El brillo de Diosleguarde y los destellos de Rubén Blázquez destacan en la novillada de Peñaranda

Con tarde muy calurosa ligero viento y rozando la media entrada en los tendidos, ha tenido lugar esta novillada sin caballos, que se viene anunciando cada año, como premio de las pruebas del mes de abril. Se ha lidiado novillos de Miranda de Pericalvo, muy bien presentada, con peso y trapío, noble y encastada, que por momentos saco los colores a la terna de matadores:

Hicieron el paseíllo Rubén Blázquez, oreja ovación y vuelta, Manuel Diosleguarde, ovación y dos orejas y Jesús Gracia, de Madrid, silencio y oreja.

Rubén siempre sale muy dispuesto, a darlo todo y más ante sus paisanos sorteo un primer novillo con firmeza y quietud y pases de buen trazo, al novillo le falto continuidad, remato bien las series Rubén u mato de entera y cobre una oreja bien ganada. Un toraco fue su segundo, pero iba a los cites con buen son, Rubén se dispuso a la entrega, la faena no cobra altura, luego se muestra intermitente, no renuncia a nada, pero la cosa decae aun poniendo el alma en cada pase, mato de media caída y varios descabellos. Dio vuelta al anillo.

Manuel Diosleguarde, es el novillero esperado, triunfador del certamen de este año, muy placeado, por todo el orbe taurino, mostro en su primero con cierta armonía, pero sin conexión con el tendido, puso en la muleta raza y emotividad, con ese punto de buenas sensaciones, voltereta, domino las suerte para dos pinchazos y entera ovacionado.

En su segundo mejoro su estructura de faena se fue imponiendo a un animal de boyantes y enrazadas embestidas, depuro su técnica, y con el querer y poder hizo lo mejor de la tarde, si estuvo bien, pero creo sinceramente, que se le puede exigir que este mejor, pincho arriba con media y descabello cosecho dos orejas.

Jesús García de la Factoría de el Juli en Madrid y con tardes de éxito, consintió una faena con altibajos, tenía buen criterio su toreo, pero falto de sensaciones relevantes, dio muchos pases, pero con poca repercusión y efectos, luego se perdió en la vulgaridad y a mayores pesado, dos pinchazos, entera silenciada su labor. Al sexto y último lo paso de capote con apreturas, se empeñó en poner los palos, y lo hizo de aquella manera- o sea mal- se acoplo bien al natural, con buen argumento y armonía, se mostró reiterativo ante un animal que se entregó de principio a fin un pinchazo perpendicular al encuentro se valoró su labor y cobro una oreja.

Y aquí termino una tarde un tanto pesada, casi tres horas con riego incluido, demasiado para el aficionado que se quedó con ganas de que la novillería de la tarde tenía que haber estado bastante mejor de lo que se vio? pero así es la cosa? hasta el sábado.

Fermín González