"Amplio que la meseta no tiene estaciones más allá del silencio, pero sí claridades dentro de uno mismo. Y que el amor mantiene la greda y el tomillo, para buscar el beso junto al vuelo del pájaro o en la orilla del junco o en el dolor del hombre. Y rubrico que Castilla es esta larga fila de carros en la tarde y este olor a hogaza, a estiércol y a cansancio, y a la voz de la campana y el polvo del camino". (Ledesma Criado)
Llovía con ganas en esta tarde de Mayo cuando llegué a la casa de Mines en Villaflores. Antes había preguntado en el bar "BEATRIZ", en la creencia, no mal fundada, de que debido al fuerte temporal de agua y viento estaría "echando" la partida de cartas.
El bar estaba repleto de parroquianos que, bien al "subastao", tute o dominó, "mataban" las horas mientras la lluvia desparramaba oro en los campos. Leandro Montisi, después de invitarme a café, me informó que Mines había tenido que irse por una "emergencia" ya que una cerda de su propiedad estaba abocada a parir y parecía que la "cosa" traía prisa.
--¿Qué, cuantos?
--Siete
--¿Es mucho o poco?
--Regular
Este fue mi saludo con Fermín Hernández, Mines (q.e.p.d) para los amigos y para todos los del pueblo. Y debo decir que antes de poder hablar nada más (eso sí, después de que su esposa nos mandase pasar a la sala de estar) Mines se ha ido al fondo del pasillo y cuando volvió traía en sus manos una perdiz disecada, y poniéndola con ceremonia sobre la mesa camilla me ha dicho: ¡Aquí tienes a la perdiz blanca, de quien tanto has escrito y? tantas horas has andado tras ella!!!
Me he quedado de piedra, en principio por la sorpresa, pero luego algo interior me ha "subido" hasta llegar a la garganta y me ha producido emoción al ver allí, aunque disecada, aquella perdiz blanca por la que yo (y muchos más) tras ella había "pateado" por besanas, barbechos, pinares y laderas, y o un día, sino muchos y desde el amanecer hasta el anochecer.
Yo había escrito tiempo atrás: "Hoy y en la orilla de los pinares volví a ver a la perdiz blanca, entre el bando de cinco o seis que mi perra levantó. Se perdieron en la lejanía, mientras yo pensaba que es mérito de esta rara y bonita perdiz el poder seguir resistiendo y no perecer, a pesar de los muchos peligros que la acechan; sin duda por ser distinta al resto de la "manada".
Pero? amigos, conocidos y lectores en general; Tenéis que tener muy en cuenta, antes de continuar leyendo esta?Historia Inolvidable---de Mines y los?Espacios abiertos?lo que decía el inolvidable Miguel Delibes: "El hombre no es nada sin su entorno natural, su paisaje y su cultura tradicional.
Muchos años en---los espacios libres? Mines.
Ya lo creo. Desde rapaz cuando con mi abuelo Saturio corríamos el término de Villaflores de punta a punta; allá por La Rollada, Santoral, La Vega, El Molino, Mazores, El Conejo, Prado la Viña, El Pozuelo y muchos más? son recuerdos que ahora siento más, ya que por enfermedad de falta de circulación sanguínea en las manos, siento que voy a tener que dejar la escopeta y el patear por estos lugares tras las perdices? Eso sí, aunque sea "haciéndome" galguero, yo pienso continuar disfrutando de los atardeceres y amaneceres de privilegio.
¿Muchas ?Historias Inolvidables?
Pues te voy a contar que, cuando la caza era caza, el señor Antonio "El Herrero" y yo cazábamos cincuenta perdices y así muchos días. Entonces abundaban en demasía. Y no por nosotros, sino por otras causas; siembra en llano, furtiveo, herbicidas, fungicidas, pestes y otras cosas es cuando están desapareciendo hasta la extinción. He sido cazador de tiro rápido y certero, pero algunas veces también fallé, como aquella por Campo de Peñaranda en que; al salirme a los pies dos liebres juntas, no maté ninguna y eso que estaban a "huevo". Sin embargo, otras veces de dos tiros he cazado cuatro perdices y además volando lejos. He tenido cuatro perros de caza, pero guardo grato recuerdo de "Tom" un perro con el que se iba al fin del mundo. Ahora tengo a "Caty" que tampoco es manca y caza lo suyo?
Pero a veces me pregunto? ¡Qué fue de todo aquello? ¿Qué fue de los duros cierzos del invierno que te congelaban los dedos de las manos, de los calores de agosto que hacían caer el sudor, que al llegar a tus labios te daba aquel sabor a sal tan difícil de olvidar? ¿Qué fue de la abundancia de especies cinegéticas que te permitía escoger pieza, en la seguridad de que a lo largo de la jornada te saldría otra? y otra?
Y me veo triste y me veo sólo y viejo. Pienso que este será mi último año y que voy a ser testigo pasivo de las aperturas de vedas, el sonido de los disparos de la cuadrilla me llegarán desde la lejanía y me pierdo el jolgorio de los cazadores que antes del amanecer emprendíamos la marcha para estar prestos en la mano cuando saliera el sol?
Te comprendo amigo Mines; pero quiero preguntarte: Seguro que has tenido situaciones singulares en tú larga trayectoria de veterano cazador de muchas amanecidas.
Pues sí Anselmo; Te voy a contar algo, que a mí en el momento que sucedió me costó un gran susto, pero que ahora con el tiempo trascurrido me parece hasta graciosa: "Cazábamos un amigo y yo en aquella mañana soleada e íbamos uno a cada lado de una regadera. De repente una perdiz que sale entre los dos y sin pensarlo, disparamos, la perdiz se va "a criar" ni siquiera tocada y en esto veo a mi amigo que empieza a quitarse la ropa de cintura para arriba con grandes ademanes y lamentos. Cuando descubrió su pecho ¡Allí en el centro todo era rojo sangre! Destacando pequeños y múltiples agujeros. ¡Qué susto Dios mío! Pensé que lo había matado dejándole como un colador? Pero mí amigo que era un bromista de tomo y lomo, el muy "jodío" al ver mi cara de susto, sin poder contener la risa, me decía? ¡tranquilo, tranquilo? que es una broma! ¿Qué había pasado?... Pues muy sencillo y maquiavélico; Qué como tenía catarro se había puesto en el pecho un ¡parche poroso" . De los que se llevaban entonces, rojo, y lleno de agujeritos y?ya sabes el resto.
Cuando salgo de la casa de mines, continua lloviendo desesperadamente; hemos charlado de múltiples vivencias y sucedidos. De su primera escopeta de perrillos a la vista, que compró al señor Manuel, que era veterinario. De las perdices "rebeldes" que sabían "capear" el temporal de escopetas y de las "tranquilas" que eran presa fácil. Hemos hablado de los amaneceres y las puestas de sol, de las largas caminatas. Pero lo más importante: "De haber podido, pisar y estar en los---espacios abiertos---en una mañana cualquiera y que por el paso inexorable del tiempo? alguna vez se termina y entonces llegan los recuerdos y la añoranza.
Hasta El próximo Domingo ¡Sí Dios quiere!
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