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La grandeza y maldito parné
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AL HILO DE LAS TABLAS

La grandeza y maldito parné

Actualizado 22/08/2017
Fermín González

"Los negros nubarrones de cualquier tarde, pueden caer sobre el reaparecido, entonces los que antaño le aplaudieron con frenesí, comienzan a caer en sentimentalismos"

Una de las mayores grandezas del toreo: Es, saber elegir el momento de su despedida de los públicos y plazas, en las que, durante un tiempo pudo ser, o fue el héroe, que consiguió vencer al toro y convencer al publico.

Es, posiblemente uno de los momentos más emocionante en la historia del toreo, la despedida, y saber hacerlo en ese punto crucial de la carrera de un torero, no es empresa fácil tomar tal decisión. Tan solo el propio torero, debe encontrar ese punto de equilibrio entre el público y el toro, y cuando ha de atravesar por ese alambre milagroso sobre los dos abismos.

El torero, se resiste a una retirada total de los ruedos, al aplauso, a la emoción, a los trofeos, a colgar su terno grana y oro para siempre, a decir adiós a lo que más quiso y amo en su vida, aunque en no pocas ocasiones esa vida estuviese marcada con dolor, injusticia, incomprensión, responsabilidad e incertidumbre. (Si volviera a nacer, sería otra vez torero)- se dice a sí mismo. ?Pero; no son pocos los toreros que, incluso, cuando no se les ha echado de menos, y los públicos no lo han demandado, deciden volver. Y: ¡Cuando vuelven de nuevo, ya no es lo mismo!, y comienzan las especulaciones de los públicos. "¡Ya no es lo que era!" "¡A que vuelve este ahora!" "¡Con el dineral que gano!" "¡Vuelve por dinero!" "¡Se le ha diluido el valor!" "¡Quién te ha visto y quién te ve!" etc., etc.

Y, un día cualquiera, -volverá-. Volverá y dirá: ¡tan solo fue un descanso! ¡La necesidad de un poco de reposo! Es el razonamiento que, no pocas veces se argumenta para su reaparición. A, esas segundas partes, que, en ocasiones fueron buenas. Sería una excepción que esta temporada, no se anuncia alguna retirada, no sea anunciada la reaparición de cualquier diestro veterano, o algún otro que se haya tomado un tiempo de reflexión.- Dejando aparte el caso de José Tomas del cual ya no sabemos (cuando se va, cuando vuelve y, en que momento nos anunciara la sorpresa). El otro caso, parece ser el de Paquirri II y la repentina retirada de Morante, acuciado de no sé cuántos razonamientos después veinte años en activo, esto está dentro de una lógica normalidad, lo de J.T es cuanto menos sorprendente. ¡Pero!... sus razones tendrán, cada uno, y hay que aceptarlas. Ahora bien, lo que no es de recibo, son los argumentos que no pocos esgrimen a la hora de volver a pisar los ruedos (a pesar de que nadie se lo cree) en la primera entrevista que se hace. Al preguntarles por el motivo de su vuelta a los ruedos; muy ufanos, y serios responden "No volvemos por dinero" (ja, ja, -Lo hacemos, por un arranque de desmedida afición. Por realizar aquello que no hicimos. Lo hacemos movidos solo por los mejores deseos de ganar el afecto, reconocimiento y respeto de compañeros y afición. Lo hacemos para demostrar y probar nuestras calidades taurinas. Lo hacemos por todo esto y por muchas cosas más ¿Pero por dinero? ¿Solo por dinero? No... ¡Y puede que tengan razón!

Amigos lectores, como han podido ver y seguro oído, en más de una ocasión estamos ante un serial de frágiles y débiles argumentos vestidos de grana y oro, con la que nos alumbran, aquellos que deciden volver a vestirse el traje de torear, incluso alguno de ellos sabe, que pocos, o muy pocos los han echado de menos en las plazas de toros. Me he atrevido, a frivolizar un poco en este comentario de hoy. Pero, también respeto su decisión de volver, porque simplemente ellos lo han querido así. Quizá pueda ocurrir que, los públicos no les admitan, si el triunfo no se vislumbra y llega con claridad. De sobra es sabido, que él público de toros, cualquiera que sea su grado de admiración que haya sentido por una figura consagrada, este mismo público, no tendrá piedad en vapulearlo, si no demuestra con su actitud él porque de su vuelta.

Los negros nubarrones de cualquier tarde, pueden caer sobre el reaparecido entonces los que antaño le aplaudieron con frenesí, comienzan a caer en sentimentalismos, las decepciones sustituyen a las esperanzas y comienzan a sonar silbidos, luego indiferencia, y, en el toro siguiente recriminaciones, insultos, amenazas y gritos de la plebe injusta y cruel.

Vives un momento, horas, días, meses, años quizá. Cuanto más te resistes a interrumpir tu acción con mayor estruendo acabas. El aplauso es como el perfume de la flor; dura menos que la flor misma. Las despedidas, si no son la apoteosis del adiós de un torero. ¿Qué son?... (Guerrita fue un sabio, Guerrita no se despidió).

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