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La parte y el todo
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La parte y el todo

Actualizado 23/08/2017
Juan Antonio Mateos Pérez

"No hay camino hacia la paz. La paz es el camino" Gandhi Juntos digamos «no» al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam" Francisco, en la Mezquita Central de Bangui

Desde la tristeza y la solidaridad con las víctimas del atentado, casi en silencio y en oración ante el terrorismo ciego que busca extender el pánico y el miedo entre la población. Es tiempo de construir puentes y no sembrar odios, ya que el terror yihadista, busca el odio y la xenofobia en la población, dirigida a que el ciudadano identifique Islam y terrorismo. Ahora más que nunca, se hace necesario una palabra de paz, de acercamiento y de unidad.

Cientos de páginas de información, casi directa y al minuto, pero también mucha solidaridad en los medios y en las redes sociales. Numerosas reflexiones sin perder la profundidad, han querido contribuir a la esperanza de la sociedad, contribuyendo a la paz y a la humanización. Pero las redes sociales, también han reflejado, como un "estercolero de la condición humana", todo tipo de opiniones cargadas de islamofobia, presentándolas como una forma de pensar. Desde la tristeza, a cualquiera le aumenta la zozobra ante tanta información desbocada, que no hacen más que ayudar a difundir el odio y la división. No se puede buscar chivos expiatorios y las religiones cargadas de ideología son muy dadas a ello. Es necesario subrayar con mayúsculas, que no hay más responsables que los terroristas que propagan su ideología violenta sobre inocentes, un terror que busca el miedo.

No solo las redes sociales están disparadas hacia una posverdad diluida en la incertidumbre y el miedo al terror, ciertas políticas y pensamientos enfocados a separar el Islam de nuestras sociedades multiculturales y contribuyen de manera negativa sobre ciudadano, confundiendo la parte con el todo. No es poca la preocupación, ya que a pesar de la dimensión de la tragedia, con sus opiniones contaminan para crear más discordia. Desde los grupos más ultraconservadores del país, posiblemente con la ayuda filosófica de Slavoj Zizek, conocedor del capitalismo cultural y con su demagogia autoritaria, nos repiten como una la cantinela constante (posmentira) que el Islam es incompatible con nuestra sociedad. Todavía más subido de tono y radicalizado, en los estercoleros mediáticos de las redes sociales, en estos momentos que el azote del terrorismo se hace más cercano, distorsionando la información y difundiendo bulos, para acentuar el rechazo al Islam.

Esa derecha más desencantada y con un componente ultracristiano, fuertemente neoliberal, despliega a sus más destacados intelectuales, adoptando un discurso fuertemente islamófobo, nacionalista y populista. Subrayan de manera insistente, que El islam es incompatible con nuestra cultura, ya sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia y en la soberanía popular. Grupos, que a pesar conocer el evangelio, están muy en contra de la inmigración y negando esa cultura del encuentro, tachando de ignorantes a los que les critican, sean grupos de izquierda, de derecha o cristianos comprometidos. Muchas de estas ideas, se pueden escuchar desde programas radio con una mentalidad muy conservadora, incluso desde cadenas de los obispos (no de la Iglesia), en contra del evangelio y muy alejada del diálogo religioso que insistentemente proclama el Papa Francisco. Ante esto nos preguntamos muchos cristianos de base, ¿A qué Dios sirven? ¿Al Dios de la ideología? ¿Al Dios del dinero? Nos gustaría que en esas cadenas de la Iglesia se escuchara menos futbol e ideología conservadora y más evangelio, más doctrina social, más misericordia para construir "otro mundo posible".

