Los gongorinos "campos de zafiro" están aquí, en estas extensiones celestes en que las nubes canas se apacientan. Los rebaños celestes, ajenos a la velocidad y vértigo humanos de autovías y negocios, van a lo suyo: configuran espacios de belleza, para que
Los gongorinos "campos de zafiro" están aquí, en estas extensiones celestes en que las nubes canas se apacientan. Los rebaños celestes, ajenos a la velocidad y vértigo humanos de autovías y negocios, van a lo suyo: configuran espacios de belleza, para que contemplemos, para que no olvidemos ese hondo oficio de inocencia (como indicara el gran Claudio Rodríguez) que también nos constituye y dice de nosotros más que ninguna otra cosa. Espacios de zafiro. La plenitud celeste. ¿Por qué corremos tanto en nuestras máquinas, si donde solemos ir es a ninguna parte?
José Luis Pueto (Texto) / Ángeles Rebollo Hernández ( Fotografía)
(La provincia del alma / Mirada).- Hacia el infinito mar de nubes en la autovía de Ciudad Rodrigo