ocasiones en que no te escuché?.al final no hallé reproche sino consuelo, y seguridad, la que da verte en los brazos de quien te ama incondicionalmente.

Me sigue costando mucho expresarte todo lo que siento, quizá porque eres la persona que mejor me conoce, quizás porque eres la persona a quien más me parezco o, quizás porque te quiero demasiado. Eres tantas y tantas cosas para mí, significas tantas otras y me provocas tantos sentimientos que me pierdo en un mar de sensaciones difícilmente describibles. ¿Recuerdas la canción de Patxi Andión a su padre? Ya sabes cuánto me gusta, y hoy te confieso que siempre que la escucho, en muchas de sus estrofas te veo y me parece imposible describirte mejor. Dice la canción:

"Eres como la mar?bueno de frente?

Eres como la voz?que expende el aire

Eres como un poema?de Miguel Hernández?

Nunca te preocupó en nada?ser el primero?

Y nunca abriste el cajón?de tu propio respeto?

No quisiste jamás salvarte solo?pues no hay salvación decías? si no es con todos".

Esta última papá, es la mejor lección que me has dado en lo que llevamos juntos, la vida y todo lo que ésta conlleva (lo bueno, lo malo, lo regular?) carece de sentido sin compartirla, sin ayudar al otro, sin amar al prójimo.

La suerte es para el que la tiene, no para el que la persigue. Aquel 19 de abril del 82 me cayó el gordo. Treinta y cinco primaveras esperando el sol de la que está por venir, siempre contigo, el faro de mi océano.

Te quiero se queda muy corto, pero ya sabes cómo te quiero.