Francisco se ha manifestado en numerosas ocasiones, negándose a identificar la violencia con el Islam, no hay islámicos violentos, ni tampoco católicos violentos. Propone una cultura del encuentro, intentando tender puentes entre todos los humanos, de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo. Para él, el diálogo con las religiones adquiere un significado singular porque, en su opinión, no se puede ignorar a los otros en la verdadera experiencia de Dios. Habla de intensificar el diálogo con las otras religiones, especialmente con el islam. Esto solo es posible, si los potenciales interlocutores implicados salen de sí mismos, exteriorizan lo que son, dan a conocer su modo de ser y lo revelan a través de la acción. La actitud pasiva no es propia de una "mística de ojos abiertos", es necesario compromiso con las realidades de este mundo para transformarlas, sobre todo aquellas más necesitadas, donde el abandono y el olvido están más presentes. No es una novedad de Francisco, ya estaba en la agenda de Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero su voz ha resonado con más contundencia, en 50ª Jornada Mundial de la Paz, comentó: "Ninguna religión es terrorista"; "la violencia es una profanación del nombre de Dios". El yihadismo es un fundamentalismo nada religioso, "rechaza a Dios, relegándolo a mero pretexto ideológico".

El llamado "Estado Islámico, es violento y fundamentalista. Estado que defiende el terrorismo, desde una corriente fundamentalista y supremacista, que proclama la superioridad sobre otras religiones y formas políticas. Esta forma radical, muy apoyada desde Arabia Saudita, es radical, pero el el Islam mucho más amplio que esta corriente específica. Algunos radicales de esa corriente, desde esa supremacía que defiende, le han añadido la actuación violenta y terrorista, hace que ese salafismo musulmán se convierta en yihadismo. Esta tendencia violenta del Islam, es la parte, no el todo.

En España el colectivo musulmán ha experimentado un importante crecimiento, casi dos millones profesan la religión musulmana, de ellos una minoría (6%) se pueden considerar radicales, eso no quiere decir que sea un mensaje violento, no siguiendo el discurso religioso mayoritario de sus Imanes. Se reúnen en más de mil centros de culto y oración, donde se practica un Islam pacífico. Desde aquí, partieron los primeros comunicados en contra del terrorismo de la comunidad musulmana y las primeras manifestaciones de apoyo a las víctimas de Barcelona. La presencia de musulmanes en España tiene un largo recorrido, siendo Marruecos, Pakistán, Argelia, Senegal y Nigeria, los lugares principales de procedencia. Una emigración que comienza en los años 70, paralela a los cambios económicos, sociales y demográficos que ha experimentado el país, en un período de tiempo corto, sobre todo, aunque no exclusivamente, tras los procesos de democratización y su posterior incorporación a la Comunidad Europea (1986). Un grupo que viene a trabajar y buscar una vida mejor, no es un motivo para criminalizar a una comunidad que profesa una religión diferente, no se puede confundir la parte, con el todo.

La parte y el todo | Imagen 1

La globalización poco igualitaria que estamos viviendo, está provocando el auge de los fundamentalismos, no solo religiosos, también políticos. El fundamentalismo no tiene sus raíces en el odio, sino en el miedo. Miedo al mundo moderno cambiante y en movimiento, miedo a un final no definido, donde las certezas y los pilares sólidos parecen haberse difuminado en el fin de los grandes relatos de la postmodernidad. Es muy fácil expandir el odio debido a las nuevas tecnologías, que se pueden utilizar para lo bueno o lo malo, hay que trabajar para favorecer el diálogo y el encuentro, co operando de forma transparente y regular con todas las religiones, con no creyentes al servicio del bien común. Hoy más que nunca, ante esta profunda crisis de pensamiento, seguimos necesitando a Dios, más allá de la realidad vacía, debemos seguir siendo buscadores de la verdad. Ante el vacío existencial, solo Dios puede despertar los impulsos utópicos dormidos, transformar las situaciones opresoras del hombre y desplegar la solidaridad, la fraternidad, la justicia y la paz

No es posible un nuevo orden mundial, sin una ética mundial y para ello es necesario contar con las religiones. Cualquier fe profesada debe ser liberadora y enfocada al bien de la humanidad y del planeta, sino no es. Desde el diálogo entre religiones de debe contribuir a esa ética mundial, sin pretender ninguna superioridad, trabajando en favor de una cultura de la no violencia y del respeto a la vida; la solidaridad de un orden económico justo; la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz; y la igualdad entre mujeres y hombres. Un hombre religioso es siempre un hombre o una mujer de paz, porque el mandamiento de la paz está inscrito en lo más profundo de las tradiciones religiosas.

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